Parte 10: "Uno a uno"

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Abrí y era una chica de espaldas. Primero pensé que se trataba de mi amiga pero, con la misma rapidez que esa idea pasó por mi cabeza desapareció. Estaba claro que esa chica no era Marian. Sin duda era una trabajadora del hotel. Después de comentarme acerca de cosas sobre el mismo y darme los horarios del bufete se marchó. Cerré la puerta, me duché y ordené un poco mientras me secaba. No sabía que hora era pero debía prepararme para ver a Marian, esa chica era puntual.

Me puse una camisa suelta negra con un  bolsillo extraño, unos boyfriend con agujeros metálicos y mis tenis favoritos blancos, que como era de suponer estaban más negros que blancos.

Mi estómago sonaba ¡Era la hora del desayuno! Debía ir a desayunar o mi barriga sería el centro de atención al salir a la calle. Cogí mi bolso y abrí la puerta. Mientras salía pensaba en qué podría desayunar ¿Algo salado o dulce?¡Qué cosa complicada es la comida!¿Y sí me confundo y no consigo algo rico?¡Aghh! Realmente pensé que me lo decía a mi misma pero al escuchar una risita tras de mi me di cuenta que había hecho el ridículo y alguien me había escuchado.

Me giré y mi boca cayó al suelo.

_Chica ¿Tú no cambias eh?_ rió mientras se acercaba más a mi.

Era Marian ¡Dios, era ella! Corrí lo poco que quedaba de distancia entre nosotras y nos abrazamos.

Después de varios minutos de lloriqueos, risas, palabras bonitas y mucho movimiento en nuestro abrazo, nos soltamos.

Dylan: Estoy muy feliz de verte_ me seque la cara.

Marian: Hey chica, éstas preciosa_ sonrió.

Dylan: Tú también_ le di otro abrazo.

Mi estómago sonó muy fuerte por lo que Marian se separó de mi y me miró cómplice. Me ordenó ir a desayunar al bufete, bueno, más bien yo iba a desayunar y ella iba a hablar. Probablemente me atragantaría intentando responder o al reírme, así que debía andar con cuidado.

Estuvimos riendo, hablando de cosas triviales, contándonos anécdotas y mil historias más. El desayuno estaba siendo un triunfo y creo que todo este tiroteo de emociones y recuerdos hacen que mis gofres con fruta y mucha nata montada sepan millones de  veces mejor.

Marian me contaba lo mucho que recordaba aquella vez  que nadamos en un estanque  de patos de al lado de su antigua casa y ella se acerco a uno y lo abrazó y besó como si fuera un príncipe, mientras yo cantaba canciones de Disney y salpicaba agua por todos lados.

Al recordar eso me reí aún con la nata y trozos de plátano en mi boca. Claro está, que comer y reir al mismo  tiempo no tiene bonitos resultados. Para los que estén creando hipótesis acerca de lo que ha sucedido, puede que tengáis razón o no.

Lo que pasó en el momento que me reí mientras masticaba fue que escupí un mejunje amarillento por mi plato y parte de la mesa. Marian atónita se rió de mi e iba a decir algo cuando su teléfono  comenzó a sonar. Aprovechando ese despiste limpié lo que manché.

Marian: Hola mi vida ¿Qué tal?_ decía con una voz muy empalagosa y unos cachetes rojizos _¿Qué?_ dio un saltito de sorpresa _Se me había olvidado..._ se vuelve a mi y me sonríe como si me fuera a decir algo al colgar _Sí, sí, claro...Ciao, te amo_ Cortó la llamada.

Dylan: ¿Era Sebastián?_ dije con poca atención.

Marian: ¡Sí! Va a venir en la tarde con un amigo, así los conoces!_ sonrió con honestidad.

Dylan: Que ilusión_ sonreí. Hacía tiempo que quería conocer a su novio. Marian me había hablado muy bien de él y de su relación. La verdad es que se la veía muy feliz y enamorada. Creo que es el momento perfecto para vernos cara a cara.

Vamos de camino a mi cuarto y me extraña no ver a Carlos ni a Claus por el interminable pasillo, aunque pensándolo bien tampoco los vi esta mañana.

Entramos y nos colocamos en un sillón en el ventanal, ese sitio era perfecto para estar solo o con amigos en cualquier hora del día. Hablamos y comimos un par de cosas hasta que se acercaba la hora. Pronto me levanté y baje las luces de las lámparas para darle más ambiente al espacio y puse música de YouTube en la Tv, Marian me observaba orgullosa de mi trabajo.

Marian: ¡Impresionante! Ahora mola mucho más_ aplaudió. Tan pronto como llegó la supuesta hora a la que vendrían estos dos tocaron a la puerta.

Marian me dijo que esperara en el sillón, saltó y fue en media carrerilla a abrirles, su entusiasmo se veía a diez metros. Me puse mis calcetines grises peludos con la escusa de que debía esperar pero, como vi que tardaban mucho me asome y allí estaba mi Pequeña Sweety, abrí los ojos como platos, en la puerta con Sebastián dándose el lote muy intensamente.

Dylan: Jum jum_ se separaron.

Sebastián: Perdón Dylan_ se sonrojó. La incomodidad se notaba en su cara. Y como en parte era culpa mía y quería pasármelo bien, ofrecí el gesto de paz.

DESPACITODonde viven las historias. Descúbrelo ahora