Había llegado diez minutos tarde a la reunión de equipo y me había tenido que comer la charla de Laurita durante unos cinco minutos. Ya una vez sentadas en el suelo de la cancha, la entrenadora comenzó a explicar las jugadas que haríamos al día siguiente
-Y por último chicas -hizo un gesto con la mano para que volviésemos a sentarnos, ya que nos habíamos levantado pensando que habíamos terminado-. Me he encargado de alquilar un pub para que, cuando salgamos del partido, cenemos todas allí y después una fiesta. Es a las diez -todas esbozamos una sonrisa de oreja a oreja-. Por supuesto, podéis llevar a gente, pero solo cinco personas por persona.
Seguidamente, emocionadas, comenzamos a hablar del tema. No importaba si ganábamos o perdíamos. Esa cena nos la merecíamos.
-Oli, ¿ese de ahí no es tu novio? -comentó Sarah. La fulminé totalmente con la mirada. Desde que me vieron con Justin, ya habían dado por supuesto que era mi novio. Hasta el punto de ponerse pesadas.
Miré hacia delante y vi a Justin, apoyado en su coche fumándose un cigarro.
¡Era tan guapo...!
-No somos nada, Sarah -susurré, porque cada vez estábamos mas cerca de el.
-Pues qué tonta, porque es jodidamente sexy, nena.
Me despedí de las chicas y caminé lo poco que quedaba para llegar hasta Justin. A medida que iba avanzando, iba acordándome de lo que ocurrió en la tarde. La discusión, la caída con la moto y el beso en la comisura de mis labios.
¿Me habría gustado que me hubiese dado el beso en los labios? Pues quizá, para que nos vamos a engañar. El muy capullo sabía cómo jugar.
- ¿Qué haces aquí?
Alzó una ceja, muy obvio. No habíamos acordado eso, de hecho, le había dicho que no sabía si quería verlo.
-¿Te apetece que nos vayamos a mi casa a cenar? -preguntó y dio una última calada a su cigarro y lo lanzó, lejos de nosotros.
¿A quién quería engañar? Moría por pasar tiempo con él.
-Vale, como quieras -me encogí de hombros, intentado parecer indiferente. Saqué las llaves de la moto y añadí: -Nos vemos allí.
Él asintió y caminó hacia el coche.
Una vez los dos en nuestros vehículos, Justin me hizo un gesto con la mano para que me acercase al coche.
-Voy detrás de ti-asentí y salí disparada.
Aparqué la moto en la puerta de mi casa y me dirigí hacia Justin que estaba esperándome en la puerta de la suya, con las manos metidas en los bolsillos y observándome. Tan intenso que me hacía temblar.
Al entrar en su casa, nos encontramos con una escena bastante graciosa. Connor e Ian discutían como si de niños se tratase. Se golpeaban, fuertemente, con los mandos de la Playstation en cualquier lugar que pudiesen, mientras se decían mil insultos.
Reí, mirando a Justin, que los miraba negando con la cabeza. Como si tuviese un calvario con ellos.
-¡Hola chicos! -saludé enérgica.
Ellos se voltearon a verme y me miraron con una sonrisa. Se levantaron del sofá dejando los mandos de Play en la mesa y vinieron hacia a mí. Ambos me dieron un abrazo de oso y nos sentamos en el sofá los cuatro.
Justin propuso llamar a una pizzería, pues ninguno queríamos cocinar, ya que estábamos en modo perezoso.
Mientras nos traían la cena, jugamos a la Play por turnos. Mortal Kombat, uno de mis juegos favoritos.
-¡Eh! ¡Yo siempre me pido Kung lao! -le reproché a Justin, cual niña pequeña.
-Lo siento, pequeña. Ahora te toca Liu Kan -Justin se encogió de hombros, mientras se reía de mí.
Hice un puchero, a ver si así colaba.
-Aunque me mires así, no te voy a dejar que lo escojas -las risas de Connor e Ian, se escuchaban bastante fuertes. Los fulminé con la mirada, lo cual hizo que se riesen aún más.
-¿Pues sabes que te digo? -lo señalé con el dedo. Él me miró divertido esperando a que siguiese hablando -Que con o sin Kung Lao, te voy a dar una paliza.
Un "uuuuuh" proveniente de los chicos, se escuchó bien fuerte. Justin se reía.
¿Que le hacía gracia?
Decidida, cogí el mando y escogí al personaje que utilizaba Justin en las partidas anteriores.
-¿Me estas retando? Porque no serás capaz de ganarme, nena -se burló, lo cual hizo que me picase más aún.
-Sí, y si soy capaz. Apostamos lo que quieras.
-¿Lo que quiera? -alzó una ceja. Yo asentí, muy segura de ello.
Y ahí se quedó la cosa.
Empezamos a jugar, los dos estábamos muy serios concentrándonos en el juego. De vez en cuando, nos gritábamos reprochándonos cosas sobre lo que hacíamos con los personajes. Connor e Ian también se burlaban de nosotros los muy...
-¡Me cago en la puta! -grité frustrada. Había perdido.
Justin solo se reía y se burlaba de mí, por lo tanto hacía que me enfadase más de lo que ya lo estaba.
Era un puñetero. Y lo que más me molestaba es que habíamos hecho una apuesta no concurrida, pero sabía que eso se lo cobraría más tarde.
Al fin la cena llegó.
¡Tenía un hambre atroz!
Mientras cenábamos entre conversaciones agradables y risas, me acordé de la cena del día siguiente. Definitivamente los invitaría.
-¿Mañana queréis venir al partido? -los tres me miraron con atención -.Cuando termine, habrá una cena y haremos fiesta. Podemos llevar a gente y me gustaría que vinieseis.
Los tres se miraron entre ellos, como si se estuviesen comunicando con la mirada. Justamente ahí, me di cuenta que ellos hacían mucho eso ¿Tanto se conocían?
Aunque pensándolo bien..era una pregunta muy estúpida. Convivían a diario, estaba claro que se conocían
-¿A qué hora es? -preguntó Justin.
-A las seis de la tarde, y la cena será a las diez.
Por un momento se quedaron en silencio y se miraron de una manera cómplice.
-Vale -asintieron los tres -. Pero tienes que dedicarnos tres canastas: Una para cada uno. Si no, no animamos -Ian me señaló con el dedo, a modo de advertencia.
Con un sonrisa de oreja a oreja, asentí.
(...)
Mi móvil comenzó a vibrar, ¡Por Dios! ¿Quién llamaba tan tarde?
Maldiciendo a la persona que estaba llamando, palpé con la mano por la mesita hasta encontrar el teléfono. Sin mirar quién era, pues la luz no me dejaba ver, deslicé el dedo para descolgarlo y me lo llevé a la oreja.
-¿Quién es?
-Abre la puerta -dijo una voz masculina.
¿Cómo que abra la puerta?
Confundida, aparté el móvil de la oreja y miré la pantalla.
¡Era Justin! ¿¡Estaba loco o qué demonios le pasaba!?
Mi vista se dirigió hacia el reloj.
¡Las tres de la madrugada! ¡La madre que lo trajo al mundo!
-¿Pero tú sabes qué hora es? -le pregunté, de mala gana.
-Ábreme, Olivia -eso era una orden más que otra cosa.
Suspire frustrada y colgué el teléfono, lo tiré, enfadada, por alguna parte de la habitación, sin importarme qué. Lo mataría. Refunfuñando, bajé a regañadientes por las escaleras, en las cuales me tropecé y casi me había comido la madera pulida de éstas, si no fuese porque me agarré a la baranda.
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Invicto.© EDITANDO
ChickLitÉl estaba dispuesto a matarla para derribar y hundir en lo más hondo a su peor enemigo. Pero al cabo del tiempo un sentimiento se adueña de ellos. El amor. Tratarán de destruir esa relación de cualquier manera con el fin de separarlos, pero no serán...