Estuve a punto de intervenir con intención de salvar a mi camarada pues probablemente terminarían colgandolo en manera literal. La pena de muerte es un método al que el pueblo no está nada opuesto entre sí, todos son unánimes concluyendo que es lo mejor para finalizar con el mar de posibilidades de delincuencia de cualquier tipo. Desgraciadamente no pude asistir a tiempo a su hogar para así avisarle de lo necesario que resultaba el hecho de que abandonara el lugar para siempre. Cuando hice mi acto de presencia, la policía ya estaba llamando a su puerta. Esos fríos golpes contra la superficie de madera hacían que yo estremeciera y unos escalofríos penetraran en mis nervios, era difícil de tolerar aquel sonido completamente agresivo y espeluznante que siempre tendré presente en mi memoria por ser el principio de la desdicha.
—Abra la puerta, William Bartók, tenemos que inspeccionar su casa—
Tres días después se supo que ahí dentro encontraron el cadáver de una chica de 17 años que había desaparecido hace como un mes antes, me parece. Yo creía firmemente que tan solo se escapó de la custodia de sus padres por irse con algún caballero o algo, pero el mórbido asunto real es que esta yacía embutida sin mucha delicadeza bajo la cama de la habitación donde dormía Bartók. Sumado a ello, descubrieron en un baúl unas botas modificadas que aumentaban como 18 cm a quien las portara y en medio de las cajas viejas del sótano bastantes cuchillos de cocina que, aunque no estaban manchados de sangre y no mostraban signos de haber sido sacados en un buen tiempo, de cualquier manera representaban una cantidad inaudita, no es hipérbole sí me pongo a afirmar que eran por lo menos cien, lo cual delataba sin excusa alguna la culpabilidad de Bartók.
—Vince, ¡TIENES QUE AYUDARME, YO SOY INOCENTE! — Me dijo con desesperación el día previo a su ejecución en la horca pero no pude hacer más que estar el mayor tiempo posible a su lado en sus últimos momentos de vida, recordando las memorias añejas que despertaban las lágrimas en sus ojos y en los propios. Aunque él fuese un ruin asesino no dejaba de ser alguien cercano y estimado por mí. No era fácil verlo desde los barrotes de su oscura celda y despedirme para siempre de él. Estaba conmigo un sentimiento en el alma que hasta la fecha no tiene clasificación o nombre establecido; Tristeza e histeria que danza con sufrimiento convertido en adversa tragedia, es lo más cercano a lo que puedo llegar a aspirar describir.
Cuando se llevaría a cabo el ahorcamiento yo no estuve presente porque mi sensibilidad no me permitiría dejar de hacer alguna barbaridad. Opté por contraer un encierro en mi diabólica casa en medio de un silencio profundo, como en la mayoría de las ocasiones.
Horas de beber cantidades incalculables de alcohol a solas se desquebrajaron en el momento de que alguien tocaba a mí puerta, recordé de pronto los infernales golpes que escuché cuando fueron a revisar la vivienda de mi ahora difunto amigo. Fuí a abrir con lentitud mientras algo me oprimía con ímpetu, sentía que sería Jane a quien terminaría topandóme pero no, en su lugar estaba un oficial muy devastado y alterado.
—¡VINCE, BARTÓK ESTÁ MUERTO PERO ERA INOCENTE!—
—¿De qué me habla?
¿Se siente bien?——¡MIENTRAS SUFRÍA SU CONDENA UNA SILUETA NEGRA
APARECIÓ EN...——¡CON UN DEMONIO, NO GRITE, ME PONE MÁS FRUSTRADO!—
—OHH... yo, lo siento... Pero es que un tipo vestido similar al atuendo de un vampiro estaba arriba del tejado de la vetusta comisaría y con un violín que portaba comenzó a tocar la famosa sonata maldita,
"El Trino del Diablo"
Desde luego era el verdadero Enterrador. Por desgracia al tratar de ayudar a bajar a Bartók para salvarle la vida, él ya no estaba con
nosotros. Creemos que lo que encontrarnos en su casa pudo haber sido implantado con mucha astucia —Una ira impasible dió miles de azotes a mi alma y se volvió incontrolable, me puse a gritar maldiciones y cosas sin sentido como un maldito enfermo mental de manicomio, rompí todas las botellas de vino estrellandólas contra la pared, lancé varias sillas de madera contra otros muebles y en fin, hice pedazos mi morada mientras el policía trataba de calmarme pero sin dejar de ser empático con mi dolor.
—¡VINCE, BASTA, TE JURO QUE ATRAPAREMOS AL RESPONSABLE—
Mis ojos se volvieron un tapiz de venas rojas y mis dientes casi se hacían pedazos entre sí por la presión que les aplicaba en mi salvaje acto de enojo y miseria. Me apoyaba con ambas manos justo en el escritorio donde el florero fué objeto de actividad paranormal, en esos instantes me había tranquilizado pero mi cuerpo no cesaba de temblar sin más.
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El Enterrador (TERMINADA)
Horreur¿Qué nunca te has puesto a pensar que un día más es un día menos para verte inerte en el ataúd? Vincent pasa por un periodo en su vida muy solitario y melancólico el cual lo lleva a ser participe de varios acontecimientos trágicos y algunos otros de...