Evelyn decidió que me quedara a dormir en su casa. No estaba en condiciones de manejar a su casa y luego a la mía. No le discutí, no tenía fuerzas ni ganas de hacerlo. Una vez dentro de casa dejé caer mi cuerpo en el sofá. No me importaba si no me traía frazadas o una almohada, quería apagarme del mundo por unas horas, no quería pensar nada. Sentí como Eve encendió las luces del salón y dejó sus llaves en la mesa.
— Max —murmuró ella.
— ¿Hm?
— Puedes dormir conmigo arriba.
De haber estado en una situación distinta, mi cerebro hubiese hecho una fiesta ante ese comentario. Sin embargo, como si de un zombi se tratara, me levanté del sofá y caminé lentamente hacia las escaleras, subiendo a paso lento cada escalón. Esta es la primera vez que subo al segundo piso de Eve, cada vez que venía estábamos en el salón o en el patio compartiendo con Rei.
La habitación de Evelyn era espaciosa, su cama era grande y noté que había pegado las grullas que ambos hicimos ese día en el techo. Había un baño en la habitación.
— ¿Te molesta si me quito la parte de arriba? —le pregunto con la voz apagada. La veo negar antes de encerrarse en el baño.
Quedo en pantalones y calcetines y me introduzco dentro de la cama, dándole la espalda al baño, mirando hacia la ventana. En mi cabeza aún estaba el recuerdo de esta noche, el recuerdo de Roberto traicionándome. Su mirada, llena de miedo, de culpa. ¿Matías e Ignacio habrían sabido de esto antes? Ya ni siquiera sé en quien confiar. Cierro lentamente los ojos y segundos después siento la puerta abrirse, unos pasos acercarse suavemente y la pequeña lámpara del velador apagarse. Un peso se hace presente al otro lado de la cama.
Entonces siento como un brazo envuelve mi torso, tocando mi piel desnuda. Abro suavemente mis ojos y tomo la mano de Evelyn, entrelazando sus dedos con los míos. Acto seguido siento como ella deposita un suave beso en mi nuca.
— Gracias por estar conmigo. —es todo lo que digo antes de caer a los brazos de Morfeo.
A la mañana siguiente abro mis ojos, estos me pesan. ¿Cómo no? Luego de haber llorado tanto anoche. Me doy vuelta lentamente y veo que estoy solo en la cama. Bueno, no solo: Tristán y Alicia están cómodamente durmiendo a mi lado, acurrucados entre ellos. Me levanto al baño y lavo mi cara para despertar: me veo deprimente.
Del suelo busco mi remera y me la coloco, mirando hacia la cama. Es la primera vez que duermo con una chica sin haber hecho algo antes. Los recuerdos de la noche anterior no tardan en llegar, pero trato de hacerlos a un lado pensando en aquella chica que me acompañó y me hizo sentir menos miserable de lo que era.
— Ya despertaste —una voz interrumpe mis pensamientos, me volteo y veo a Evelyn en la puerta—. Llamé a tu trabajo y dije que estabas enfermo, por lo que no podrías ir hoy. He hecho el desayuno, ¿por qué no bajas?
Asentí y ambos bajamos a comer en silencio. No tenía ánimos de hablar, y supongo que Evelyn respetaba mi idea de querer mantenerme en silencio. Por la ventana podía ver como Rei salía de su casa a estirar su cuerpo e ir a su pocillo con agua para beber.
— Hoy saldré con Lorena —habla finalmente Evelyn—, quiere que la lleve a la perrera a la cual voy a ayudar a los animales.
— ¿Mi hermana ayudando a alguien? —pregunté y la sentí sonreír.
— ¿Quieres ir? —negué con la cabeza.
— Voy a estar bien. Creo que necesito estar en casa. Me llevaré a Rei.
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¿Con quién se queda el perro?
Romance¿Quién dijo que irte a vivir con tu pareja la cual llevas apenas dos meses era una terrible idea? Toda tu familia. Todos tus amigos. Vale, que Maximiliano lo ha entendido ahora, ve como la relación se quiebra y cada uno ordena sus maletas para vol...