Subí las escaleras a paso apresurado, mientras trataba de controlar mi respiración agitada. Cuando llegué al aula, la puerta estaba cerrada así que, con vergüenza, le di tres toques y pronto se abrió, dándole vista a un hombre de cabellos canosos y ceño fruncido: el profesor de geografía.
—Llegas tarde —me dijo, haciéndose a un lado y dejándome pasar—; solo que es la primera vez que lo haces y por eso no te voy a extender un reporte.
Asentí como pude, pasé y me senté en mi puesto de siempre; saqué el cuaderno para copiar lo que quedaba de clase. Media hora después, él dio la clase por acabada y salimos al patio para tomar el descanso.
—¿Y eso qué llegaste tarde, Paul? —cuestionó Ringo, mientras nos sentábamos en las mesas del patio.
—Me quedé dormido —le contesté—, y por ende perdí el bus, así que tuve que venirme a pie.
—Pobrecito —murmuró.
Rápidamente George se sentó a mi lado y en frente de mi, John. Me tomó por sorpresa, por esa razón di un pequeño salto y mis mejillas se enrojecieron al verlo; él sacudió su mano, en gesto de saludo, pero no le correspondí porque lo miraba de una forma atontada.
George me pisó el pie, sacándome de mis ensoñaciones.
—Ah... hola, John —tosí—. Chicos, debo irme tengo que...
—¡No, idiota! —espetó Ringo, ganándose una mirada confusa de John—. Ehm, digo, que no te vayas... que te quedes para poder hablar todos... todos ¿sí entiendes, verdad? ¡todos!
—Sí, Ringo, ya entendí.
—¿Y qué te trae por estos rumbos, John? —dijo el de ojos azules y carraspeó.
—Oh, nada —contestó él—; nada más le dije a George para que salgamos el sábado a jugar bowling en el centro y decidí invitarlos a ustedes, ¿qué dicen?
—Yo no pue...
—¡Claro que puedes, Paul! —me interrumpió Harrison—. ¡Sí, todos podemos! ¿Verdad que sí, Paul?
—Ehm... sí, eso creo.
—Perfecto —se alegó John—. Stuart también irá.
—El de lentecitos negros —murmuré.
John se puso en alerta.
—¿Cómo dices, Paul? —preguntó—. ¿Dijiste "el de lentecitos negros", verdad?
—¿Yo? ¿Cuándo? Yo no dije eso, ¿por qué debería haberlo dicho? Me parece algo ilógico...
—¿Y qué tiene que haya dicho eso? —habló Ringo.
—Es que alguien se refirió a Stuart de esa forma también.
Nosotros tres tragamos en seco e intercambiamos miradas rápidas.
—Ah, ¿te refieres a Macca, verdad? —formuló Harrison.
—Sí, a él.
Mi sangre comenzó a correr con fuerza al escuchar aquello.
—¿Sabes qué es lo que me perturba de todo eso? —John se acomodó en el asiento—. Que es de aquí y no sé quién es...
—... y puede estar justo al frente de ti —concluyó George.
Me ahogué en saliva al escuchar aquello y por ende tosí, logrando que todas las miradas se posicionaran sobre mí.
—¿Estás bien, Paul? —me preguntó John—. Estás como pálido.
—Ese es el efecto del amor —se burló Ringo.
—¿El efecto del amor? —y frunció el ceño—. Cómo sea, Macca me ayudó mucho anoche: hizo que me llenara de valor para tocar la guitarra eléctrica y la acústica. Aunque se puso "celoso" porque besé a Cyn —rió.
—¿Celoso, eh? —Harrison me miró.
—Sí, celoso —confirmó John—. Me hizo reír, dijo que ella no estaba dándome "consejitos". También hablamos mucho de ustedes.
—¿De nosotros? —intervino Richard—. ¿Y qué hablaron tú y Macca?
—Él me dijo que... —se interrumpió—. Lo siento Paul, supongo que no debes entender nada de lo que estoy hablando: Macca es un "admirador secreto" que me escribe todos los días.
George se rió.
—No te preocupes, Paul es un experto en la materia. Él entiende todo acerca de esas cosas.
—Bueno, como les decía —prosiguió—: hablamos de ustedes tres, y de Stuart, y Peter; dijo que uno era el de "lentecitos negros" y el otro "albino". Tal y... tal y como lo dijiste tú, Paul.
—¿Yo? Yo no dije nada —carraspeé—. ¿Por qué dices que yo dije algo que Macca dijo?
Él rió.
—Y lo peor es que me puede estar viendo —objetó John.
—¿Y te da miedo? —cuestioné.
—¿Quién? ¿Macca? —sonrió—. No, claro que no... antes sí, porque me mostró un montón de fotos mías y hasta lo bloqueé, pero es una buena persona. Al menos es lo que me ha demostrado hasta ahora y espero no equivocarme.
—No, no te equivocas —aseguré. Él me miró extrañado—. ¡Digo! Es decir que no, porque si tú lo ves así entonces es así porque sí y es así.
Los otros dos estallaron de la risa.
—¿Y ustedes de qué se ríen?
—¡De nada! —dijeron al unísono, sin dejar de reír.
—Bueno, debo irme a clases —John se levantó—. Nos vemos, chicos.
Me despedí de él con un ademán, mientras que los otros dos con unas palmaditas en el hombro.
—¡Tú de verdad que eres loco, Paul! —expresó el de ojos azules—. ¿¡Cómo le vas a decir eso!? John tiene que ser muy idiota para no darse cuenta.
—No necesariamente —intervino George—: Paul cuando está frente a John es más... callado y eso hace su verdadera personalidad, por decirlo así, quede camuflada.
—Bueno, pero al menos le agrada Macca —dijo Ringo—. Y ya no te tiene miedo. Fíjate lo que dijo; lo ayudaste a tomar una decisión y eso es bueno.
—Sí, al menos...
Subimos a clases para continuar con la jornada, la cual transcurrió muy normalmente. Vimos unas tres materias más y a eso de las cuatro de la tarde, ya estábamos bajando las escaleras para salir a nuestras respectivas casas. Mientras me dirigía la puerta, pude ver que John estaba mirando de un lugar a otro, como buscando algo o más bien a alguien.
—Está buscando a Macca... —murmuró Ringo—. ¡Pero mira! ¡Si está al lado mío!
—Deja el fastidio, estúpido —dije riendo.
Cuando llegué a casa, no esperé a quitarme la ropa ni comer, ni mucho menos hacer mi tarea; de inmediato subí a mi habitación, dejé mi bolso y saqué mi móvil para iniciar una conversación con John.
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Hi, I love you ➳ McLennon
FanficDonde Paul es un acosador y le manda mensajes a su crush. Se prohíbe su copia y/o adaptación. Todos los derechos reservados. Fecha de inicio: 13.01.2018 Fecha de culminación: 18.02.2018