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Harry se encontraba caminando por el lago negro junto a sus dos mejores amigos, estaba tan concentrado en sus pensamientos, que no se percató de la discusión que sus amigos habían comenzado.
Se sentaron en el tronco de un árbol frente al lago negro.
El azabache estaba concentrado en su propia mente, luego de hablar con Dumbledore sobre sus extrañas visiones relacionadas con Voldemort, el anciano decidió mostrarle un recuerdo.
—Voy a mostrarte la historia de tus padres, Harry, creo que mereces saberlo. —Había dicho el viejo.
Se inclinaron en el pensadero, los ojos del joven Potter fueron testigos de una rara historia, en esta estaba su padre y amigos, escenas de esta eran tan 'macabras' que Harry no podía creer.
Pensó en la linda amistad que mantuvo su padre.
Pensó en la estupidez de separar su grupo.
Pensó el la fidelidad de Maitte hacia sus amigos.
Pensó en el amor tan puro que James y Maitte se llegaron a tener.
Pensó en que hubiera pasado si ese amor siguiera vivo.
Sonrió aún más al saber que él fue el fruto de su amor.
Su mente divagaba en la noche del 31 de octubre. Lily Evans de alguna manera conocía el escondite de los Potter, se los entregó a Voldemort. Tres merodeadores murieron esa noche: James, Maitte y Peter que defendió a sus amigos, hasta que su propia muerte llegó, peleó con valentía como el Gryffindor que era.
Una lágrima corrió por su mejilla, no llegó a limpiarla sin que Hermione notara su estado.
—¿Harry? ¿Estás bien? —Preguntó su mejor amiga.
Más lagrimas como la primera recorrían sus mejillas.
Harry le contó la historia entre lágrimas y sonrisas, estos reían ante los divertidos acontecimientos que Maitte protagonizó. Harry tenía acciones bastante parecidas a las de su madre, si no fuera por Hermione, habría acabado gran cantidad de veces en el despacho de McGonagall, castigado por golpear a Draco.
Cuando terminó de narrar la historia Ron habló —Dices que es un árbol medio quemado, cerca de aquí —hizo un extraño gesto con las manos dando a entender que el lugar descrito por Harry se encontraba cerca de lago negro. Harry asintió.
Sin decir nada Ron se levantó ante la atenta mirada de sus dos mejores amigos. Verificó varios árboles y hasta llegar a la sombra de uno sonrió, susurro algo, pero ni la castaña ni el azabache comprendieron —Harry, acércate.
Dudoso el chico de gafas se acercó a su amigo, creía saber lo que vendría, pero no estaba seguro, al llegar junto a el árbol, cerró los ojos, y volvió a abrirlos. El árbol tenía talladas unas palabras que, a pesar de los años, las cenizas que rodeaban las letras y la vejez del árbol se distinguían perfectamente. Los ojos del chico se aguaron y abrazó a su pelirrojo amigo con fuerza. Hermione al ver la escena se acercó a ellos para verificar la causa de su alegría, sonrió al ver la emoción de su amigo, a ella también se le acumularon algunas lágrimas en los ojos, los tres compartieron un abrazo grupal.
Esa misma noche Harry se encontraba en su habitación, todos estaban dormidos, él cerró las cortinas de su cama, para iluminar su varita, estaba ojeando el álbum de fotos de sus padres.
Había una foto de donde Sirius cargaba a Maitte en su espalda y Peter estaba junto a ellos riendo.
Otra de Remus y Sirius poniendo su brazo en la cabeza de Mai, ella rodaba los ojos con una sonrisa, se preguntó dónde estaría su padre en ese momento.
La siguiente foto mostraba a todos los merodeadores junto a su árbol, llevaban puesto su uniforme de Hogwarts, se dio cuenta de como su madre resaltaba entre los cuatro leones, se preguntó si la Ravenclaw estaría orgullosa de él, al quedar en Gryffindor, sonrió mientras seguía viendo la foto.
La propuesta de matrimonio de James, Maitte asentía con la cabeza mientras limpiaba las lágrimas que corrieron por sus mejillas. Acarició la fotografía con su pulgar al ver la felicidad de sus padres.
Un sollozo escapó de la boca de Harry al ver la imagen de la boda de James y Maitte, ambos sonreían y mostraba su anillo.
La última foto mostraba a Maitte cargaba a un recién nacido Harry, su madre estaba en una camilla con sabanas blancas mientras miraba a su bebé con ternura y James estaba acariciando la cabeza del pequeño que dormía bajo el cuidado de sus padres. Varias lágrimas cayeron en esta imagen, tras esta estaba escrito "Al lindo bebé que cuidaremos con la vida, te amaremos siempre, Harry".
—Siempre —sollozó Harry para volver a guardar el libro en su lugar, se acomodó para dormir mientras una sonrisa cruzaba por su rostro y un pensamiento en su mente.
Pelearía por ellos, sería fuerte por ellos, porque gracias a ellos, él aún vivía.
