XI

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Hacia un mes y cuatro días que había llegado de Europa. Después de treinta y seis días buscando como desesperado a Luna no había encontrado absolutamente nada. Bueno, en realidad alguna que otra pista, pero nunca ninguna importante. Ninguna le daba la información necesaria como para poder encontrar de una vez por todas a la mujer que había cambiado sus días.

Necesitaba a Luna para poder respirar, la necesitaba para poder seguir viviendo. Nada ni nadie lo iba a detener en la búsqueda de ella. Solo dos cosas podrían detenerlo; la muerte o encontrarla, cosa que deseaba con toda su alma.

Después de todos estos días, había aceptado ir a comer con un amigo que se había encontrado en Europa, y que ahora había vuelto a su país natal, Argentina. Luca me comento que era una mujer hermosa, que tenía una voz espectacular. «Nunca como la voz de

Luna» pensó Gian en ese momento. Su amigo también le había dicho que la cena era solo para que la conociera, supuestamente, esa mujer tenía muchos problemas y seguramente no querría entrar en todo el tema de la música. Agrego también, que le daba vergüenza cantar en público, solo con él lo hacía.

Siendo totalmente sincero, no le había prestado mucha atención a Luca, seguramente esa chica era una más de sus conquistas. Una rubia, de ojos claros y piernas largas. «La única rubia de ojos verdes que yo quiero, es a Luna» se repetía Gian, una y otra vez.

Gian subió al auto para encontrarse con su amigo y la mujer en el hermoso restaurante, iba retrasado, se había quedado hablando con el detective. Ambos, Gian y el investigador, estaban realmente sorprendidos de no haber podido encontrar ni una sola pista importante. La policía estaba avisada, pero no habían encontrado nada y honestamente habían hecho poco. Todos los hospitales de la zona estaban alertados. Les quedaban pocas opciones para buscar a

Luna, y eso lograba desesperar a Gian.

Hoy, después de varios días, había una nueva pista. Algo que inundaba de esperanzas a Gian. Todos los días recorrían la plaza en donde Luna le había dicho a Gian que iría después del ensayo, el día que desapareció.

»Flashback~

Gian caminaba por la plaza en donde supuestamente Luna había estado ese domingo que desapareció. Se acercó a un puesto que vendían artesanías y le preguntó a la señora.

- Disculpe señora, hace alrededor de un mes desapareció esta chica – dijo Gian, mostrándole la foto a la señora - ¿No la vio?

- ¡Dios! Es la chica que llevaron de urgencias – exclamó la señora

- ¿Qué? – dijo él emocionado. No prestó demasiada atención al hecho de que la habían llevado en una ambulancia, hacia no sabe dónde - ¿De verdad? ¿Está segura?

- Si, por supuesto joven. La encontramos con las mujeres. Con las señoras que ponemos los puestos acá en la plaza. Estaba toda lastimada, debajo de aquel árbol – dijo señalando a un árbol que estaba a unos diez metros – Gracias a dios, había un medico cerca y la ayudo. La llevaron a donde el hombre trabajaba. Me contaron que ese hombre ese viene a veces a preguntar si la estaban buscando. Porque nadie había preguntado por ella. Pero no sé mucho más que eso.

- Mire, le dejo mi tarjeta y si sabe algo, cualquier cosa que sepa, no dude en avisarme. Y si ese hombre, el doctor, vuelve para averiguar algo más dele mi número. Dígale que la estoy buscando. ¿No sabe nada de ella?

- No, lamentablemente no estaba yo. Esto me lo dijo la mismita

Doña María. Ella tiene el número del doctor.

Mala MemoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora