Sasuke recorría a toda velocidad las calles flanqueadas de palmeras de Miami. Cuando cayó la noche, había sacado una de sus motocicletas favoritas con la intención de despejarse la cabeza, saborear un poco de libertad e intentar resolver los problemas que lo acosaban. Que, en aquel preciso momento, parecían girar todos en torno a un sexy y tozudo jefe de obras.
Detuvo su Harley en el arcén de una calle, cerca del mar. La luna se reflejaba en la blanca espuma de las olas que morían en la costa. Después de dejar a Naruto en su apartamento, había necesitado de un tiempo para recuperarse. Esa noche había percibido en el una insólita inocencia, una curiosa ingenuidad.
De repente le sonó el móvil. Lo sacó el bolsillo, miró la pantalla y suspiró mientras aceptaba la llamada.
— ¿Sakura?
— ¿Puedo pasarme por tu casa?
Sintió una inmediata opresión en el pecho. Allí estaba, hablando con la mujer con la que se había casado, la que había creído que amaría para siempre. La mujer que lo había abandonado sin mirar atrás...
—Saku, tú misma me dejaste. Y yo no doy segundas oportunidades.
—Cometí un error. ¿Es que no podemos hablar simplemente?
Por mucho que quisiera hacerlo, no podía; no le daría la oportunidad de que lo destruyera de nuevo.
—Tengo que dejarte.
Cortó la llamada y volvió a guardarse el móvil antes de clavar la mirada en la espuma blanca de las olas. No podía evitar pensar en el día de su boda y en los escasos meses de felicidad... a los que siguió aquel momento de pesadilla. Un momento de pesadilla que pretendía olvidar, y que sin duda olvidaría en cuanto Sakura dejara de llamarle y de enviarle mensajes. Sí, su ex le había hecho mucho daño, pero él también había tenido algo de culpa en aquel desastre. Si no se hubiera mostrado tan vulnerable, tan expuesto, no habría sufrido tanto cuando ella lo abandonó para largarse con uno de sus presuntos amigos. Era un tópico, y lo sabía. Pero Sasuke estaba decidido a mirar al futuro. A disfrutar de cada momento de su libertad y de su soltería.
Se negaba a cuestionarse a sí mismo, o a admitir siquiera que se había acostado con cada mujer disponible que se había cruzado en su camino después del divorcio. ¿Qué mal había en querer disfrutar de la compañía de una mujer o doncel sin la carga de una relación? Como, por ejemplo, la de Naruto.
¿Estaría Naruto dispuesto a renunciar aquel muro defensivo que había erigido en torno a sí mismo? Si no era así... ¿estaría él realmente dispuesto a arriesgarse a la posibilidad de otro rechazo? Sin duda. ¿Acaso no había endurecido su corazón tras su desengaño con Sakura? Estaba perfectamente preparado para mantener una relación íntima con Naruto. ¿Relación? No, ésa no era la palabra. «Aventura», en cambio, sí. Aunque tenía el presentimiento de que el señorito Namikaze no era nada aficionado a las aventuras.
Así que tenía que volver a la pregunta de la relación. ¿Estaría dispuesto a...? Maldijo entre dientes cuando alzó la mirada y vio los oscuros nubarrones tapando la luna llena. Arrancó la moto y puso rumbo a casa cuando la primera gota de lluvia le caía en el brazo. No interpretó como una simple coincidencia que la lluvia hubiera interrumpido sus pensamientos justo cuando estaban a punto de aventurarse en un terreno tan delicado. El destino le estaba diciendo algo.
Una semana entera había pasado desde que Sasuke se le insinuó. Desde luego, se habían visto a diario en la obra. Pero él había mostrado una actitud exclusivamente profesional. De pie frente al espejo del baño de su apartamento, vestido únicamente con una toalla, Naruto sentía un nudo de nervios en el estómago. Porque lo de aquella noche iba a ser cualquier cosa excepto profesional. Neji Hyūga daba una fiesta a la que por supuesto no solamente estaba invitado, sino que se esperaba su asistencia. Sasuke estaría allí, por lo que estaba poniendo un especial cuidado en peinarse su melena con ondulaciones. La humedad del sur de Florida le rizaba todavía el pelo, así que no le quedó más remedio que alisarse las puntas para recogérselo en un moño bajo.
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Sasuke, sexy, rico y soltero
Fanfiction¿Todo trabajo y nada de diversión? El famoso arquitecto y consumado playboy Sasuke Uchiha sabía exactamente cómo conseguir lo que quería: tanto en el trabajo como en el dormitorio. Hasta que el sexy, independiente e imposible de ignorar Naruto Nami...