XII

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Alex, Mauro, Lucia, Bárbara, Luca, Gian, Pablo y hasta Juana estaban en la oficina de Mauro, en la clínica, permanecían en un incómodo silencio.

Luca, había cargado a Luna en brazos hasta el auto y la había llevado hasta la clínica familiar, donde había llamado a su hermano para comunicarle lo que había pasado. La noticia corrió con una rapidez increíble entre la familia y habían acudido - a excepción de

Juana - muy preocupados por Luna. El mayor de los Cross, les contó muy resumidamente lo que había pasado con Gian. Barbie que lo conocía muy bien al chico, hizo que lo llamaran para que le informaran lo que había pasado. Gian no había tardado en aparecer en la clínica, sumamente preocupado pero muy feliz por el hecho de que Luna lo haya recordado. Porque a decir verdad, lo que más le había dolido a él, en el momento que la vio, fue que no lo recordara. Que no recordara cada momento que habían vivido, ni cada objetivo que juntos habían llevado a cabo.

Pablo, comía en la casa grande, junto a Mauro, Barbie y Lucia; cuando Alex llamo para avisar lo que había pasado con Luna, por lo que los cuatro, prácticamente salieron corriendo hacia la clínica.

Por otro lado, el odio de Juana hacia Luna aumentaba considerablemente minuto a minuto, por varias razones. Primero que la mujercita esta había interrumpido en el momento menos oportuno; después de muchos días había conseguido convencer a Alex para hacer una cena en su casa, y poder comunicarles a todos que ella, iba a ser la dueña del placer de concederles el primer nieto a los Cross. Segundo porque jamás en su vida, había visto a Alex tan alterado, ni siquiera cuando se había peleado con su propio hermano, por ella. Y tercero, porque la envidia de que toda la familia y hasta Pablo este pendiente de ella, la estaba matando. El vaso rebalsó cuando vio entrar a un hombre terriblemente guapo, con unas ojeras tremendas de preocupación por la insignificante uchacha, que permanecía inconsciente en la habitación.

Habían pasado cinco horas. ¡CINCO HORAS! Sin embargo, Luna seguía inconsciente. Gian y Alex se echaban unas miradas, que parecía que en cualquier momento se iban a agarrar a las trompadas en pleno pasillo. Luca le había contado a Alex, después de convencer a sus padres y a su hermana que se vayan a descansar, ya que de nada servía que todos estuvieran ahí, pasando la noche en vela. Que era conveniente que descansaran para que mañana pudieran sustituirlos un rato. Que Gian estaba enamorado de Luna, y que ellos, antes de que sucediera lo del accidente estaban a punto de comenzar una relación. Por lo que estaba profundamente celoso, unos celos posesivos, que jamás había sufrido. No quería que Gian se le acercase. No quería que Luna recordara los sentimientos que tenía hacia él. Se sentía inseguro, a pesar de saber que probablemente sea lo mejor para Luna ya que él estaba esperando un hijo con otra mujer, a la cual no amaba, y a la cual estaba empezando a odiar antes de irse a vivir juntos.

Por otro lado, Gian se acordaba que Luca se había referido a Luna como una mujer especial para toda su familia. Pero que Alex, estaba demostrando un interés especial en ella, a pesar de tener novia.

Tampoco había pasado por alto, que su amigo, también estaba muy interesado en su hermosa mujer. Porque Luna era SU mujer.

Los tres estaban en la sala de espera. Aunque Alex era médico de la clínica, vicepresidente además, no podía estar en ese momento con

Luna porque le estaban haciendo unos exámenes. Los tres se pararon al ver como las enfermeras traían a Luna en una camilla, parecía un ángel, estaba dormida, mejor dicho inconsciente.

La metieron en una habitación, y el único que pudo entrar fue Alex.

Porque era su médico. Luca y Gian quedaron ofendidos en el pasillo, esperando por información, sobre el ángel caído del cielo.

Mala MemoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora