KLAUS.
Un escuálido muchacho se hallaba sentado en la ducha observando como la mugre, las costras y la sangre reseca abandonaban su piel al ser arrastradas por el agua. El adolescente había sido retenido por más de un mes en el sótano, mal alimentado y recibiendo castigos a diario. Eso era lo que solía pasar cuando desafiaba o desobedecía a Félix. En caso de portarse bien, la situación no mejoraba mucho, ya que estaba obligado a ser un alumno ejemplar y una cenicienta moderna. Le gustaba compararse con la susodicha con la inocente esperanza de que algún día podría tener un final feliz como el del cuento.
Una vez limpio se podía ver un cuerpo lleno de moretones, verdugones y quemaduras varias. Nada más salir de la ducha sacó un botiquín y comenzó desinfectarse las heridas. Tras esto comenzó a vestirse con lentitud, pues tenía los músculos agarrotados y doloridos, razón por la que su ropa era holgada.
Se miró al espejo durante varios segundos y suspiró, el moretón de la barbilla todavía no se había ido. Y aunque había dejado de ser de un oscuro color púrpura para ser una simple mancha verdosa seguía viéndose a distancia.
Sin más remedio cogió su kit de maquillaje de marca blanca y se puso a ocultar las heridas de su cara. Por eso siempre le suplicaba a Félix que no le golpease en la cara. Pues temía que alguien notara el maquillaje, o este simplemente se fuera. Lo normal hubiera sido que su progenitor se tomara las molestias de no golpearle en la cara para evitar evidencias del maltrato. Pero Félix parecía disfrutar que su hijo llevase maquillaje, pues para él era el culmen de su humillación.Se miró por última vez al espejo, su cara era sumamente huesuda y sus pómulos sobresalían bajo unas marcadas ojeras. Su tez era blanca y a veces parecía cobrar un tono verdoso. En definitiva tenía un aspecto enfermizo que trataba de ocultar con ropa y con su pelo rubio, el cual le llegaba hasta el cuello y cubría parte de su cara. Protegiéndole.
Tras un suspiro salió del baño, cogió su mochila y se dirigió a la puerta, donde le esperaba el protagonista de sus pesadillas. Su padre se acercó a él y le examinó la cara con dureza para comprobar que las heridas no se veían y tras dar su visto bueno permitió a su hijo irse.
Comenzó a andar hacia al instituto con parsimonia, pues era pronto.
En cierta manera estaba emocionado, porque aunque su vida social era nula, la soledad era una opción mucho más preferible que arriesgarse a volver a aquel mohoso y lóbrego habitáculo.Era de extrañar que nadie lo acosara dada su personalidad sumisa y pasiva. Simplemente pasaba inadvertido. De Hecho, no habría sido la primera vez que hubiera deseado como un desquiciando que le hubiesen hecho bulling. Pues si se hubiera dado el caso probablemente los profesores hubieran tomado cartas en el asunto, se habrían interesado por él y su vida familiar, y tal y como había soñado le habrían salvado finalmente del tormento que llevaba sufriendo toda su existencia. Pero al parecer, ser asocial no parece motivo suficiente por el que involucrarse en la vida de un alumno más allá de sentir pena por él.
Hacía varios años, su profesora de Lengua quiso saber porqué faltaba tanto a clase. Nunca ningún otro profesor se lo había preguntado, pues ¿Si saca buenas notas, qué más da?
Le dijo que era debido a una condición médica, tal y cómo Félix le había indicado previniendo este tipo de situación, misma excusa por la que no acudía a Educación Física, evitando así los cambios en el vestuario y que el profesor notara sus usuales cojeos. Nunca supo cómo Félix consiguió el justificante médico, pero en cierta manera se lo agradecía, pues en ese estado le habría resultado imposible realizar cualquier tipo de esfuerzo físico sin desmayarse.Casi todos los días de su vida se planteaba huir de casa, coger sus pocas pertenencias, robarle todo el efectivo que pudiera a su padre y simplemente largarse. Pero las consecuencias le aterraban, ¿Qué haría después de que se acabara el dinero? ¿Dónde viviría? ¿Cómo conseguiría trabajo en esta mierda de país? ¿Podría irse al extranjero? ¿Continuar sus estudios? ¿Y si Félix lo buscaba y le hacía volver? Todo se reducía a eso. Félix. ¿Y recurrir la policía? Nunca fue una opción, Félix se había asegurado de tener amigos en la policía local y nacional. Cierto que el maltrato que sufría era tan obvio como quitarse la camiseta. Pero le daba una vergüenza aterradora, todo el mundo sabría quién era y le señalarían por la calle. El pobre chiquillo que había sido maltrado, ese de las noticias, el huérfano de madre, el rarito. Seguramente iría a cualquier orfanato hasta cumplir los 18.
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Klaus (gay/yaoi)
RomanceMaltrato familiar, drogas, sexo y amor: Klaus es un adolescente alto, sus pómulos están marcados, al igual que sus ojeras y sus costillas. Si levantas su camiseta verás un cuerpo invadido de moretones, quemaduras y verdugones. El maltrato y el odio...