Al siguiente día extistió una deprimente mañana, gélida y sombría. Caminaba al trabajo cómo de costumbre; algo fastidiado de la rutina para ser franco, pero me distraían, o mejor dicho, me cautivaban las gotas que lentamente se escurrían desde los techos empapados de las casas, formando una infinidad de charcos al alcanzar el suelo.
Poético era el cielo teñido de un resplandeciente color grisacéo, todo esto eran cómo los vestigios de la lluvia féroz que duró gran parte de la noche y madrugada. Aunque fascinante, lucía particularmente lúgubre y desolado, incluso juraría haber percibido en el ambiente una ligera neblina que a pesar de no ser demasiado visible me hizo recordar a la tétrica niebla que inunda los callejones de Londres.
Al abrir la puerta y dar el primer paso dentro del establecimiento de manera casi inmediata me topé con uno de mis pocos colegas. Él lucía demasiado pálido y actuando intranquilo, simplemente espantado, absolutamente preso de alguna imagen que lo perturbó hasta punto de aturdir sus sentidos; parecía apenas darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor y estar centrado sólo en su mente que quedó impactada, algo así cómo si instantes atrás hubiera visto frente a frente al mismísimo Lucifer, o al menos eso me daba a entender su aspecto, desde luego.
-¡Oh, por todos los cielos! ¿Qué te ha pasado Bartók?
- Exclamé con ímpetu y preocupación.
Todo se torno mucho más espeluznante pues mi camarada al parecer estaba medio mudo, trataba de hablar y con ello decirme algo en extremo importante pero las palabras no salían de su boca al poseer dicha zozobra y tensión tan monstruosas, pero en un lenguaje primitivo no verbal ni escrito resultaba evidente que algo grave, o por lo menos increíble había sucedido.
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El Enterrador (TERMINADA)
Horor¿Qué nunca te has puesto a pensar que un día más es un día menos para verte inerte en el ataúd? Vincent pasa por un periodo en su vida muy solitario y melancólico el cual lo lleva a ser participe de varios acontecimientos trágicos y algunos otros de...
