Seis

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Desde el instante en que entraron en la suntuosa mansión de Neji en Star Island, a Sasuke le entraron ganas de cubrir a Naru con su chaqueta y volver a meterlo en el coche. Cada par de ojos estaban fijos en ellos... y sabía que no lo estaban mirando precisamente a él. Los varones lo miraban descaradamente y las mujeres y donceles le lanzaban dardos invisibles. Tenían toda la razón del mundo para estar celosas.

—Ah, dos de mis personajes favoritos —Neji se acercó inmediatamente a saludarlos—. Me alegro de que hayáis venido. Tenemos bebida, comida, compañía... Todos los ingredientes para una fantástica velada.

Sasuke apoyó una mano en la cintura de Naruto, en un gesto abiertamente posesivo. El motivo de que estuviera tan dispuesto a demostrar a los demás lo mucho que lo deseaba era algo que se le escapaba.

—Temíamos que se nos hiciera tarde —afirmó, ganándose una mirada asesina de parte de Naruto—. Y yo le dije que lo entenderías.

Neji soltó una carcajada.

—Absolutamente.

—Tienes una casa impresionante, Neji —Naruto esbozó una dulce a sonrisa—. Gracias por la invitación.

El multimillonario le tomó la mano y se la llevó a los labios.

—No es necesario que me agradezcas nada, Naruto. Gracias a ti, mi nuevo hotel será el que tenga más encanto de todos. Soy yo quien debe darte las gracias.

Sasuke pensó que aquel besamanos había durado demasiado. Por fin Neji asintió sonriente y le soltó la mano.

—Disculpadme, pero debo atender a los demás invitados.

En el instante en que se marchó, Naruto se volvió hacia Sasuke:

—Nunca más vuelvas a hacer eso.

—No quería que se hiciera una idea equivocada contigo —se defendió—. Neji es un solterón con mucho éxito entre las mujeres y donceles. Solo quería que supiera que contigo no tenía nada que hacer.

—Tú tampoco —susurró entre dientes antes de girar en redondo para dirigirse al fondo de la mansión, que comunicaba con un espléndido jardín.

Sasuke le permitió que se adelantara unos pasos antes de seguirlo. No pensaba montar una escena, y menos en la casa del hombre que tenía un contrato multimillonario con el estudio de arquitectura de su familia.

Continuó caminando y salió al jardín... si acaso podía llamarse así al exuberante escenario casi selvático con cascadas que abrevaban en pequeñas pozas. Vio en seguida a Naru junto a su hermano gemelo, Sai, y el prometido de éste, Gaara. Los donceles charlaban animados mientras Sai sonreía con un vaso en la mano. Supuso que estarían hablando de la inminente boda. Como si una fuerza magnética lo hubiera arrastrado hacia aquel doncel tan tozudo como sensual, Sasuke se encontró de repente al lado de Naru, rozándole un brazo con el suyo. Aunque seguía sonriendo, notó que su cuerpo se tensaba de inmediato.

—Me alegro de verte por aquí —le dijo Sai.

—Y yo —repuso Sasuke, recogiendo una botella de cerveza de la bandeja de un camarero que pasaba al lado—. Gaara, estás tan guapo como siempre. Radiante de felicidad.

Su futuro cuñado sonrió al tiempo que tomaba a Sai de la cintura y se apoyaba en él.

—Tengo muchas razones para estar feliz y todas tienen que ver con este hombre.

—Precisamente les estaba preguntando dónde pensaban casarse —comentó Naruto—. Me sorprende que vayan a hacerlo en casa de Sai.

—Queremos una ceremonia familiar, para la familia y amigos más íntimos —Gaara lanzó a su prometido una mirada de adoración—. La idea es celebrar la recepción y marcharnos de luna de miel en cuanto acabe. Como necesitábamos un lugar para que los familiares se quedaran a pasar la noche, nuestra casa nos pareció perfecta.

Sasuke, sexy, rico y solteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora