Observar desde la oscuridad

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Pasaron los meses, no me dí cuenta de como pero así sucedió, escurrieron como simple arena entre mis manos.
En las noches oscuras mi obsesión por atrapar al Enterrador era más que eso, era mi nuevo propósito en la vida trás tantos años de vivir vacío. La policía notó mi sagacidad envidiable y me sacaron de la morgue para colocarme como un aliado, una especie de detective pero sin llegar a serlo realmente.

Era imposible, nada tenía sentido, todas las noches esperaba al homicida mientras me hallaba escondido entre las zonas donde no pegaba ni la luz de la luna pero él jamás apareció. Lo único que escuchaba eran llantos y voces de niños bastante claros pero provenientes de ninguna parte. Cada que sucedía eso me preocupaba saber si eran gente torturada por el asesino gótico o eran almas en pena oprimidas por el hecho de no poder descansar en paz. Así fueron las cosas un tiempo hasta que en uno de los tantos intentos recurrentes lo ví, tratabase no de un espejismo, supuse, un imperio de ímpetu me sobresaltó porque finalmente lo ví, estaba parado frente a la reja metálica del cementerio, su silueta era algo difusa por el espeso y espectral humo de la niebla pero supe que iba con una gabardina larguísima, un gazné y un sombrero, en su mano sostenía una pala sino mal recuerdo. Rápidamente corrí con esperanzas de hacerle frente y capturarlo pero a él le bastó con retroceder dos pasos hacia las tinieblas para desaparecer.

Algo no estaba bien, tal vez yo estaba enloqueciendo, o incluso ese mismo "tal vez" le correspondía al pensamiento de que el aspecto de este individuo no nos mentía y efectivamente fuera un ser de ultratumba, ese viejo enterrador que casi había desaparecido de la memoria colectiva. No lo sé, pero toda mi investigación fue perturbada por un encuentro todavía más grande que el anterior; una noche, mientras me disponía a repetir el mismo proceso ví entre la oscuridad otra silueta, esta era femenina. Me acerqué, no sabía a quien me toparía pero sus curvas y el hermoso cabello que proyectaba me dejaron claro con anticipación que sin duda alguna sería una mujer bellísima. Bien dicen que la clase se ve desde muy lejos pero no pensé que mi sorpresa fuera a ser tan indecible.
—¡Ohhh! por todos los ángeles
del cielo— me dije cuando cuando le tomé del hombro y giró su cabeza.
Era ella, era Jane Benoit.

El Enterrador (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora