Capítulo 15:
¿Dónde estamos? Le dije a Gabriel mirándolo a los ojos, cuando me dijo que me iba a ayudar no me imaginaba precisamente esto…
Estamos en una burdel preciosa, me dijo con una media sonrisa, puse los ojos en blanco y me crucé de brazos, dijiste que me ayudarías a escapar.
Gabriel: yo jamás dije que te ayudaría a escapar, te dije que te sacaría del lugar en que estabas y lo hice.
Algo se quebró en mi interior mientras al mismo tiempo me llenaba de furia, no sé qué es lo que debía hacer ahora pero de todos modos este lugar era mejor que el anterior, por lo menos parecía algo más limpio y ya no tenía a dos gorilas empujándome a cada segundo.
Yo: ¿Cuál es el plan?
Gabriel: así me gusta muñeca, esto es simple, ya no serás una prostituta barata, ahora será una puta con clase.
Gabriel se rio estruendosamente mientras Melissa bajaba la mirada, la furia corría por mis venas al escuchar este último insulto pero en el fondo sabía que responder solo empeoraría todo.
Yo: ¿qué es lo que hare en este lugar? Gabriel: solo mover el culo y conseguir dinero con eso muñeca.
Yo: y que gano haciendo esa mierda.
Gabriel: mientras más dinero llegue a mi bolsillo más considerare la opción de dejarte ir.
De alguna forma todo lo que había ocurrido el último tiempo había servido para cambiarme, ya no me sentía como la niña frágil que fui al comenzar, ahora era más fría y calculadora, este lugar era más abierto y estaba menos vigilada lo que hacía mucho más fácil el escapar, esto último me hizo sonreír por lo que acabe aceptando, sería una prostituta por un tiempo, el suficiente para ganarme la confianza de la gente en este lugar y que ya no me vigilaran tanto.
Los días en ese lugar se hacían cada vez más llevaderos, muchas noches tuve la oportunidad de irme a la cama sola, lo que me hacía más que feliz, además me asignaron una habitación con las comodidades básicas y me sentía algo mejor, debo admitir que las noches en que tenía que irme a la cama con algún hombre no dejaban de ser repugnantes, pero encontraba el consuelo pensando en que por cada pene que me despojaba de mi femineidad estaba algo más cerca de mi libertad.
Recuerdo la última noche que estuve en el burdel, con tristeza, mi mente a pesar de todo infantil pensó que esto era el fin, me permití sentirme feliz por algo que jamás ocurrió lo que lo vuelve aún más triste.
Estaba sentada sobre las piernas de un hombre de unos 40 años, alto, de ojos marrones y cabello negro, hace algunos meses había olvidado la idea de escapar confiando en las palabras de Gabriel, dejaba que me tocara y gemía en su oído, no por placer si no porque sabía que esto haría que me dejara una mejor propina.
De repente Gabriel interrumpió en el lugar y me ordeno que lo siguiera, me mando a mi habitación rápido y me dijo que buscara todas mis cosas, casi llore de la alegría imaginando mil maneras de llegar a mi casa abrazar a mis padres y quedarme arropada en sus brazos para siempre, pero nada de esto ocurriría pronto.
Cuando reuní todas mis cosas subí al auto rápidamente y él se subió a mi lado, lo mire expectante esperando a que me digiera que por fin me llevaría de vuelta a mi hogar, lo que paso después de eso fue confuso, tomo mi cara entre sus manos y me beso apasionadamente, como nunca nadie me había besado, lujurioso y lleno de deseo, trate de pedirle explicaciones pero me beso nuevamente, a este punto ya estaba acostumbrada a dejar que hicieran de mi lo que quisieran y solo le seguí el juego, si eso hacía que me dejara ir más rápido lo haría sin pensarlo.
Minutos después el auto se detuvo, lo mire sin entender , me tomo del brazo y arrastro de mi hasta un apartamento pequeño en el tercer piso de un edifico bastante sucio y antiguo. Abrió la puerta casi con desesperación y me empujo dentro cerrando la puerta tras de él.
Gabriel.. fue lo único que pude decir antes de que se abalanzara a besarme nuevamente, por mi mente pasaron miles de momento en que diferentes hombre hicieron lo mismo, pero ninguno podía compararse con la manera en que me besaba Gabriel, creo que si no fuera por todo el odio que sentía hacia él podría haber llegado a disfrutar del sabor de sus besos.
Gabriel: Quiero que desde hoy seas solo mía.
Y diciendo esto me despojo de mi ropa y me beso aun con más fuerza, descargue todo mi odio en un beso y casi me sentí sin fuerzas después de este, Gabriel era lo que más odiaba en la vida y sin embargo amaba sus besos, solo alguien tan estúpida como yo podía sentirse así.
Había estado casi un año haciendo de prostituta, teniendo sexo con muchos hombres a veces en una misma noche, pero en realidad no sabía nada de cómo hacer el amor, hasta ese entonces yo solo había dejado que me usaran como un juguete en la cama pero jamás había sentido el poder de hacer lo que yo quisiera, recordé con furia aquella primera vez y quise revertirlo todo esta noche.
Rompí su camisa y bese su pecho casi con demencia, el besaba mi cuello y tocaba mis nalgas, no tardo demasiado en quitarme la ropa y dejarme denuda ante él, quite sus pantalones y presencie su perfecta erección por debajo del bóxer, por mi mente pasaron cientos de erecciones causadas por mí pero ninguna como esta.
Esa noche me penetro con fuerza, y yo lo recibí con furia con enojo con toda la rabia oprimida, grite su nombre mil veces tratando de espantar con esto los demonios que oprimía en mi interior, por primera vez me sentí bien en el acto sexual y por primera vez nadie estaba pagando por estar conmigo. Gabriel, le dije mirándolo a los ojos, te odio con todo mi ser, y con esto lo bese hasta que eyaculo en mi interior.
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Mi amiga la muerte
Teen FictionEsmeralda es una joven normal, asiste a una escuela junto a sus amigas y nunca ha tenido problemas de ningun tipo, todo esto hasta que conocio a Gabriel desde ese entonces su vida cambio drasticamente y nada volvio a ser como era. amor, romance, dra...