2.

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La mandíbula del chico estaba apretada, sus manos hechas puños y su pecho subía y bajaba rápido. Estaba más que enfadado y se podía ver a kilómetros. Él se lo había buscado.

Cogiendo rápidamente y fuerte mis manos, me quitó la cacerola y el cazo tirándolo fuertemente dentro de su casa. Me agarró del codo y me metió dentro de su casa cerrando la puerta de un fuerte golpe. Ay madre, ay madre la que he lidado, pensé.

Me estampó contra la pared aún con su mano en mi codo apretándolo fuerte.

-¿Qué coño te piensas que estás haciendo?

Oh, oh... su voz tan sumamente cargada de rabia, me aterraba aún más.

Sus ojos mandaban dagas a los míos. Tragué duro antes de contestar, no iba a dejar que el sintiese que estaba muerta de miedo.

-Pensaba que te gustaba la música -me burlé, cosa que no debería de haber hecho. Pero así soy, siempre tan bocazas.

Su mirada era más oscura que anteriormente y se acercó poco a poco a mí, quedando a centímetros de mi cara. Pavor...siento mucho pavor.

-Eres muy valiente de venir aquí a tocarme los cojones y después reírte de mí -dijo entre dientes-. No estoy de humor para tus putos juegos de niñita -agarró más fuerte mi codo. Estaba segura de que me quedaría la marca de su mano. Yo no podía apartar la vista de él, había metido la pata hasta el fondo.

-Más vale que no vuelvas hacer eso o tendré que darte una buena lección. No me conoces y no tienes ni una sola idea de lo que soy capaz -amenazó, lo cual hizo que me asustase más aún. Pero no, no podía dejar que el viese que tenía miedo de él. ¡Estaba temblando!

-No te tengo miedo -tragué saliva, mis palabras no salieron muy convincentes. Aparte de cobarde, era una mentirosa. Claramente, tenía el rabo entre las patas cual perro asustado.

El se rió y me liberó de su agarre, haciendo de sus manos puños, estampó su puño izquierdo justo a centímetros de mi cara, golpeando la puerta y haciendo un pequeño agujero. Di un brinco, sin ni siquiera ahogar el pequeño grito que salió sin permiso alguno de mi garganta.

¡Santo cielo!

-No creo que quieras conocerme realmente Olivia McCan -sonrió burlesco.

¿Eh? ¿Cómo?¿Cómo diablos sabía cómo me llamaba?

-Porque estoy seguro de que te arrepentirás -la sonrisa se convirtió en una maléfica.

Joder, joder ¿dónde te has metido Olvia?, pensé.

Me desmayaría, estaba segura de eso. Mi cuerpo no podría soportar más presión.

El levantó su mano derecha que estaba a un costado, cerré los ojos fuerte pensando que iba a golpearme pero estaba equivocada, su mano acarició mi mejilla suavemente.

Impredecible.

-Estás muy sexy con ese pijama -susurró a centímetros de mi oreja. Abrí los ojos lentamente y lo encontré escaneándome de arriba a abajo.


¿Es bipolar o que es lo que le pasa a este chico? Pensé. No sabía que decir, mis manos temblaban y mi cuerpo no respondía. Tenía que salir de ésa casa de inmediato.

-Yo...Em...Uhm... -mis palabras no salían. Me ahogaba con el nudo que había ido creciendo durante el poco tiempo que estaba ahí, muerta de miedo.

Entonces, en un arrebato de valentía, mi cerebro respondió y me liberé fácilmente de él. Abrí la puerta y salí corriendo hasta llegar a mi casa.

Invicto.© EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora