Día 5. El safari

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21 de Septiembre. Jueves


Por la mañana a las 10h nos pasó a recoger Anil, íbamos rumbo a Pushkar, Meca del movimiento hippie y lugar de peregrinaje por su lago sagrado.
Nada mas llegar (está a unas 3 horas mas o menos de Jaipur) fuimos al hotel, un espectacular palacio en mitad de la nada donde nos recibieron con agua (mineral) con limón, lo cual agradecimos después del viaje, y nos guiaron hasta nuestra habitación entre jardines y vegetación. El hotel constaba de 2 palacetes, y el nuestro parecía estar vacío, no había nadie alrededor, de hecho la luces las iban encendiendo según íbamos entrando. Daba un poco de cosa, pero la decoración era impresionante, digna de la época de los maharahas. Ya en nuestra habitación terminamos de flipar con el mobiliario y accesorios. Todo aquello parecía salido de una mansión de los años 20. Los timbres e interruptores me recordaban a los que se ven en la serie Downton Abbey, supongo que como India fue colonia inglesa, era posible que todo aquello fuese legado de Inglaterra. Teníamos 2 camas gigantes de madera, un ventilador encima de ellas, doble puerta con mosquitera que daba al balcón con vistas al jardín y desde donde se podían tocar las hojas de las palmeras, y otra doble puerta de entrada con candado a modo de cerradura. Los pasillos fuera de la habitación tenían sus balcones y patios internos, toda la decoración estaba cuidada al detalle, era muy auténtico todo. Mas tarde el hombre que nos hizo el check-in nos explicó que aunque el hotel había sido construido en 1997, todo el mobiliario había sido sacado de un antiguo fuerte que derribaron y que tenía mas de 500 años de antigüedad (pues si que me he quedado corta con lo de los años 20!)

Cuando bajamos a comer entramos en un comedor muy grande, con las paredes decoradas con baldosas de colores y desde el salero, hasta los relojes de péndulo que nos marcaban las horas, estaba todo perfectamente integrado.
Para comer ni tan mal, aunque el risoto de funghi que pedimos me lo había imaginado de otra manera, no con arroz basmati... Ese día nos atrevimos a pedir un pan autóctono con ajo y queso, ya que los precios de la carta nos parecían razonables y aunque estaba todo bueno... faltaba algo. Bueno si, rico rico y con fundamento...pues no.

Nos pasamos por la piscina a ver si nos encontrábamos con alguien mas y nos animábamos a darnos un baño, ya que desde el check-in nos lo habían recomendado, pero el hecho de que no hubiese nadie, y de que no se viese el fondo de la piscina... nos echó un poquitín para atrás. Preferimos quedarnos por los majestuosos jardines sacando fotos ya que el lugar lo merecía. Mesas y sillas para poder descansar o leer un libro, bancos-balancines colgantes de madera, pérgolas, fuentes, palmeras y...jabalis! Aunque estaban fuera del recinto les teníamos casi al lado, manadas de jabalis campando a sus anchas, y tan felices!

Como aun teníamos tiempo decidimos disfrutar de la habitación y también de su ventilador de techo, haciendo un poco de yoga y meditación. A las 17h nos recogió Anil, hora del safari en camello...

Madre mía el "safari"... a ver, como tal si que lo fue porque vimos todas las especies de animales que uno se puede imaginar. Pero no era el concepto de safari que teníamos en mente. Simplemente fuimos a dar una vuelta por los suburbios mas pobres de Pushkar encima de un camello de 8 años llamado Romu. Lo mas divertido fue cuando al pobre le tocaba tumbarse y levantarse....y las caras de susto que debíamos de poner!
Durante el recorrido venían niños saludando con las sonrisas más bonitas que habíamos visto hasta ese momento. No pedían nada, solo esperaban a que les saludases de vuelta. Con un hello tuyo sonríen y se van felices.​

Después de destrozar al pobre animal nos fuimos al lago a ver el atardecer. Nada más llegar nos ofrecieron, pero como teníamos todos los timos bien presentes en nuestra memoria, lo rechazamos...ay pillín, que lo sabemos todo! (que bien ha hecho internet para estas cosas...)

Sacamos unas fotos y dijimos adiós al sol con su espectacular puesta mientras escuchábamos el ritmo de los timbales de fondo. Buen momento para irse de shopping.

 Buen momento para irse de shopping

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En el primer regateo, una tienda de plata, bajé el precio un 50% y el señor me dijo que tururú... con los pañuelos conseguimos descontar unas cuantas rupias, pero tampoco me quedé conforme con el trueque, pero bueno...tampoco eran cosas caras.

Nos fuimos a cenar al OM Shiva, lo había leído en internet y también nos lo recomendó el conductor. El comedor estaba al aire libre cubierto por unas lonas y sobre suelo de arena. Había un jardín al fondo donde supongo que montarían fiestas de vez en cuando (al menos yo lo haría si fuese mío ese sitio, el lugar se prestaba a ello). Nada más sentarnos nos colocaron un ventilador cerca y encendieron un poco de incienso para que no nos picaran los mosquitos. Y la carta... qué carta!!! El día anterior me prometí a mi misma que iba a cenar pizza al día siguiente y el día había llegado... Finalmente cenamos pizza (para compartir), 1 lassi de mango y otro de papaya (increíblemente rico) y un crepé de nutella (también para compartir). Eso si que era una cena, y todo por 550 rs sin tasas, ni extras, ni leches añadidas. Mañana repetiríamos seguro!

Al llegar al hotel sentía que iba a vomitar, esta vez de empacho! Hacía muchos días, demasiados diría yo, que no notaba la sensación de estómago lleno y ya me tocaba.
Nos sentamos en una de esas preciosas pérgolas del jardín mientras hablábamos con la familia y también mientras nos comían los mosquitos. Nos estaban atacando literalmente así que huimos hacia la habitación poco rato después.

Diario de un viaje a la IndiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora