Cuatro

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Al restaurante al que lo llevó Sasuke jamás se le habría ocurrido ir solo. Y aunque era perfecto, eso era algo que jamás le confesaría al Señor del Ego Hiperinflado.

Mientras el maître los guiaba hasta su mesa, Naruto se fijó en la decoración. Exuberantes plantas tropicales separaban las diferentes mesas, creando un ambiente íntimo y recogido. Las luces tenues y una pared por la que resbalaba agua a modo de cascada hablaban de una íntima y relajante experiencia... justo lo que el necesitaba.

Naruto se sentó en un banco de forma curva, en una esquina junto a la cascada. Sasuke también se sentó... pero directamente junto a él. Lo miró arqueando una ceja:

— ¿Piensas acercarte tanto mientras comemos?

—A la primera oportunidad, pienso acercarme mucho más.

— ¿Te atrae físicamente cualquier mujer o doncel con la que te cruzas? —se burló.

—En absoluto. No diré que he sido un santo, pero tampoco me disculparé por ser sincero y decirte lo que siento.

—La sinceridad es una virtud que aprecio, sin duda, pero te advierto que yo no confío fácilmente en la gente.

—En mí confiarás. Quizá no ahora, pero sí a su debido tiempo.

« ¡Oh, Dios!», exclamó Naruto para sus adentros. ¿Querría eso decir que...? Flirtear era una cosa, pero el tono que había utilizado era tan serio, tan rotundo... Indudablemente Sasuke se sentía perfectamente cómodo en cuestiones sexuales, al menos eso era lo que decían las crónicas de sociedad. Así que probablemente aquella conversación sería únicamente incómoda para el...

—Sasuke, nosotros no somos nada más que compañeros de trabajo y yo te estoy ayudando con ese homenaje. No hay nada personal en esto. Nunca lo habrá. La confianza no es un problema para mí, pero no me gustaría que fuera yo el que tuviera que restaurarla.

—Tú no tendrás que hacer nada —se inclinó para susurrarle al oído—: Ya me encargaré de arreglar tus problemas de confianza.

La caricia de su aliento le produjo estremecimientos por todo el cuerpo. Afortunadamente, el camarero escogió aquel momento para aparecer. Naruto ni siquiera escuchó lo que pedía Sasuke: estaba demasiado ocupado intentando dominarse. Una vez que volvieron a quedarse solos, procuró ignorar el romántico ambiente del selecto restaurante, y al hombre tan poderoso como sexy que tenía delante, para ir directamente al grano:

— ¿Por qué te esfuerzas tanto conmigo? Podrías tener a todas las mujeres o donceles que quisieras.

—A todos no —una chispa asomó a sus ojos. La calidez de su tono resultó más que elocuente.

— ¿Qué lista te dio Mei para la fiesta de chicas?

Sasuke sonrió ante aquel radical cambio de tema.

—Necesito elaborar una carta de distribución de asientos y elegir el menú.

—Eso no parece tan difícil —pensó que aquel terreno era mucho más seguro.

—Tú no has visto la lista de invitadas. Cada una tiene una anotación con instrucciones específicas. No se puede sentar a cierta gente al lado de otra, y las madres con niños tendrán que estar cerca de los baños.

Naruto no pudo evitar reírse ante aquella imagen del poderoso magnate preocupado por tales asuntos.

—Todo saldrá bien. Te lo prometo —le aseguró, dándole unas palmaditas en el brazo—. Pero empecemos por lo más sencillo. El menú.

—Sí, con eso no tengo problemas. Filetes de ternera y pollo como lo más básico.

—Es una fiesta de chicas y donceles —le recordó el—. A nosotros nos gusta algo menos... masculino.

Sasuke, sexy, rico y solteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora