Soy una idiota. Me obligué a no quererlo, me obligué a esconder mis malditos sentimientos para no parecer una zorra que se mete con el ex de su mejor amiga.
*Vibro mi celular*
Paula, lo siento. Sé que soy una maldita zorra y estoy de acuerdo con que me odies. Pero porfavor no te alejes de mi. Eres lo más bonito que tengo. Te amo... 😢😢
*Vibro nuevamente*
Tenemos que hablar y lo sabes! Las dos son mis mejores amigas. No quiero perderlas, tampoco quiero que se alejen. Mañana hablamos descansa!😟😟
*Vibro otra vez*
Cariño, ¿éstas bien? ¿Ya llegaste a casa? Espero que si, contestame cuando lo leas. Te quiero Pau. 💕
Adivinen que... Me encuentro totalmente desesperada, acabo de leer tres mensajes y ninguno es de la persona que quiero que sea.
Las cosas con Sam se que no irán bien por el momento, pero no voy a dejar que todo termine aquí. Esta bien ¡Me duele! Pero siempre nos lo hemos perdonado todo.
*FlashBack*
—Que me lo des!.— refunfuño.
—No quiero, es mío...— tire del peluche.
—Paula, no es tuyo damelo!.— empezó hacer pucheros.
—Deja de ser una llorona, es mío yo lo encontre en el piso.
—Me lo dio mi papi, es mío porfavor devuelvemelo.
—Te dije que no quiero, que es mío.
Tire del brazo de copito y sin querer cayó al lago.
*Fin FlashBack*
Copito era el peluche favorito de Sam, se lo había regalado su padre antes de morir y yo lo quería para mi, pero solo para jugar, ya que yo ya tenía al señor orejas. Samantha estuvo llorando por semanas enteras. Yo le había arrebatado algo muy especial y muy significativo para ella.
Sé que no es lo mismo, ya que aquello paso cuando eramos muy pequeñas pero yo lo noto parecido. No puedo dejar de amar a mi mejor amiga.
Pero ahora, nose que hacer con Mateo, mucho menos con Ricardo. Soy su novia y no quiero hacerle daño, no es correcto que lo ilusione con algo para después acabarlo así por así, fue mi decisión aceptarlo y ahora es mi responsabilidad seguir con esto. Creo que en definitivas cuentas debo olvidarme de Mateo.
***
Estoy lista para ir al colegio y afrontarlo todo, no he contestado ningún mensaje, ninguna llamada. De hecho no me encuentro con ganas de absolutamente nada, incluso mi vestimenta me delata. Llevo un suéter gris, un pantalón negro y zapatillas. Mi cabello lo llevo recogido en un moño mal echo y de maquillaje absolutamente nada. Cuando digo que no estoy con ganas de nada, es cien por ciento cierto.
Deje algunos cuadernos en mi casillero y al cerrarlo me encontre con Ricardo detrás de la puerta.
—Hola.— a penas logre sonreír.
Su rostro cambio de emocionado a preocupado.
—¿Estas bien?.— preguntó.
—Si, solo que creo que voy a pillar un resfriado.
—Huy! Tranquila, yo seré tu enfermero.— sonrió. — Por cierto, te he traído algo.
Sus manos que estaban escondidas detrás de su espalda mostraron un cártel, y en la otra mano tenía un ramo de flores, un chico llevaba un peluche gigantesco.
Mi cara de sorprensa creo que me delataba por completo.
»Aún no lo hacemos oficial, y la manera de ayer no fue la correcta. Asi que Paula.— tomo un pequeño descanso y dos chicos mas se unieron, abriendo asi el cartel de "¿Quieres ser mi novia?" mientras que Ricardo se ponía de rodillas.
En estos momentos nose que contestar, llevo una batalla por dentro. Mi corazón lo niega a toda costa, mientras que mi cabeza lo único que dice es Tú iniciaste esto.
Estaba apunto de responder, pero entonces lo vi. Su mirada me transmitía dolor , tenía los ojos rojos e hinchados, como si hubiese llorado toda la noche.
—Yo...— dije en un hilo de voz.
Todos los que estaban rodeandonos, esperaban ansiosos la respuesta.
—No.— gritaron. — Paula no.— vi a Samantha y Damian.
Ricardo no se merecía esto, no se merecía pagar por mis inseguridades. No iba a humillarlo, no podía hacer eso.
—Acepto.— solte con algunas lágrimas.
Todos empezaron aplaudir, gritar y pedir un beso. Lo único que yo quería en ese momento era salir corriendo y desaparecer por un largo tiempo.
Ricardo se paro feliz y me rodeo con sus enormes brazos.
—¿Nos besamos?.— susurró en mi oído.
—No, no me gusta lo público. — respondí entre lágrimas.
—Esta bien.— sonrió. — Te quiero.
Me aferre a su pecho y empecé a llorar. No me siento nada bien, se supone que una chica en estos momentos debe estar emocionada pero yo estoy triste. Una porque Ricardo no se merece esto y otra porque siento que estoy acabando con todo lo que Mateo siente por mi.
Las personas empezaron a dispersarse y dirigirse a sus clases.
—Hablamos luego.— se acercaron a darme un beso. Asentí y me dirigí a mi primera clase. Para mi mala suerte tenía Sociales. Así que eso significa que tendré que pasar con Mateo.
—Buenos días. — escuche al profesor y junto a él se encontraba Mateo, se dirigieron al lado opuesto de la clase y de mi.— Israel, sientate junto a Paula porfavor, este sera el nuevo sitio de Mateo.
Se escuchó un ¡Uuuh! En toda la clase y era normal. Ya nos habíamos acostumbrado a estar juntos, el echo de que se fue por unas semanas fue horrible y el que haya regresado y lo primero que haga es alejarse de mi pues afecta, ¡ME AFECTA UN MONTÓN!
Sentí mis ojos arder y tras aquel acto guarde mis cosas y empecé a caminar hacia la puerta.
—Paula que se supone que estas haciendo.— habló el profesor
—Irme.— solté. — Y si quiere puede soltarme cualquier castigo.— dije con la voz entre cortada y salí de la clase.
En cuanto puse un pie fuera las lágrimas se hicieron presentes. Sé que me voy a ganar un buen castigo e incluso una suspensión de clases pero me da igual. No quiero hacer nada por hoy, solo quiero ir a casa y recostarme a llorar, pero pues es un colegio y aqui no puedo irme a mi casa hasta que se acaben clases. Asi que me voy hacia alguna terraza, y me dormire.
Fui hacia la torre mas alta, use mi mochila como almohada y me recoste. Acomodé mis audífonos y busque mi carpeta perfecta para estos momentos "Laura Sad". Deje que Love on the brain de Rihanna inundara mis oídos y con ella deje que mis lágrimas salieran sin recelo alguno.
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MI PEOR ERROR
Teen FictionEs realmente jodido enamorarte, pero se hace una completa mierda cuando te enamoras de el novio de tu mejor amiga, como lo puedes leer. Llevo conmigo una tortura. Mi peor error comienza desde aquel maldito día que llego al colegio. Desde aquel maldi...