12.

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Me desperté porque me entró una corriente de aire por la espalda. Cuando fui a taparme de nuevo, había algo que me impedía tirar de la sábana. Un poco frustrada, porque tenía frío (y mucho sueño), miré extrañada, sólo abriendo un ojo, y vi a Justin con las sábanas enredadas en las piernas. Estaban hechas un lío.

¿Cómo se las había arreglado?

Me reí por lo bajo y me detuve a observarlo. Tenía la boca ligeramente abierta, cayendo un hilo de baba por la comisura de sus labios.

Era un poco asqueroso, pero se veía de lo más natural. No como el tipo rudo al que acostumbra ser. Evité soltar una carcajada al verlo de tal manera. También, tenía el pelo despeinado, una mano apoyada en la almohada y otra la tenía colgando de la cama.

¿Cómo podía dormir así?¿No estaba incómodo?

Bueno que, cuando dicen que se te cae la baba es que estás la mar de bien.

Seguí mirándolo y contemplando lo guapo que estaba de ese modo. Al instante, recordé lo que había sucedido de madrugada, y comencé a pensar en lo que pudo ser y no fue. Sus manos recorrían todo mi cuerpo hasta hacer que subiera al cielo,sus labios besaban los míos...y se paseaban por mi piel, provocando mil sentimientos en mi interior.

-¿Soñando despierta?

Estaba tan metida en mis pensamientos que ni siquiera me había dado cuenta de que Justin estaba despierto y mirándome. Empecé a ponerme más colorada que un tomate.

¡Menos mal que nadie podía saber lo que pensaba!

-No -mentí-. Me había quedado empanada pensando en el partido de esta tarde.

-Ya... -sonrió,¡pero qué guapo está! - ¿Sabes que mientes fatal?-alzó una ceja divertido, mientras ponía sus manos detrás de su cabeza.

-No estoy mintiendo.

-Lo que tu digas -rió y con su dedo índice, me tocó la punta de la nariz-. Por cierto, ¿qué hora es?

Mire hacia la mesilla de noche y cogí el móvil.

-Las dos de la tarde -dije asombrada, ¿tan tarde era?

Dejé el móvil, de nuevo, en la mesilla y me adentré al baño. Me lavé la cara y los dientes, ya que el aliento mañanero era imperdonable, y después me hice un moño sin preocuparme de andar bonita.

Una vez que salí, le di paso a Justin para que hiciese todo lo que tuviese que hacer.

Unos minutos después, escuché el agua de la ducha, con lo cual sentí que podía estar un poco relajada en lo que él acababa.

No sabía por qué me sentía nerviosa, quizá fuese por estar con su presencia en mi misma casa, en mi misma habitación y el pensar que pudiese verme fea, así de lo más natural, me ponía frenética.

Me tiré en la cama, cerrando los ojos. La imagen de su rostro hizo que una sonrisa asomase de mis labios. Ni yo misma me creía tener a un chico así a mi lado, era tan irreal... Siempre había pensado en acabar con uno de los chicos del equipo masculino de Stratford, pues eran los únicos con los que pasaba la mayor parte del tiempo.

Dispuesta a dejar esas cosas de lado, me levanté y fui hacia el zapatero para preparar la mochila del entrenamiento.

Eran unos seis pares de zapatillas de baloncesto las que tenía, por lo tanto era difícil elegir unas, pues todas me encantaban.

Mi vista llegó a unas de mis favoritas. Eran amarillas con algunos detalles en blanco, tenían mi nombre y apellido grabado en letras negras. Suspiré con nostalgia.

Invicto.© EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora