Era sábado, y Dalia salió a comprar sus libros. Todos sus ahorros se fueron ahí. La verdad es que no tenía dicha porque todo siempre caía sobre ella y no se atrevía a hablar con sus padres. No quería preocuparlos.
Caminaba por las calles de la ciudad después de las compras cuando oyó una música. Tenía un buen ritmo y provenía de un local cercano. Como si estuviera atraída por un imán se acercó a donde provenía la música y pudo distinguir también la voz que cantaba.
Abrió la puerta poco a poco, era una cafetería. Y en un pequeño escenario en el fondo había una banda tocando. Y el cantante para su sorpresa era Lysandro. Entonces recordó haber oído acerca de que él cantaba en una banda, pero no sabía si era cierto.
Tomó asiento en una mesa un poco alejada del escenario. Las luces estaban bajitas dándole un toque de concierto al lugar. Y Dalia estaba totalmente concentrada en él. Parecía que él disfrutaba cuando cantaba. Se notaba su pasión y entrega por la música como si la viviera. Su voz llenaba el lugar y embelesaba a todos los presentes.
“...Y ves que solo son deseos fugaces..."
Ella oía cada letra, cada verso, y sentía como si aquella canción fuera dedicada a ella.
“Cuando la luz de tus ojos se apague..."
Sus miradas se cruzaron, y fue como una extraña descarga recorriendo su cuerpo.
“Si tu camino se pierde de vista,
Allí me encontrarás.
Porque...llorar sola es aumentar las penas,
me tienes a mí para alejarte de ellas,
Aunque el mundo completo esté contra ti,
Nada ni nadie te alejará de mí,Ven a mis brazos y te protegeré,
de todo aquello que te haga llorar.
Solo confía que aquí estaré,
Para acabar con tu soledad."
Era esa canción. La que le había cantado cuando estaba en el sótano. Por alguna razón Dalia sintió que el cantaba esa canción por ella, y una lágrima salió de sus ojos y rodó suave por sus mejillas. La limpió con sus manos y sonrió.
Se quedó allí sentada hasta que terminó la canción. Y con un manojo de emoción salió de allí cuando el grupo se despidió y se marchó. Al dirigirse a casa se encontró con Lysandro parado mirando fijamente el suelo. Cuando ella se acercó levantó la mirada y le sonrió.
— Hola Dalia. No sabía que venías aquí.—
— No, realmente estaba comprando mis libros porque los anteriores se dañaron y cuando pasé por aquí decidí entrar.—
— Entiendo... ¿y has estado mejor?—
— Si, realmente me subiste el ánimo. Esa canción...—
— Está inspirada en alguien especial.—
— Pues ese alguien debe estar feliz. La verdad es que es muy linda.—
— ¿Vas a casa ahora?—
— Si, no tenía intenciones de desviarme desde un inicio —
—¿Puedo acompañarte?—
— Claro.—
Dalia estaba aún más feliz. Pero dentro de ella surgía una duda: ¿En quien se inspiró Lysandro para esa canción? ¿Será para una chica que le gusta? Y si era así ¿Estuvo correcto que se la cantase a ella? «Aunque seguro solo lo hizo para consolarme.» pensó.
Cuando llegaron frente a la casa de ella se despidieron y Lysandro se marchó. No hablaron en todo el camino, como era propio de él. Pero no fue un silencio incómodo. Fue algo más... acogedor.
Dalia se encerró en su cuarto y se puso a limpiar. Encendió un pequeño y viejo radio que tenía adentro su CD favorito y cantó mientras limpiaba hasta que se hizo de noche.
— “Eres la reina del pop, una vida sin..."
— ¡DALIA! baja a cenar.—
— Ya voooooy.—
Apagó la radio y bajó al comedor. Su padre se encontraba terminando de leer los artículos del periódico que no había leído en la mañana y su madre estaba terminando de servir la cena. Se sentaron todos y comieron en silencio.
Dalia tarareaba una y otra vez la canción que estaba escuchando antes de bajar con una sonrisa en los labios lo que se le hizo extraño a su madre.
— Vaya cariño, estás muy feliz. No te veía así desde que comenzaste a estudiar en ese instituto. ¿Que ha pasado?—
— Nada mamá. —
— Oh vamos, yo sé que te pasa algo. ¿Acaso es por un chico?—
El padre de Dalia se atragantó cuando oyó eso y tuvieron que buscarle agua para que se tranquilizara. Cuando ya estaba bien entonces reaccionó nervioso.
— ¿U-u-un chico? ¿Acaso tienes novio?—
— ¡No papá! Solo me siento feliz porque tengo un amigo.—
— ¿Como así? — habló su madre confundida — ¿No tenías muchos amigos en el instituto?—
— Tenía... — respondió para sí misma en un tono lo suficiente bajito para que no escucharan.~~(^-^)~~ Al siguiente día ~~(^-^)~~
— Bien, hoy es domingo, hora de mi caminata.—
— Dalia.— apareció su madre por la puerta.
— Dime mamá. —
— Ya que vas a salir ¿puedes ir comprarme un refresco?—
— Si, ¿porqué, viene visita?—
— Si.—
— ¿Quien es?—
— Es una sorpresa.—
Dalia se colocó su ropa de hacer deporte -unos shorts blancos con dos franjas negras al costado y una blusa de tirantes negra- y se fue al parque a dar una vuelta. Luego de correr una hora se sentó en un banco a descansar y beber un poco de agua. En el banco había un pequeño papel blanco doblado cuidadosamente. Curiosa al fin, Dalia tomó la nota y la abrió y se encontró con una lista de compras.
«Pobre del que se le perdió»
La guardó en el bolsillo, consciente de que quien fuera su dueño no la iba a encontrar y se fue al bazar a comprar el refresco.
Allí vio alguien de espaldas que se rebuscaba entre los bolsillos. Ese cabello, esa vestimenta, era imposible no saber quien era. Si fuese otra persona del instituto se habría alejado sin pensarlo dos veces, pero como era él ella no tenía que temer. Se acercó por detrás y le saludó.
— Buenos días Dalia. Que coincidencia que nos encontremos aquí.—
— Pues si, ¿verdad? ¿Se te perdió algo? Te veo un poco agitado.—
— Es que tenía una lista de compras pero se me perdió.—
Dalia se rebuscó la lista que había encontrado en el parque y se la enseñó.
— ¿No será esta?—
— ¡Si! Esa es. Gracias.—
— No es nada. La encontré en un banco en el parque.—
— Ya veo.—
Entonces apareció Castiel con una cara malhumorada como la mayoría del tiempo.
— ¿Ya encontraste la... Que haces con “ella"?—
— Ella tiene nombre Castiel. Y es Dalia. Y si, Dalia me ayudó a encontrar la lista.— Resaltó el nombre de Dalia en forma de reproche a lo que Castiel se molestó más.
— Bueno, supongo que eso es todo. Nos vemos mañana.— dijo Dalia al ver que su presencia molestaba a Castiel.
— ¡Espera!— dijo Lysandro
— ¿Si?—
— Mañana... bueno, olvídalo.—
— ¿Eh? Esta bien. Adios.—
Dalia tomó un refresco grande de uva y lo pagó y luego llegó a casa.
Cuando llegó al vestíbulo escuchó una voz que conversaba con su madre y se paralizó. Esa voz sin duda, era la voz de quien le había hecho la vida como era ahora. Elena.---------*-*-*-*-*-*-*-----------
Haaaaaaao (~ -w-)~ Como les va? Bien, en el siguiente capitulo van a saber lo que pasó en el Sweet Amoris con Dalia y Elena que ahora la desprecian tanto. Así que esperenloooo.
Preguntaaaaa: ¿Cual de los personajes hombres de CDM quieres que aparezca más en la historia? También quien quisieras que se pusiera del lado de Dalia además de Lys. Chaoo
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Canciones para mí. (Lysandro CDM)
أدب الهواةDalia sufría constantemente de abusos en el instituto. La soledad se convertía en su única amiga. Pero solo él podía lograr sacarle una sonrisa. Cada canción era para ella una torre de refugio en tiempos de tormenta. Sin embargo surgía la duda: ¿La...