CAPÍTULO VIII: Sin etiquetas.

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Si veis alguna falta de ortografía avisadme, que no muerdo.
Votad, comentad y sobre todo disfrutad de la lectura. <3

~Marte.

MARC.

Pese a hacer un sol deslumbrante tenía los dedos entumecidos por el frío.
Juntó las manos, las acercó a la boca y echó su cálido aliento sobre ellas para calentarlas.

Buscó en sus bolsillos la cajetilla de tabaco pero en ella lo único que había era un mechero.

No tenía dinero para comprar otra así que sacó el encendedor y prendió fuego a la caja y la miró fijamente mientras se consumía.

¿Lo había besado porque quería o solo para librarse de él?

Alicaído se levantó del columpio y caminó hasta el instituto. Hacía un rato que había terminado el receso, así que llegó tarde a clase de historia.

Cuando pidió permiso para entrar en clase el señor Méndez se mofó de él. Marc lo ignoró y se sentó junto a Klaus, que lo miraba curioso.

Continuaron el trabajo por dónde lo habían dejado.

—¿Entonces Cartagena de Indias está en Colombia no?—Preguntó Marc algo ausente. Pasado el éxtasis inicial, el beso le había deprimido.

—Sí, allí Blas de Lezo con a penas 3.000 hombres y seis barcos derrotó una de las mayores flotas inglesas de la historia con 186 naves que transportaban a 27.400 soldados y 2.000 piezas de artillería. Fue tan humillante que el propio rey de Inglaterra prohibió escribir a sus historiadores sobre ella.

—Qué literal la frase de la historia la escriben los vencedores.

—Ya ves, además su frase más celebre es "todo buen español debería mear siempre mirando hacia inglaterra".

Marc rio por lo bajo dulcemente, pero sin deshacerse de aquella aura apesadumbrada.

—¿Eres consciente de que mis antepasados son británicos no?

Klaus se ruborizó avergonzado.
—¿Sorry?

Marc hizo un gesto restándole importancia.
—En realidad son de Irlanda y Gales, allí también le tienen un poco de manía a los ingleses.
De hecho mi abuela me contó que hay una ciudad en Inglaterra donde los galeses no pueden entrar antes de la salida del sol, y no pueden permanecer en ella una vez se ha puesto. Vamos, que solo pueden estar allí de día.

Siguieron haciendo el trabajo y Klaus se comenzó a preocupar por aquel semblante alicaído del castaño.

—Oye, ¿estás bien?

Él castaño suspiró. ¿Le respondía con uno de los más falsos "bien" o le contaba la verdad?
Miró a sus compañeros, todos estaban hablando, gritando, riendo y unos pocos hacían el trabajo. Mientras, el señor Méndez veía Juego de Tronos en su portátil.
Al ver que nadie les prestaría atención y mucho menos oiría, decidió ir al grano.

—¿Por qué me has besado antes Klaus?—Preguntó mirándole a los ojos por primera vez en toda la clase.

El rubio bufó.
—¿Otra vez es por eso? ¡Si no te beso te pones paranoico, y si lo hago actúas así!—Dijo con desdén.

Klaus (gay/yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora