"Te voy hacer miserable"

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Después de descansar un poco a la reacción de la droga, Soma se levantó a comer algo y poder hablar con Sebastian.

Llegó y se sentó en el pequeño comedor, Agni amablemente le sirvió unos bocadillos.

- Admiro sus ideas, nunca imaginé que pudiera sacarle información a ese tipo, yo ya le hubiera matado hace tiempo - sonrió el azabache.

- Es porque piensas como un viejo, como te dije...deja que actuemos y tendremos lo que necesitas - colocaba una pequeña memoria en la mesa.

- Esto es...-

- Si, Agni lo arreglo todo, solo tienes que reproducir este audio y todos se darán cuenta del plan bien armado de esa familia loca -

Un rayo de esperanza llenaba el corazón de Sebastian, ahora podría ir por Ciel y arruinar los planes de su tía Angelina.

- Me preguntó que pasara cuando se de cuenta que el dinero es falso - Agni se metió en la plática.

- Ese es un problemita, les sugiero que nos vayamos de este hotel de inmediato, saldremos a las afueras de la ciudad y tú tendrás que viajar hoy mismo, entiendes? -  hablo serio el moreno.

- Bien...me parece la mejor opción, no sabemos de que sean capaz en estos momentos -

- Manos a la obra, yo me encargo de sus amigos, cualquier cosa que salga mal avísame de inmediato por el móvil - entregaba un pequeño teléfono.

Sebastian termino su café y se levantó de la mesa, camino hacía donde estaban Tanaka, Finni, Bard y Meyrin.

- Ustedes estarán bien con Soma, yo me encargaré de traer a Ciel de vuelta ya verán que recuperarán su hogar y su cafetería -

- Gracias señor Sebastian, no deje que Elizabeth se salga con la suya - unas lágrimas salían de los ojos de Meyrin.

- Estaremos esperando por mi amo y usted - sonrió Tanaka.

- Asegúrate de que reciban su merecido - hablaba Bard emocionado abrazando a Meyrin.

- Señor Sebastian vaya con cuidado, la única boda que debemos celebrar es la de ustedes - sonrió contento Finni.

El mayor se despidió y salió rápidamente del hotel, tomó un taxi directo al aeropuerto.

* Mansión Midford *

Elizabeth estaba harta de la frialdad de Ciel, así que decidió tomar algunas medidas para hacerlo ceder.

Entraba en su cuarto y se sentó en la cama.

- ¿Porque no saliste a desayunar? -

- No tengo hambre - contesto frío.

- Ciel querido, mañana es la boda...deberías de estar emocionado, mira lo que me trajo Nina - sacaba unas prendas íntimas de encaje color rojo.

- ¿Eso para que? - gruño molesto.

- ¿Para que más? Después de la boda viajaremos a tomar unas lindas vacaciones de luna de miel, quizás Italia o Dubai...no sé. - se acercaba a él.

- ¿Tú idea es que tendremos un hermoso matrimonio verdad? - Ciel sonrió, esto le dió esperanza a la rubia.

- Siiii, tendremos un hijo en unos meses, pero mira esta lencería sexy será para nuestra noche de bodas - la joven se acercó para abrazarlo y pegar su cuerpo a él.

El ojiazul sonrió, se acercó a sus labios lentamente causando rubor en la chica, emocionada esperaba recibir un beso de su prometido.

- Eres una perra...- susurro en sus labios con la mirada altiva.

Elizabeth se quedó helada con la respuesta, lo tenía a escasos centímetros pero Ciel la miraba con odio y frialdad.

- Pero...pero que dices Ciel...tendremos un hijo...-

Violentamente la lanzó a la cama, tomó entre sus manos las prendas de encaje y la lanzó hacia su cara.

- Digas lo que digas nunca te amare, tus estúpidas prendas puedes usarlas pero te aseguro que yo nunca más en mi vida te voy a tocar -

Un nudo en la garganta se formó en Elizabeth, se sentía humillada y ridícula.

- Entonces así será Ciel, tú fuiste el que me embarazo y ahora actúas como un cobarde -

- No soy hipócrita, no te amo y aún me preguntó como fue que estuvimos juntos en ese hotel...pero te aseguro que voy hacer tú vida miserable...me quitaron todo lo que tenía -

- Perfecto...que así sea querido, lamento separarte de tu novio homosexual, pero apartir de mañana yo seré la señora phantomhive - sonrió burlona.

Se levanto de la cama y salió de la habitación. Se tragó su enojo para no verse ridícula enfrente de el chico.

En cambio Ciel estaba amargado y sin ánimos, sería su último día cómo una persona libre. La boda sería el día siguiente y no había marcha atrás.

La esperanza de ver a Sebastian se alejaba lentamente, el ya no lo busco y el no tenía modo de hacerlo.

- Tal vez sea lo mejor, yo falle al mentirle...espero que encuentres alguien que te haga feliz - suspiraba mirando por la ventana.

Sin saber el azabache estaba a bordo de un avión, estaba ansioso de llegar a buscarlo. Tenía algunos datos que Soma le logro conseguir.

La dirección de la mansión Midford y el lugar donde se llevaría acabo la boda, ahora solo tenía que pensar muy bien como lograr acercarse a su pequeño.

Sonrió para si mismo recordando aquellos días en que se conocieron, las primeras citas que ambos compartieron y como poco a poco se fueron enamorando. Estaba decidido en pelar contra todos por recuperar a su Ciel.

Mientras tanto en otro lugar un hombre hacia el berrinche de su vida. Lanzaba una maleta al suelo llena de billetes.

- ¡¡¡Maldita sea!!! Esos malditos, todos estos billetes son falsos - el enojo se hacía evidente en sus ojos.

Estaba en un pequeño hotel cerca del aeropuerto, su idea era escapar sin avisarle a su socia Angelina. Tenía el dinero necesario para desaparecer.

- Maldito mocoso, pero nadie se burla de mi...ahora mismo me las pagará...-

Undertaker se acomodo el abrigo y tomo un arma, necesitaba desquitar su enojo de inmediato. Abrió la puerta pero afuera lo esperaban 4 hombres.

- ¿Va usted alguna parte? -

- Que necesitan, estoy por salir -

- ¿Es usted aquel al que llaman "Undertaker"? -

- Quién les dijo...- dió un paso atrás.

- Está detenido por el posible homicidio de la señorita Matilda Simons - el hombre mostraba su identificación y dejaba al descubierto un arma en su cintura.

- Como... demonios...-

- Tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga podría ser usado en su contra, podrá buscar un abogado en cuanto se le haga un proceso - colocaba unas esposas en sus manos.

- He He He He es tan divertido, maldita sea - sonrió frenético al verse descubierto.

No había más que hacer, el albino fue detenido en ese mismo momento sin poder mostrar resistencia. Ahora pagaría sus errores en prisión sin recibir alguna ayuda.

A las afueras de la ciudad en una pequeña casa de campo, se estaban hospedando los sirvientes de Ciel junto con Soma y Agni. Por el momento sólo podrían pedirle a sus dioses que todo saliera bien y tuvieran noticias pronto.

Sebastian estaba llegando a su destino, aún en el avión no dejaba de pensar en su pequeño amante.

Mientras tanto Ciel miraba por la ventana y se llenaba de nostalgia, sin embargo un sentimiento se apoderó de su corazón, como si algo fuera a ocurrir en las próximas horas.

- ¿Que es esta sensación? - se tocaba el pecho.

Miró nuevamente al cielo suspirando, por un instante todo enojo y sentimiento de amargura desaparecía.


Entre mirada y un caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora