22 de Septiembre. Viernes
A la mañana siguiente fuimos a hacernos una masaje ayúrveda. En principio, teníamos previsto ir a un sitio que vi en internet desde Bilbao, pero Anil nos quiso llevar a otro de un amigo suyo donde las que daban los masajes eran chicas. El precio era de 1800 rs, más caro que el que yo había fichado por internet así que le dijimos que no y que nos llevase al otro lado. Nos comentó que su amigo es de Kerala, sur de la India, y era el único que sabía dar ese tipo de masajes, dijo que el resto son locales y le habían imitado a él. Entonces le digo a nuestro amable conductor que eso a mi me daba igual, ya que no tenía seguridad ninguna de que todo lo que me estaba contando fuera cierto. Aun así nos pide que confiemos en él.
Confiar lo que se dice confiar, pues era lo último que haríamos aunque por no marearnos más accedimos a quedarnos, pero al precio que yo había visto por internet.
Preguntamos si se podía pagar con tarjeta y parecía ser que no...Upss, lo siento entonces. Gemma, nos vamos al otro lado.
Pero como tienen salida para todo, se les ocurre que por mediación de otro amigo que tiene tienda en el mercado podríamos pagar con tarjeta (que buenos amigos los que hay aquí en Pushkar). Pues nada, allá que vamos a por el masaje, ya nos dirían donde había que ir después a pagar.
Subimos a un primer piso y entramos en una habitación muy bonita y agradable con 2 camillas y 2 mujeres que nos mandaron quitar la ropa. Nos tumbamos boca abajo y comenzaron a frotarnos todo el cuerpo con un aceite de menta o eucalipto. Frotaban tan fuerte que las zonas entraban en calor rápidamente, algunas hacían daño, se notaba que había alguna contractura seguramente por el viaje y las malas posturas.
Cuando parecía que habían terminado nos pidieron sentarnos a cada una en una banqueta, una frente a la otra, y así empezaron el masaje por la cabeza. Lo mismo, aceite y a frotar, frotar la cara, frotar el cuero cabelludo, todo el pelo, hombros... Terminaron dándonos unas buenas leches en la cabeza, no se si eran necesarias darlas tan fuertes (vaya paliza!).Después de todo bajamos a pagar. Pensé que nuestro amigo de Kerala habría conseguido ya el datáfono y estaría en el local pero no, esa no era la idea. La cosa era ir a la tienda de su amigo en moto, por lo tanto Gemma y yo tendríamos que separarnos por primera vez en todo el viaje.
Pues nada, cogí mi tarjeta de crédito y dejé allí a Gemmis y a Anil con todas mis pertenencias.Sin casco, y con aceite chorreándome de la cabeza, atravesamos todo Pushkar hasta llegar a las estrechas calles del mercado. Una vez allí me fijo que entramos en una oficina de cambio. Al entregarle la tarjeta de crédito al hombre de la oficina me dice... passport? A ver, como que passport? Hasta ahora no me habían hecho enseñar el passport en ningún otro lado.
Pues lo tengo en la mochila a buen recaudo, no pensaba que lo iba a necesitar. Ala, pues me quedo yo en la tienda y el hombre de los masajes se va a buscar mi pasaporte, y por la cuenta que le trae me lo cuidará bien si no se queda sin cobrar.
Cuando vuelve me marcan un importe de 3000 rs en el datáfono y un 5% por pagar de esa manera. No entendía el por qué aunque ya me lo habían avisado. Me dan el recibo y... dinero. Dinero? Por que me dan ahora dinero? Me lo intentan explicar pero con el acento que tienen estos indios no me estaba enterando de nada. Salgo de allí con cara de "¿que pasa aquí?" pero tampoco me preocupo mucho, mejor que sobre y no que falte.
Cuando volvemos al centro de masajes le cuento a Gemma lo que ha pasado y seguíamos sin comprender por qué me devolvían dinero, no tenía sentido si ya me habían cobrado los 3000 lichis. Entonces el hombre me dice que le pague (yo ojoplática perdida, ya se me estaban revirando los ojos y todo) Pero si ya te he pagado!
Me da por mirar el fajo de billetes que tenía aun apretujados en mi mano y entonces lo vi claro... 3000 rs exactas.
Ahhh! Ahora si, podían haber empezado por ahí.
Después del masaje fuimos directas al hotel a darnos una ducha urgente y le dimos la tarde libre a Anil, descansar de él también era una necesidad. De allí al centro de Pushkar teníamos 15 minutos andando y fuimos directas a comer de nuevo al Om Shiva donde comimos una pasta riquísima hasta hartarnos.
Una cervecita, ventilador y WIFI, no podíamos pedir más. Tal era la ración que no pudimos ni terminarla, que bien se comía en ese lugar...
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Diario de un viaje a la India
AdventureEste diario fue escrito día a día durante los 14 que duró el viaje. Narra las aventuras, experiencias y muchas anécdotas vividas durante las vacaciones de 2 amigas. Una historia real contada por una de sus protagonistas, que te transporta a un mundo...