IX

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Cuando llegaron las dos de la tarde, después de que comieron Bárbara le dijo a Luna que tenía que hacer unos papeles con Pablo, por lo que le ofreció recorrer la fundación un rato ella sola. Luna aceptó en el instante, necesitaba estar sola. Necesitaba poder pensar, y sacarse las ganas de llorar que tenía.

Lo primero que hizo fue ir al parque, donde no había nadie. A esa hora todos los pacientes dormían la siesta. Reviso panorámicamente si no había nadie y se sentó en un banco de madera, entre dos plantas que formaban un arco sobre el asiento.

Al sentarse, respiró hondo, y al soltar el aire otra lágrima también cayó. Después de unos minutos, no era una sola lágrima sino muchas, una detrás de la otra. Cada gota que salía de sus ojos cargaba sentimientos de emoción, de tristeza, de incertidumbre, de miedo, de cansancio. Su mente hizo un recorrido desde el día en que se despertó. Primero encontró a Mauro y a Bárbara, dos personas que prácticamente la adoptaron como si fuera una hija, que la apoyaron sin saber absolutamente nada de ella, que desde el día en que se despertó hicieron que no le falte nada, es más, le sobraban muchas cosas. Después conoció a Lucía, alguien muy especial, transparente, algo que tenían en común. Había pasado muy buenos ratos junto a ella, y jamás la miró con mala cara, siempre dispuesta a ayudarla en lo que necesitara. Por otro lado,

Alex, quién en pocos días había entrado en su mente y en su corazón demasiado rápido, de quién probablemente se esté enamorando como una tonta. Todas estas personas la habían ayudado sin pedir nada a cambio, sin embargo, ella sentía que les debía la vida misma, y así era.

Tampoco podía parar de pensar que era de su vida pasada. Que era lo que le gustaba. Cuál era su color favorito. Qué tipo de música escuchaba. Cómo se llamaba su mejor amiga. Mil preguntas, cero respuestas. Un corazón, cero recuerdos. Una persona, sola en la vida.

No pudo evitar que un sollozo saliera, después de uno, siguió otro y al igual que las lágrimas eran cada vez más. Lloraba desconsoladamente, sentía un cansancio interior impresionante.

Entonces, sintió una mano en el hombro, se sobresaltó pero al ver que era Pablo se tranquilizó.

- Perdón, no quise asustarte.

- No hay problema.

- Eh... Barbie me contó tu historia. Sos muy fuerte Luna. Me dijo que nunca te había visto llorar con ganas, que estaba preocupada por eso. Es malo guardar lo que uno siente Luna. Pero... me alegra saber que al menos a escondidas, sí lloras.

- Desde que me desperté, solo llore dos veces "con ganas"  dijo Luna, mirando a lo lejos, sin un punto fijo. Pero tengo un vacío muy grande dentro de mí. Demasiado dolor para una sola persona. ¿Te cuento algo? Tengo una canción, hay una letra de una canción que tengo en la cabeza desde ayer. Pero no es una letra que haya escuchado desde que salí de estar inconsciente. Nunca la escuché. Pero la tengo en la cabeza, y me está volviendo loca. Necesito saber de dónde vengo y a donde tengo que ir. Necesito una respuesta para las miles de preguntas que me hago. Necesito llorar, sin que nadie me diga: "No llores, todo va a pasar".  Pablo no dijo nada, solo la abrazó. Las palabras de ella salían en un susurro, en una suave voz, se notaba el esfuerzo que hacía para poder hablar, pero él sabía que necesitaba desahogarse, sacarse todo lo que llevaba dentro.

Hacía más de una hora que estaban sentados en el banco del jardín, Luna estaba acurrucado al lado de Pablo. Permanecían en un silencio cómodo. Hasta que Pablo lo rompió.

- Luna... Barbie me comento que tú y Alex, están en.... ¿algo? de un momento a otro ella se incorporó y lo quedó mirando.

- No, no tenemos nada. Alex tiene novia.

Mala MemoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora