Tres

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Vestido y dispuesto, Naruto esperaba en la terraza de su apartamento con vistas al mar. Miró de nuevo su reloj. Sasuke se había retrasado ya dos minutos. Típico machista. A los varones como él les encantaba hacer esperar a las mujeres y/o donceles. Y esperaban que las mujeres suspiraran de deleite cuando al fin se presentaban ante su puerta con un impresionante ramo de flores o una carísima botella de vino. Como si fuera eso todo lo que necesitaran para llevárselas a la cama.

No, gracias. Él no era de los que suspiraban, ni de los que se acostaban con nadie fácilmente. De hecho, teniendo en cuenta que hasta la fecha no se había acostado con hombre alguno, no iba a empezar a hacerlo ahora con Sasuke Uchiha. Probablemente pensaría que los vírgenes de veintiocho años no existían, pero él era la prueba viviente. Si su mujeriego padre no lo hubiera vacunado contra aquel tipo de intimidades, lo habrían conseguido los relatos y fanfarronadas que durante años había venido oyendo de sus equipos de construcción, mayoritariamente masculinos.

Por cierto que Sasuke, hasta el momento, estaba consiguiendo bastante más de lo que se merecía. Estaba más que acostumbrado a que las mujeres se desvivieran por sus atenciones, y allí estaba el, siguiendo órdenes suyas como un cachorrito bien amaestrado.

La llamada a la puerta lo sacó de sus reflexiones.

Maldiciendo los nervios que le cerraban el estómago, se alisó su traje de vestir azul. Se había llevado varios en aquel viaje, ciertamente no con la esperanza de salir con nadie, sino porque sabía que a Neji Hyūga le gustaba dar fiestas en su casa de Star Island, a las que supuestamente él tendría que asistir. Pero el que se había puesto aquella noche no era nada sofisticado. Era un sencillo  corto. Atravesó el apartamento y abrió la puerta antes de que pudiera cambiar de idea. La manera en que Sasuke contuvo la respiración nada más verlo le provocó un estremecimiento. ¿Sasuke Uchiha impresionado por un doncel? Interesante.

—Estás increíble.

—Pareces sorprendido —se echó a reír—. Tú mismo me dijiste que me dejara mi cinturón de herramientas, ¿no?

No quería sentirse afectado por el calor de su mirada mientras viajaba por todo su cuerpo: desde las uñas recién pintadas con brillos de sus pies hasta sus clavículas que dejaba ver aquel entero, pasando por sus piernas desnudas.

—Es que no esperaba... esto —alzó por fin sus cálidos ojos color ónix.

—Es solo un enterito normal y corriente —Naruto se dijo que tenía que aligerar la tensión del ambiente—. Seguro que habrás visto a donceles con ropa mucho más sofisticada.

—Sí, es verdad. Pero ninguno que sacara tanta belleza de lo más sencillo.

—Si quieres que vuelva a ponerme la camiseta y los téjanos, puedo hacerlo. Pero entonces tendré que ponerme también el casco de obra y el cinturón de herramientas

La sonrisa satisfecha que Naruto había llegado a conocer tan bien iluminó su rostro.

—Aunque tengo que admitir que también estás increíble con tu atuendo de trabajo... prefiero con mucho esta imagen tuya tan sexy.

«Oh, vaya», exclamó para sus adentros. A ese paso, iba a ponerse a suspirar. ¿Sexy? Ahora entendía por qué las mujeres caían tan fácilmente en su trampa.

— ¿Nos vamos ya? Habrás reservado mesa, ¿verdad?

Sasuke alzó entonces una mano para apartarle un rizo dorado de la cara y recogérselo detrás de la oreja. Naru no quería reaccionar a su contacto, pero al parecer su cuerpo no podía evitarlo. Sentía un cosquilleo allí donde él posaba su mirada, como si lo hubiera acariciado con sus manos grandes y fuertes.

Antes de que la situación se tornara todavía más incómoda, le hizo salir y se dirigió al ascensor. Una vez dentro, Sasuke pulsó el botón del vestíbulo y se volvió hacia él.

—Tengo que reconocer que ese entero me ha hecho perder el hilo de mis pensamientos...

— ¿Esperabas que te recibiera en cueros, ataviado únicamente con mi martillo?

Cerró los ojos.

—Espera un momento. Estoy teniendo una fantasía...

Naruto no pudo evitarlo y se echó a reír.

—Eres patético.

—Culpable —Sasuke se encogió de hombros—. Ahora en serio, te debo una cena por haberte solidarizado con mi hermana.

— ¿Así que solamente se trataba de eso? —sonrió, sorprendido.

Se abrieron las puertas del ascensor y Sasuke lo guió delicadamente del codo para salir.

—Eso y que necesito tu ayuda para planificar esa fiesta de chicas.

—Podrías haberte limitado a darme la lista de tareas que te envió Mei. No tenías necesidad de emplear una de tus tardes libres conmigo.

Esa vez fue Sasuke quien se echó a reír. Inmediatamente le hizo detenerse y lo obligó a que lo mirara.

— ¿Qué es lo que te hace tanta gracia? —le preguntó el.

—No imaginaba que fueras tan cobarde.

Le entraron ganas de borrar aquella sonrisa engreída de su rostro... aunque en el fondo sabía que tenía razón. Era un cobarde en muchos aspectos, y Sasuke no se imaginaba cuántos.

—Llámame cobarde si quieres, pero ambos sabemos que estás tan acostumbrado a salirte siempre con la tuya que te has inventado esa excusa para salir conmigo. Sé que tu empresa tiene una reputación impecable, pero traspasar la línea y entrar en un terreno personal sería un grave error para los dos.

—Sabes tan bien como yo que estás malgastando tu aliento. Puedes negarlo todo lo que quieras pero, si la ignoramos, esta recíproca atracción solo nos causará una tensión sexual cada vez mayor durante el desarrollo del proyecto.

Naruto cruzó los brazos y alzó la barbilla, negándose a entrar en una discusión personal en pleno vestíbulo. Liberándose de su mano, salió al portal del edificio.

—Yo no estoy negando nada —continuó caminando—. Solamente constato el hecho de que este proyecto es mi prioridad número uno. No tengo tiempo para esas cosas, Sasuke.

Alcanzándolo, cerró las manos sobre sus hombros desnudos y lo miró directamente a los ojos.

—También para mí es una prioridad este proyecto, pero no pienso dejar que me consuma mi tiempo libre. Y lo que nosotros... sí, nosotros hagamos juntos en nuestro tiempo libre no tiene nada que ver con nuestra relación profesional.

Naruto sabía que aquélla era una discusión que no podía ganar, pero... una vez que Sasuke descubriera que carecía de experiencia, ¿acaso no perdería todo interés por él?

Lo llevó a su lujoso deportivo, un Bugatti. Naruto se instaló en el cómodo asiento de piel mientras él se sentaba al volante. Al ver que no arrancaba inmediatamente, se volvió para mirarlo.

— ¿Qué pasa? —preguntó.

—Eso va a ser complicado —se volvió también hacia el—. Tanto si ignoramos esta tensión sexual como si no.

Naruto no supo qué responder. Aquel nivel de tensión sexual era algo de lo que sabía bien poco, pero tenía la estremecedora sensación de que iba a averiguarlo más pronto que tarde. Suspirando, Sasuke alzó una mano y le retiró suavemente la melena del hombro desnudo.

—Yo estoy preparado para el desafío. ¿Y tú?

— ¿Tengo elección?

Le acarició la mejilla con un dedo

—No más que yo —y se volvió por fin para arrancar el coche.

Sasuke, sexy, rico y solteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora