Anillo Azul

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En el departamento llegaba la pareja, después de varias semanas de estar internado en el hospital alfin regresaba a casa.  Con algo de trabajo Sebastian se sentaba en el sillón de la sala, el gato caminaba hacia él y brincaba a su regazo.

- Hola pequeño ¿Cómo estás? -

- Te extraño, le di de comer todos los días - se sentaba Ciel aún lado del sillón.

- Gracias amor, es una tranquilidad regresar nuevamente a casa -

Aún no dejaba de sentir un vacío en el estómago, se sentía asqueado y sucio su cabeza no dejaba de pensar en esa imagen tan repugnante de Lizzy desnuda junto a él en la cama.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por unos labios en el cuello.

- ¿Porque tan pensativo querido? -

- No es nada...solo me siento algo cansado, no he logrado dormir bien -

- Déjame ayudarte a relajarte -

Lo abrazaba de su cintura, lentamente con sus labios acariciaba su cuello, lo recostó en el sillón y sobre le besaba intensamente en la boca. Sus lenguas se mezclaban entre su saliva y respiración. Era lo único que le daba consuelo en su interior, aún así la culpa no lo dejaba tranquilo.

Tenía tiempo ya desde la última vez que estuvieron juntos en una situación así, lo besaba en el pecho mientras el otro jadeaba de placer.

- Sebastian...siento mucho calor -

- Tenía tantas ganas de tenerte nuevamente...muero por poseer tu cuerpo -

- ¿Que esperas idiota? -

Sonriendo por el puchero de su pequeño amante lo sujeto de sus caderas, con cuidado bajo su pantalón para dejar al desnudo su trasero. Era un placer poder tocar nuevamente su piel suave y tersa, su virilidad erecta acariciaba su entrada arrancando un pequeño gemido de dolor.

- Eso duele...con cuidado...mghhh-

- También me duele, no creas que no -

Poco a poco fue empujando hacia dentro hasta llegar al fondo, era tan estrecho el sentirlo, mirar su rostro sonrojado y sudoroso lo exitaba.

Sebastian gruñía como una bestia cada vez que embestía al joven como una presa que se entrega a su depredador. Lo mordía en el cuello en cada movimiento brusco, no dejaba de jadear y esos sonidos eran más estimulantes al oído del mayor.

Como un demonio devorando el alma de un desdichado, se entregaban después de semanas de no sentirse cerca, no tardo mucho en venirse dentro de él. Se acostó sobre su pecho sudoroso y agitado.

- Siento como si fuera la primera vez -

- Yo también...eso fue muy intenso -

- Ciel...-

- ¿Si? -

- Quiero decirte algo...-

- ¿Que es? -

- No ahora, este viernes quiero que salgamos en la noche y ahí te diré, será una sopresa -

- Está bien, solo porque eres tú, sabes que no me agradan mucho las sorpresas -

- Tranquilo cariño se que esto te va a gustar, ya lo verás -

Con el rostro sudado le regalaba un beso en sus labios, las preocupaciones de Ciel desaparecieron momentáneamente y se entregó al amor de su pareja. Confiando en que ese secreto nunca sería revelado.

Las actividades regresaban a la normalidad, Ciel atendía la cafetería como siempre con ayuda de sus fieles sirvientes y había recuperado su humor, se sentía más tranquilo aunque no dejaba de sentir náuseas cada vez que trataba de olvidar ese horrible escena con Elizabeth. Está nunca más llamo así que por lo mientras estaba aliviado de no saber de ella y si fuera posible nunca más verla así fuera de su familia.

Entre mirada y un caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora