Dos

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— ¿Qué pasa? —se irguió en su sillón.

—Una tormenta tropical se dirige hacia Miami.

—No me había enterado —reconoció Sasuke mientras sus dedos se movían rápidamente por el teclado del ordenador a la busca de un mapa del tiempo—. ¿Está cerca?

—Disponemos de unos cuantos días antes de que nos alcance —le explicó —. Todavía existe la posibilidad de que cambie de rumbo o desaparezca, pero quería saber tu opinión. Para serte sincero, carezco de experiencia en tormentas tropicales como buen oriundo del Medio Oeste.

Soltó un suspiro de alivio una vez que localizó la mancha verde en el mapa del radar.

—Son bastante comunes, pero desde luego no podemos permitirnos perder más tiempo. La buena noticia es que, al no tener levantada la estructura, los daños serían mínimos.

—Espero que no tengamos muchas más.

—Estaré al tanto —cerró la pantalla—. Por ahora, pues, sigamos con lo planeado.

Naruto pareció vacilar al otro lado de la línea.

—Umm... eso suena bien, Gracias.

Aquella vacilación, unida a lo tembloroso de su respuesta, lo dejó intrigado. Había desaparecido el Naruto firme, decidido. «Interesante», pensó.

Colgó justo cuando su hermano entraba en el despacho. Sonriéndose, se recostó en el sillón y cruzó las piernas.

—Me alegro de verte por aquí.

Sai evidentemente no podía aguantarse la sonrisa de oreja a oreja.

—Siento haberte dejado solo con el proyecto, pero Gaara necesitaba un descanso después de la muerte de su padre.

El esposo de Sai, Gaara, había perdido a su padre de un cáncer de pulmón apenas un mes atrás. Como Sai y Gaara se habían reunido recientemente, habían disfrutado de unas bien merecidas vacaciones en Aruba tras su trabajo como diseñadores del proyecto del centro turístico de Miami.

—Lo entiendo. ¿Cómo está?

Con un suspiro, se dejó caer en el sillón de cuero frente al escritorio de Sasuke.

—Va tirando. Sinceramente pienso que el descubrimiento d

e que su padre estuvo detrás de nuestra ruptura hace once años... ha sido un golpe casi tan fuerte como el de la propia muerte de Rasa.

El difunto padre de Gaara había frustrado el futuro de la pareja interponiéndose entre ellos cuando estudiaban en la universidad. Pero la amable mano del destino los había reunido después de una década larga de separación. Rasa no había querido que Sai se casara con su hijo. No había querido como yerno a un joven como él, en delicada situación económica debido a la necesidad que había tenido, al igual que el resto de sus hermanos, de mantener a la familia tras la muerte de sus padres.

Sasuke sabía que los dos se habían querido mucho y que aquella ruptura le había causado a Sai una crisis nerviosa. Pero su hermano se había esforzado tanto como él y juntos habían fundado una empresa propia, nada más terminar los estudios. Sai nunca había vuelto a ser el mismo desde aquella ruptura. Pero ahora que había recuperado a Gaara, todo había vuelto a cambiar radicalmente. Sí, quizá el amor fuera algo real para alguna gente, reconoció para sus adentros. Pero para muy poca. Poquísima.

—Hacéis una buena pareja —observó —. Él es fuerte y tú lo estás ayudando. Lo superará.

Sai asintió antes de señalar los planos que estaban extendidos sobre su mesa.

Sasuke, sexy, rico y solteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora