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6:26 pm.

Seokwoo acababa de llegar a la casa, saludando a Sunhee para subir rápidamente la escalera y tocar la puerta de la habitación. Chanhee lo recibió de buena manera, como era de costumbre, y lo invitó a pasar.

―No creas que te vas a salvar esta vez ―sacó de su mochila dos pequeños papeles adornados con una cinta por fuera. 

―Ah, no... ―se quejó, estirándose en la cama pareciendo somnoliento―. Seokwoo, yo no voy a esas cosas.

―Por favor, este año la gala es para nosotros. Nos iremos del instituto, ¿no es un motivo de celebración? ―se sentó junto al menor con energía, esperando una respuesta positiva a su propuesta―. ¡Por favor~! Chanhee, hasta tu mamá me dijo que te obligara a ir.

―¿Y tú soportarás ponerte algo elegante? Sí, claro.

―Te reto. 

No sabía lo que estaba haciendo.

―Tú me acompañarás a la gala, y yo usaré el traje toda la noche ―sonrió maliciosamente―. Prometo aguantarme.

―No.

―Hola, me llamo Chanhee ―comenzó a burlarse, imitando la voz del menor―. Desprecio a todos. No quiero ir a la gala porque odio a mis compañeros, odio a los animadores, odio a la gente que baila y odio todo. 

Chanhee sonrió para sus interiores, finalmente accediendo a lo que el mayor trataba de decirle. Era cierto, odiaba todo lo que tuviese que ver con trajes y personas en general, y por eso nunca asistía a las celebraciones del instituto.

Comenzaron a vestirse, esperando no verse tan ridículos con un traje negro, una camisa y una corbata. De igual forma Seokwoo siempre tenía fe en que se veía bien con todo lo que usara, por lo que sabía que un traje se le vería perfecto. La modestia no era lo suyo en esos momentos.

Entró a la habitación ya listo, encontrándose con Chanhee aún intentando anudar la corbata, que parecía ser su peor pesadilla desde siempre. Tomó la corbata, y la anudó, entregándosela con orgullo al menor que lo miraba con odio.

―Te ves bien ―le dijo, aún burlándose de su nerviosismo―. Eres... besable.

―Cállate, no me puedo mover con esta cosa... ―nuevamente le dedicó una mirada de odio al mayor, adivinando de inmediato lo que quería decirle―. ¿Para qué existe el último botón de la camisa?

¿Qué esperaba? Era Chanhee en traje.

Se acercó hasta que estuvo a sólo centímetros de su rostro, sintiendo la acelerada respiración del menor. Frunció el ceño, y le tomó el cuello de la camisa con brusquedad.

―Tú me dijiste que lo abotonara, ¿por qué ahora vienes y lo sacas? ―se quejó.

―Porque se ve mejor desabotonado ―sonrió con ternura, estremeciendo al menor frente a él.

Comenzó a mirar detenidamente la piel que anteriormente había estado tapada por el último botón incómodo de la camisa, pensando en un montón de cosas que le gustaría hacerle y que no podía hacer en el momento. Posó su mano derecha en el hombro del menor, hasta poder tenerla en su nuca y acercarlo hasta poder besarlo.

―Oye, relájate ―Chanhee detuvo el beso cuando comenzaba a salirse de control―. Tenemos que irnos, ¿no es así?

―Aún tenemos tiempo ―lo tomó de la cintura y lo acercó hasta tenerlo lo suficientemente cerca para poder seguir besándolo.

Le encantaba.

Repentinamente la puerta se abrió, separando a ambos chicos de un golpe. Seokwoo le dio la espalda a la puerta, tratando de calmar el nerviosismo del momento.

Era la mamá de Chanhee, y no estaba seguro de si ella los había visto separarse de esa forma tan... sospechosa. Necesitaba calmarse para poder mirarla, pero no sabía cómo.

Se volteó ligeramente, encontrándose con la mirada fija de la mujer en él.

―¿Qué hacían? ―preguntó.

―Me ayudaba con la corbata ―Chanhee habló de inmediato, salvando la situación―. ¿Ya estamos en la hora?

―Sí, tienen que irse...

Tomaron las chaquetas y salieron por la puerta, tratando de evitar a la mujer que permanecía paralizada dentro del cuarto.

―Seokwoo ―le tomó del brazo, obligándolo a permanecer junto a ella―. ¿Qué le hacías? ―lo miró directamente a los ojos, poniéndolo nervioso al instante.

―Ya le dijo ―rió en un intento por parecer tranquilo―. Le arreglaba la corbata.

―¡Seokwoo, ¿qué haces?! ―sintió la voz de Chanhee que le salvaba desde abajo.

La mujer lo dejó ir, deseándole una bonita noche. Respiró aliviado, pero de todas formas sentía miedo de lo que la mujer pudo había visto.

Comenzaron a caminar hasta el instituto, aún nerviosos por lo que había pasado.

―Mi mamá tiene que haber visto todo ―se quejó el menor, llevándose las manos a la cabeza―. Qué estúpidos.

―Tranquilízate, no vio nada...

―¡¿Cómo sabes?! Seguramente vio todo y ahora se quedará pensando en lo homosexual que es su hijo y qué hizo para merecer semejante desgracia. Sabes cómo es, moriría si lo supiera, y estaría desesperada porque, "ay, quizá qué cosas podrían decir de su hijo ahora". 

Sonrió para sus interiores, pensando en lo ridículamente tierno que se veía Chanhee diciendo tantas estupideces al mismo tiempo.

No dejaba de estar nervioso, porque sabía que Sunhee había visto algo, pero no había querido decir nada. ¿Cómo le dirigiría la palabra? ¿Cómo podría mirarla si él ya había llevado a su hijo por ese "mal camino" del que ella hablaba?

―No quiero ir ―confesó el menor―. No quiero pasar toda la noche en un lugar lleno de gente que nos mira y pregunta cosas a nuestras espaldas.

Tenía razón.

―Entonces vamos a otro lugar ―se colocó delante de él, impidiéndole seguir el paso.

―Quítate ―rió, tomándolo de los brazos para apartarlo―. Podríamos caminar un rato y luego ir a la gala. 

Se acercó con cuidado, mirando hacia todos lados para asegurarse de que no había nadie en la calle. Antes de poder besarlo, notó que Chanhee miraba directamente hacia el frente, como si acabase de ver a un fantasma.

Se volteó con temor, mirando fijamente el rostro de quien estaba frente a ellos.

¿Qué hacía ella ahí?



Por decisión propia [RoChan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora