Día 7. Primer tuk-tuk

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23 de Septiembre. Sábado


​La primera parte del recorrido hacia Agra la pasamos durmiendo. Hicimos parada en Chand Baori donde había otro contenedor de agua potable (o aljibe escalonado, como me informé después) que en su día abastecía a la ciudad, aunque en ese pueblo mucha casa no se veía.
Sacamos las fotos de rigor, las fotos con autóctonos y por primera vez, fotos nuestras con ellos. De la que me pidieron "one picture please", Gemma aprovechó a sacar el móvil para tener nosotras también el recuerdo. La chica con la que me retraté no tendría más de 16 años y paseaba vestida con su sari dorado y su marido y la familia de ésta.

Anil paró para comer en otro de esos horribles sitios de carretera. Pedimos un sandwich club cada una con 1 ración de patatas y coca-cola, lo cual nos costó 1200 rs. Cuando nos preguntó que tal la comida, puse mala cara y le contesté: cara. Iba a ser la última vez que comíamos mal por ese precio. Ya estaba echando de menos nuestro maravilloso restaurante de Pushkar...
Como quedaba mucho viaje por delante, aproveché a sacar mi diario y me puse a escribir, siempre y cuando no me mareara.
Me fijé que Anil miraba mucho por el retrovisor, se pensaría que estaba escribiendo a mala leche en el libro que tiene tras el asiento del copiloto y donde todo el mundo escribe lo ideal y maravilloso que es viajar con él, o lo puntual y gentil que es. Tal vez me estaba viendo escribir en un cuaderno que no había visto antes. Fuera lo que fuera, tenía la mosca detrás de la oreja, y me encantaba...
A la tarde fuimos a Joshabais Palace donde tuvimos que coger un bus para subir hasta arriba de la colina para visitar la fortificación. 10 rs el bus, la entrada algo mas, 510 rs. Visto uno, visto todos. Me recordaba un poco a Thailandia, en el sentido de que los primeros templos los ves con muchas ganas porque es todo tan nuevo y distinto... pero que al final realmente las construcciones son todas iguales. A parte de interactuar más con indios, empezábamos también a hacerlo con los animales. Hicimos una nueva amiga dentro del palacio, una perrita preciosa que nos acompañó durante un buen rato, incluso se sentó con nosotras a descansar a la sombra. De premio se llevó 2 galletas Oreo (si, sabemos que el azúcar es malo para los perros, pero no había mas!!), mejor eso que nada.
​Había 2 cosas que ver en esa colina, el palacio que acabábamos de visitar, y la mezquita que no encontrábamos por ningún lado. Una vez fuera del palacio nos dimos cuenta de que estaba casi pegando así que cuando nos disponíamos a ir hacia la puerta, que estaba muy cerca, se nos acercó un niño hablando perfectamente español, para decirnos que esa puerta era la de salida (no te fíes, no te fíes...) No se por qué pero terminamos fiándonos del chaval, quería ser nuestro guía sin cobrar, ya que él solo lo hacía para mejorar su español con nosotras.... (Seguro!)
Bajamos por una cuesta repleta de niños, iban y venían, se escondían, jugaban y corrían. Tendrían entre 4 y 8 años, ningún adulto alrededor. En las escaleras de la entrada principal a la mezquita nos encontramos con mucha gente allí sentada, por supuesto y como en todos lados, mirándonos, y también cabras. Lo normal, vamos... Antes de entrar había que quitarse los zapatos como en la mayoría de los sitios así que los llevábamos en la mano.
Ya nos lo había advertido el niño, al ser un lugar gratis iba a haber mucha gente molestándonos y acosándonos. Por eso él quería ayudarnos (o aprovecharse de la situación). Sufrimos una avalancha de gente queriendo vendernos cosas, otros que nos indicaban que por ahí no se podía ir, o que no podías llevar los zapatos en la mano, o que no podías andar en ese sentido, que debías hacer cola para entrar por otro sitio... (Pero nos queréis dejar en paz de una santa vez?!)
Todo el mundo nos quería ayudar y ninguno ofrecía una ayuda sincera. Con un cabreo tremendo sacamos 4 fotos y nos largamos 3 min después de haber entrado sin llegar a disfrutar la mezquita.


Cuando conseguimos salir de allí encontramos el bus que nos bajaba al parking, pero estaba vacío. 10 minutos más tarde seguía igual. Vimos pasar a un turista delante nuestro que iba con su guía y rodeado de otras 3 personas intentando venderle algo, recuerdo que el hombre nos miró y puso cara de "que pesados por favor". Antes de demorar más tiempo preferimos cogernos un tuk-tuk. Nuestro primer tuk-tuk en la India! Que bien sentaba la sensación del aire en la cara, y lo mejor de todo, la sensación de salir pitando. La cara de Anil cuando nos vio fue de alivio, como si él ya supiera lo que íbamos a pasar en la mezquita.

Continuamos nuestro camino hacia Agra por carreteras horriblemente asfaltadas y encharcadas. La zona de más pobreza por la que habíamos pasado hasta el momento, o al menos esa sensación tenía. Todo embarrado y los niños descalzos, gente viendo la tv en las aceras, y manadas de perros, muchísimos.

Ya en Agra, y de noche, se veían explanadas de campo con autobuses abandonados y gente viviendo dentro, tiendas de campaña de donde salían leves luces y sombras de personas continuando con su vida.
Por fin llegamos al hotel, bendito hotel lleno de turistas. Hotelazo, el mejor de los que habíamos estado hasta ahora, y lo mejor de todo...un KFC al lado!! Pena que no lo íbamos a aprovechar mucho, solo pasaríamos una noche allí, y ni eso. Hora para despertarse: 5 AM.

Diario de un viaje a la IndiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora