El gato lúgubre

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Aun era de noche pero las señales del renacimiento del sol eran ya visibles en el cielo nocturno repleto de estrellas, Orión y Draco se veían desde su ventana.

Era Sábado por la madrugada y ese día a esa misma hora siempre se iba a pasear por el río, desde el puente que llevaba hasta el se veían las lejanas montañas y los amaneceres y anocheceres eran hermosos. El cielo pronto se pintaría con el fuego de la estrella mas brillante, anunciando la muerte del sol de medianoche.

Salió de su casa, en la calle no había movimiento, todo la ciudad dormía, excepto Goëtia, consideraba aquella hora la mejor pues prefería disfrutar del paisaje  sin que ningún humano ruidoso rompiese el sonido del silencio. 

Ya iba por medio camino, siempre escogía las sendas repletas de naturaleza, cuanta menos ciudad y signos de civilización mucho mejor.  Para llegar al puente siempre tenía que pasar por al lado de su antiguo instituto, siempre imaginaba que le prendía fuego  y todos salían corriendo y suplicando. Algo que definía a a Goëtia era que era un alma vengativa, si era necesario desatar una tercera guerra mundial ella lo haría. Olvidó sus planes macabros y empezó la ascensión por el puente, el sol empezaba a alzarse quemando el manto de estrellas, el cielo lentamente se tornaba de un azul aun bastante oscuro, Goëtia  contempló la carretera que había bajo el puente, los coches pasaban rápidamente junto aquel característico ruido del asfalto, el viento era mas fuerte a aquella altura y al estar tocando el río era mas puro.

Siguió con su paseo ahora descendiendo hasta el camino que pasaba por al lado del río Llobregat, las diferentes rutas que se podían seguir eran arenosas, con piedras y arbustos, la hierba estaba mojada por el rocío de la mañana.  

Todo iba bien, todo estaba en calma pero algo aterrorizó a Goëtia, la cabina azul del día anterior estaba a pocos metros de ella, allí, plantada en el camino. Se acercó con cautela y la contempló fijándose en cada detalle, acarició la madera azulada, en el interior de aquella cabina residía una extraña energía, la joven no se atrevía a entrar, ni siquiera entendía como había llegado hasta allí. 

Siguió hacia delante acelerando el paso, sentía que aquella cabina le perseguía y no entendía ni el como ni el porque, no se lo podía contar a nadie, si lo hiciese la meterían en un manicomio, igualmente no tenía a nadie a quien contárselo.  Mas adelante se veía una figura humana, Goëtia no podía distinguirla pues el sol la cegaba, no le importó demasiado, seguramente era alguien que como ella también disfrutaba paseando por el río a tempranas horas de la mañana, no tardaron en cruzarse.

Goëtia sintió una sensación extraña al pasar por al lado de aquel desconocido, sus miradas se entrelazaron durante unos segundos, era un hombre mas bien alto sus cabellos eran grises con algún toque marrón, sus ojos eran de un hermoso color verde pero eso no era lo mas extraño, eran sus vestimentas, recordaba un poco a la moda del romanticismo, llevaba un chaleco negro abrochado sobre una camisa blanca, y encima de todo eso una gabardina negra y roja por dentro que ondeaba con el fuerte viento que soplaba en aquel momento. No parecía ser un hombre demasiado común, desprendía un extraño aire de misterio, Goëtia se giró para ver como se alejaba, tenía tentación de seguirle, y lo hizo.

Se escondió tras unos matorrales y empezó a seguir al desconocido intentando que no se diese cuenta, vio como el hombre se acercaba a la cabina azul, tal vez el también sentía curiosidad por ella, pero lo que no se esperaba Goëtia era que aquel hombre abriese la puerta, y tampoco se esperaba que antes de adentrarse en la cabina le guiñase un ojo, era obvió que había notado que la joven le seguía, tras cerrar la puerta un sonido se escuchó, era el sonido que Goëtia había escuchado el otro día, el día que vio por primera vez la cabina.

El sonido provenía de la cabina y mientras lo emitía la caja azul se iba volviendo transparente hasta desaparecer como por arte de magia, Goëtia tuvo que taparse la boca para no gritar, ahora sabia que aquel desconocido tenía que ver con esos extraños sucesos, pero quería saber mas, quería saber mas sobre aquel individuo, pues de alguna manera sabía que el era como ella, tal vez por eso la perseguía, o al menos eso era lo que creía ella. La curiosidad mató al gato, tal vez lo mas inteligente que podría hacer Goëtia sería no meterse donde no le llaman, tal vez tendría que temer a aquel hombre misterioso, pero no, le maravillaba...

Doctor Who: Goëtia la solitaria incomprendidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora