Confesiones sobre un planeta descolorido

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El sol descendía ocultándose lentamente tras las montañas, el cielo se tornaba de un color anaranjado. Goëtia y el Doctor habían recorrido media ciudad, en cada calle y en cada parque había una victima, mujeres, hombres, ancianos y niños, todos ellos pálidos y fríos como la nieve. Goëtia nunca se había imaginado una invasión así, tan silenciosa, nadie podía saber ni escapar de su final.

En aquel momento estaban sentados en una piedra elevada, cerca del río, Goëtia disfrutaba del paisaje y de la brisa que le mecía los cabellos, el Doctor observaba como el cielo anaranjado lentamente se tornaba oscuro.

-Doctor ¿Puedes prometerme una cosa? - dijo Goëtia sin apartar la mirada

-¿De que se trata?

-¿Si los Benermartienses nos destruyen podrías...? ¿Podrías llevarme a tu planeta?

El Doctor la miró al escuchar aquella pregunta, tardó cerca de un minuto antes de dar respuesta.

-¿Mi planeta? - hizo una larga pausa - Goëtia, no voy a permitir que los Benermartienses os destruyan, me he enfrentado a cosas mucho peores.

-Bueno, pues tendré que confiar en ti, supongo que eres el único que puede salvarnos. Aunque igualmente, me gustaría ver tu planeta, no se por que pero me lo imagino como un lugar hermoso.

-Si, ya... - intervino el Doctor

-No te enfades por esta pregunta pero es que necesito saberlo. ¿Por que no me hablas de tu hogar? Está bien, puedo tolerar medianamente que no quieras decirme nada sobre el tema, pero al menos dime por que. ¿Que problema hay? Mira, si a mi un alien me preguntase sobre mi mundo le diría: "Hola, vivo en un planeta interior llamado Tierra situado en el Sistema Solar, en alguna parte de la Vía Láctea. Odio ese planeta, y a todos los de mi raza, el aire está contaminado y todo lo que antes era verde se torna de un gris que te da ganas de quitarte la vida."

El Doctor la miró perplejo tras escuchar aquella descripción sobre la Tierra.

-¿Eso es lo que opinas sobre tu hogar?

-Bueno, en realidad el asco que siento no es por la Tierra en si, si no por los terrícolas. ¡Pero es que míralos! Son conscientes de que este es su único hogar, el único lugar en el que pueden vivir, y aun así lo destruyen, lo contaminan. Dicen que lo único que importa en la vida es triunfar, tener mucho dinero, y ser mejor que nadie mediante crueldad, egoísmo y codicia. ¿Si? Pues si no cuidan del planeta todo eso lo acabaran perdiendo. Sin la Tierra no hay dinero, sin la Tierra no hay nada que construir ni destruir. ¡Sin la Tierra no hay vida, no hay nada! - hizo una pausa para respirar hondo - Yo sufro mucho Doctor, me da rabia y pena ver como la gente de mi edad desperdicia su tiempo buscando novios y novias de un día, emborrachándose, fumando, haciendo el amor en los baños del instituto y divirtiéndose como si nada pasara. Estoy sola, en ocasiones siento que soy la única persona que realmente se da cuenta de la repercusión de los actos humanos en el medio ambiente, soy la única persona que añora los tiempos de antaño. Siempre he temido el futuro, no quiero vivir en un mundo gris y cruel, si es que no nos extinguimos antes... Y no lo digo por los Benermartienses, lo digo por nosotros, odio tener que incluirme pero si, nosotros, los malditos humanos. Fuimos creados para destruirnos mutuamente y exterminar todo aquello que no entendemos, y eso es lo que pasará al final, seremos tal vez la vergüenza del universo, una historia llena de guerras y odio, sangre y humo, una historia digna de ser borrada del tiempo.

-Goëtia... Se como te sientes, lo entiendo mejor de lo que piensas. No todo la gente es así eso te lo puedo asegurar. Ahora estoy solo pero en la Tardis me han acompañado muchas personas a lo largo de las eras, cada uno tenía diferentes maneras de pensar, gustos diferentes y todo eso, pero todos ellos me demostraron ser grandes personas, tal vez mas de lo que he llegado a ser yo. Si, lo sé, los humanos en general son malas personas que solo se preocupan por su propio ser, pero gente de la que te hablo son el verdadero futuro. Aun que te cueste creerlo tu mundo no siempre será así, habrá un renacimiento, una caída, de nuevo un renacimiento y así sucesivamente. En ocasiones las cosas deben morir para dejar paso a algo mejor, a un cambio beneficioso. Eres una muchacha inteligente, supongo que sabrás que eso ya ha sucedido en el pasado.

-Muy bien, supongo que tienes razón. ¿Pero como puedes estar tan seguro?

-He viajado mucho Goëtia, he estado en cientos y cientos de planetas, muchos con historias similares a la Tierra, he aprendido de todos ellos. Ademas, la Tardis no entiende de barreras en el tiempo, bueno, casi ninguna...

-En fin, tienes mas experiencia que yo.

Se bajó de la piedra y dio unos pasos hacia delante, se detuvo para escuchar todos los sonidos nocturnos, el Doctor hizo lo mismo.

-Goëtia, deberíamos volver a la Tardis.

-Si, tienes razón.

• • •

Las calles de la ciudad estaban completamente desiertas, los bares vacíos y todas las ventanas cerradas, era obvio que la gente tenía miedo, aunque Goëtia dudaba que una ventana cerrada les fuera a servir de mucha protección. ¿Como puedes protegerte de algo que desconoces?

Ella no podía evitar estar todo el rato dirigiendo la mirada por doquier, tampoco quería separarse ni un milímetro del Doctor, creía que así evitaría correr la misma suerte que las victimas que habían visto antes.

Mas adelante una mujer lloraba agachada ante el cuerpo de un hombre, debía ser su marido. Goëtia y el Doctor pasaron por al lado sin osar dirigir la mirada, la joven, a pesar de escuchar aquellos llantos no fue capaz de sentir pena, la verdad es que casi nunca había sentido nada por nadie. Siempre se había considerado una persona sin emociones, exceptuando el odio, el asco y la rabia, aunque con el Doctor era todo diferente, el le caía bien y en cierto modo le quería, lo consideraba una persona maravillosa y un gran amigo.

La Tardis ya estaba bastante cerca, la chimenea del Parc de les Aigües se alzaba no mucho mas allá, con la única iluminación de la luna y una farola solitaria de luz fría y parpadeante. Goëtia tenía la desagradable sensación de que algo les esperaba, no quería girar la cabeza por temor a encontrarse algo no demasiado bello siguiéndola con sigilo, a punto de arrancarle el pescuezo. Demasiado típico de películas de terror, pero ella creía en ese tipo de cosas.

Un sonido metálico se escuchó del interior de la chimenea. Debajo de ella se encontraba una antigua construcción que convirtieron en el museo de las aguas. Goëtia recordó que allí se encontraban grandes y antiguas maquinarias, lo único que creía que podía hacer aquel ruido que le ponía la piel de gallina, pero era imposible, no se habían puesto en marcha en años ni tampoco se iban a utilizar nunca más. Le dirigió una mirada al Doctor, el parecía estar tranquilo, seguramente estaba tan metido en sus misteriosos pensamientos que no se había inmutado de aquel ruido que aun resonaba en su cuerpo. No podía meterse en su cabeza, aun qué en ocasiones le gustaría.

Llegaron a la Tardis sin haber sido, obviamente, asesinados por algún monstruo de la mente de Goëtia, eso sin duda le alegró sobremanera. En el interior de la Tardis se sentía mas segura, según el Doctor aquel era uno de los lugares mas seguros de todo el universo, ella le creía.

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⏰ Última actualización: Jun 07, 2018 ⏰

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Doctor Who: Goëtia la solitaria incomprendidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora