XXI: La primera vez.

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Por un momento me vi cegado por la rabia, pero reaccioné en el momento en que sentí la voz de Evelyn diciendo mi nombre con algo de molestia. La veo agacharse para cerciorarse que el tipo estuviese bien. ¡¿Acaso lo va a ayudar?! ¿Qué tan ciega tiene que ser como para no darse cuenta de que esto es lo que él quiere? Me quedé en silencio viendo como le preguntaba si estaba bien, y como él fingía dolor extremo en sus brazos.

Me crucé de brazos y noté que la chica de cabello azul se había vuelto de pie para ponerse frente a mí.

— ¿No crees que se te pasó la mano?

— No —contesté.

— Espero que te hayas dado cuenta con el tipo de bestia el cual estás —decía él desde el suelo—, ¡Me ha atacado!

Iba a responderle cuando es mi novia quien lo mira y le responde:

— ¡Ay por favor, cállate! ¿De verdad crees que merezco algo como tú? No sería tan idiota como para caer tan bajo —abrió la reja con molestia y volvió a mirarlo—, te daré algo para el dolor y te largas de aquí. No voy a aguantar que llames bestia a mi novio y lo provoques de esa forma.

No sé qué cara era peor, si la mía o la de él. El rostro de ese tipo se iba deformando entre cada palabra que Evelyn soltaba y yo simplemente no podía estar más sorprendido. Todo este rato había demostrado estar a favor de Felipe y ahora simplemente lo pone en su lugar y me defiende. Una sonrisa gigante se hace presente en mi rostro y miro a Felipe, quien me mira con frustración. Me acerco a él y me pongo a la misma altura, aprovechando que Evelyn entró a la casa.

— Gracias a ti, el sexo de reconciliación será de ensueño.

Mi comentario le molestó tanto que noté como presionaba fuertemente sus dientes. Reí con gracia, aunque en el fondo sabía que no habría sexo de nada. No me había detenido a pensar que llevo más de un mes con esa chica y a lo más que hemos llegado fue esa vez en la mesa donde su abuela acabó pillándonos. Vi a Felipe ponerse de pie, murmurar algo e irse lentamente de allí, por lo que entré a la casa cerrando la puerta tras de mí. Evelyn salió de la cocina con una pastilla y un vaso de agua, murmurando cosas para sí misma.

— Se ha ido —le dije, captando su atención.

— Genial, mejor así —dejó las cosas en la mesa—. Lo siento Max, tenías razón.

— Está bien, me gustó escucharte decir todo eso.

Me encogí de hombros y me acerqué a ella para abrazarla. Ella respondió rápidamente a mi abrazo y besó dulcemente mi cuello.

— Extrañaba sentirte cerca de mí.

— ¿Quieres ver una película? —le pregunté una vez nos separamos, asintió.

Me acomodé en el sofá mientras buscaba algo que ver, Evelyn había ido a la cocina a buscar algo para comer. Noté como Alicia y Tristán se acomodaban también con nosotros. Minutos después estábamos los cuatro instalados en el sillón poniendo atención a la televisión.

Los primeros minutos de película estuvieron bien, pero llegó un punto en que comencé a mirar mi novia y sentí deseos de dejar la película a un lado y simplemente quitarme estas ganas descontroladas que tengo de recorrer todo su cuerpo con mis labios. Sacudí ligeramente mi cabeza, intentando quitar estos pensamientos algo perversos de mi mente y volví a centrarme en la televisión.

Escena de sexo. Oh vamos, genial. Me sentía incómodo, como si esta escena la estuviese viendo junto a mis padres. Escuché a Evelyn toser y acomodarse en el sillón, ¿acaso estaba igual de incómoda que yo? Los falsos gemidos de la chica en la película me descolocaban, y simplemente corrí mi mirada a Evelyn, quien se percató y se giró para mirarme devuelta.

— ¿Ocurre algo? —preguntó sonriéndome.

— Es que la escena es muy falsa —mentí mientras sacaba unas papitas del bol—, nosotros podríamos hacerlo mejor —bromee y volví mi atención a la tele, pero la mirada fija de Evelyn hizo que me girara una vez más—, ¿qué pasa?

De pronto vi como sus ojos se dilataban, y sentí por un instante que me estaba mirando como un pedazo de carne. Segundos después sacude la cabeza y se ríe, diciendo que tenía razón y volviendo a centrarse en la película. Sonreí. ¿Acaso a ella también le estaba costando mantener la compostura a mi lado? Decidí no hacerme falsas expectativas o iba a salir loco de allí. Me cuesta demasiado saber que estamos solos y no puedo tocarla como me gustaría, pero ya le dije que todo sería a su tiempo.

Vimos la película entera, la cual no era tan buena como lo describía la sinopsis. Era tarde y Evelyn dijo que me quedara en su casa. Salí al patio a ver a Rei mientras ella estaba en el baño poniéndose el pijama, una vez entré y cerré todo abajo subí a la habitación. Ella ya estaba acostada. Me quité la parte de arriba y me quedé en pantalones y calcetines, adentrándome a la cama y acercándome a ella para acurrucarme.

— Mañana podríamos salir al museo —propuso ella—, habrá una exhibición a la cual he querido asistir por semanas.

— Me parece bien —contesté mirando con una sonrisa como sus ojos brillaban de emoción.

— Invitaré a tu hermana —puse los ojos en blanco—, ella igual quería ir.

— De acuerdo —me limité a decir y ella sonrió.

Ella se acerca a besarme y yo en un ágil movimiento la subo sobre mí, sin detener aquel beso. Poso mis manos en sus caderas mientras aquel inocente beso va subiendo de tono cada vez más y yo siento que si seguimos así no podré detenerme. Introduzco una mano bajo su camisa, tocando su espalda y ella parece no protestar. Al contrario, comienza a acariciar mi torso desnudo mientras comienza a darme suaves besos en el cuello.

Siento mi respiración agitarse, jamás me había gustado tanto que unas suaves manos tocaran mi piel como ahora. Nuestras miradas se encuentran y entonces lo veo.

Ella desea esto tanto como yo. Su respiración es agitada, como la mía. Ambos no queremos detenernos.

Entre besos y caricias nos vamos despidiendo de nuestras ropas, vamos explorando más del cuerpo del otro. Toco y beso cada centímetro de su piel y ella hace lo mismo con el mío. Ella rompe el silencio de la habitación con sus suaves gemidos cada vez que toco partes sensibles de su cuerpo, cada vez que nuestros labios vuelven a hacer contacto.

Entonces pasa.

He tenido sexo tantas veces durante toda mi vida, pero nada se iguala a esto. Nada se iguala a mirar el rostro de la persona que tienes abajo y darte cuenta de que la quieres con todo tu corazón, que este momento es prácticamente algo único y estás teniendo al fin una unión y conexión con esa persona especial. Al fin somos uno solo.

Cambiamos de posición y ella queda arriba, queriendo tomar el control y yo no protesto. Me gusta verla desde aquí, me gusta tocarla mientras no deja de moverse, poder grabar en mi cabeza cada expresión de su rostro, cada sonido que sale de sus labios. Ver en sus ojos el deseo y goce de lo que está pasando entre los dos.

He tenido sexo muchas veces, pero esta es definitivamente la primera vez que hago el amor.




Trabajar de lunes a sábado de noche está definitivamente consumiéndome de a poco. 

¿Con quién se queda el perro?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora