—Por favor, hazlo ya —supliqué. Cuanto antes lo hiciera mejor. Sabía que iba a golpearme y quería que fuese lo más rápido posible. No aguantaba tanto suspense.
Abrí los ojos totalmente estupefacta al sentir su mano acariciando mi cara. Por lo furioso que estaba pensaba, y creía, que lo haría. No lo dudaba en ningún momento.
—Yo...yo..Pensaba que tú... —me interrumpió.
—Shh... No sería capaz de pegar a una mujer —susurró—. ¿Te duele? — tocó los arañazos de mi cara.
Definitivamente, Justin era bipolar.
Negué con la cabeza mientras me mordía el labio inferior:
—Sólo escuece, esa maldita chica debería de cortarse las uñas —ganándome una sonrisa y una risa de Connor e Ian, reí un poco con ellos. Más bien para aliviar tensiones.
En el momento menos oportuno, mi tripa hizo un ruido enorme. Muriéndome de la vergüenza hice una cortina con mi pelo, no hacia falta ser adivino para saber que estaba más colorada que un tomate.
—Vamos a cenar algo, que alguien por aquí tiene hambre —Justin rió provocando la risa de los demás, con lo cual el calor en mi cara aumentó.
__
Ambos nos sentamos, uno frente al otro, en la mesa que había en la cocina. Juntos habíamos preparado unas tortillas francesas junto con patatas fritas. Algo sencillo y rápido. Pues al parecer no era la única que se moría del hambre.
Comenzamos a cenar en silencio. El ambiente, para mí, era algo incómodo. No me podía quitar de ka cabeza lo que había ocurrido y si él no me decía nada, solo hacía que me incomodase aún más.
Y como dicen... si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma.
Me rehusaba a estar de ese modo, por lo tanto yo entablaría conversación.
—¿Estudias o trabajas? —bebí de mi vaso de fanta de naranja.
—Trabajo —se limitó a contestar.
—¿Y puedo saber en qué? —apoyé los codos en la mesa.
—No —respondió irritado. Como me dio a entender que no me iba a decir nada, preferí callarme y seguir cenando.
Suspiré derrotada. Estaba harta.
Una vez que acabamos, lo ayudé a recoger y fregar los cacharros. Después me despedí de ellos, ya que eran las dos de la madrugada y me fui a casa. Tenía clase en unas seis horas. Iba a estar muy cansada.
Justin.
—El plan va viento en popa —celebré alzando la cerveza al aire. Los chicos me imitaron y después dimos un trago a nuestra cerveza.
—¿Cuándo crees que será el momento? —preguntó Ian, mientras jugaba con la lata de cerveza golpeando los dedos en ella.
—Cuando la tenga besando mi culo —sonreí confiado. Esa chica iba a caer en mi trampa tarde o temprano y acabaré con Matthew de una puta vez.
¡Cómo lo odiaba!
Levantándonos del sofá, salimos de casa. Hoy no teníamos trabajo, así que iríamos de fiesta o al menos tratar de divertirnos.
Arrancando el coche fuimos hacia un club que solíamos ir cada vez que teníamos tiempo para nosotros.
Mi teléfono comenzó a sonar, lo saqué del bolsillo del pantalón, agarrando con mi otra mano el volante y mirando hacia la carretera para no tener ningún accidente. Miré la pantalla y al ver quien era lo cogí.
—Dime jefe.
—¿Como va la chica? —preguntó serio, como siempre.
Le hice un gesto a Connor para que me diese un cigarro.
—Bien, creo que dentro de poco la tendré detrás de mí como un perro —sonreí. Nunca había defraudado a mi jefe, esta no iba a ser una excepción, por supuesto.
—Buen trabajo —pude notar que sonreía. Lo conocía como la palma de mi mano —. Te doy dos semanas.
Fruncí el ceño.
—Así será —asentí, aunque no me podía ver.
—Espero tu llamada —Y con eso colgó.
Dejé el teléfono en el salpicadero y prendí el cigarro que, anteriormente, me había dado Connor.
El ambiente estaba rodeado de borrachos y perras moviendo sus culos desenfrenadamente, o algunas montando una escena porno con algunos tipos. Realmente era asqueroso.
Fuimos a la barra y pedimos tres chupitos de vodka. Entraron como si nada, así que pedimos otro. Así estuvimos un buen rato hasta que decidimos ir a la pista para bailar con alguna que quisiese más que juerga y unas copas. Esa zorra con la que bailaba, me estaba poniendo totalmente caliente, de modo que sin pensármelo dos veces me la llevé al baño. La iba follar duro, tanto que no podría andar en dos días.
Salí del baño abrochándome el cinturón y dejando a la perra ahí sola, vistiéndose o lo que fuese que estuviese haciendo. Cuando llegué a la barra, me senté en un taburete y pedí otro chupito más.
—¿Dónde estabas? —Connor se puso a mi lado —. Te hemos estado buscando durante una jodida hora, hermano.
—¿Tú qué crees que estaba haciendo? —sonreí, entre dientes, y al instante entendió, lanzándome una mirada pícara.
Asentí y me bebí el chupito. Seguidamente, dejé dinero suficiente sobre la barra.
—Vamos, ya hemos hecho todo por hoy —asintiendo, buscamos a Ian con la mirada y lo vimos comiéndose con otra perra. Sonriendo para mis adentros nos acercamos a él —. Eh, hermano. vamos—le hice un gesto con la cabeza. Susurró algo en el oído de la chica, la cogió de la mano y salimos del club.
Cerrando las puertas del coche al llegar a casa, instintivamente, miré hacia la casa de Olivia. Tenía que hacer algo rápido para tenerla en dos semanas a mis pies, ¿qué haría? no tenía ni puta idea.
Ian subió a su habitación con la perra del club. Connor y yo nos quedamos un rato en el sofá comentando las cosas de la noche en el club.
—Oye, por cierto, ¿qué te ha dicho Jeremy? —apoyó los antebrazos en sus rodillas, mientras entrelazaba sus dedos.
—Que tengo dos semanas para acabar con Olivia —dije, despreocupado.
—¿No es un poco pronto? Quiero decir, ¿qué vas hacer para que ella confíe en ti? Porque... con el temperamento que tienes... —se encogió de hombros.
—Es que tiende a sacarme de mis casillas. No se corta ni un pelo en contestarme —suspiré frustrado y me froté la cara, molesto
—Tiene agallas, ¿eh? —rió y yo lo fulminé con la mirada —. Vale, vale. Sólo estaba diciendo —se encogió de hombros —. ¿Entonces qué vas hacer? —dio una calada a su cigarro.
Entonces, en ese momento, una bombillita se encendió en mi cabeza. Ya sabía lo que iba hacer.
Era el mejor, simplemente.
Qué orgulloso estaba de mí mismo.
—Enamorarla —sonreí ante mi gran idea.
Eso era infalible. Ella se enamoraría de mí completamente. Sin embargo, para eso, debía de cambiar mi actitud. Si la cagaba, todo se iría a la mierda y mi padre, Jeremy, posiblemente me mataría por fallar en mi trabajo. Él nunca se andaba con estupideces, y por eso le temía.
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Invicto.© EDITANDO
ChickLitÉl estaba dispuesto a matarla para derribar y hundir en lo más hondo a su peor enemigo. Pero al cabo del tiempo un sentimiento se adueña de ellos. El amor. Tratarán de destruir esa relación de cualquier manera con el fin de separarlos, pero no serán...