VI

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Alex bajó con una sonrisa radiante, jamás hubiera pensado que un simpe beso, pudiera hacer que se calmara, y descargar tanta adrenalina. Parecía un adolescente. Cuando entró al living, la sonrisa se desvaneció totalmente. Juana estaba sentada en el sillón, y al verlo se levantó y fue directo a él. En esa media hora se había olvidado totalmente de ella. ¿Por qué venia justamente ahora?

- ¡Mi amor! Como me tienes abandonada, vine a comer contigo.

- Juana. Ya te dije que tenía mucho trabajo. Estoy muy cansado, ni pensaba comer solo bañarme y dormir.

- Nada de eso. Voy a comer contigo. Si estás cansado, nos quedamos a comer acá. Y luego – dijo Juana acercándose y abrasándolo amorosamente – me puedo quedar a dormir con vos, mi amor.

- Mejor vamos a comer a algún lado –dijo Alex rápidamente, evadiendo el beso de ella, no quería besarla, todavía tenía el sabor de Luna, y quería quedarse con ella. Por otro lado penaba que si se quedaban en la casa, Luna se enteraría de que Juana existía y era su novia. Por lo que lo odiaría a él.

- Dijiste que estabas cansado, aparte hace mucho que no veo a tus padres, quiero saludar a mis suegros, y a mi cuñada. Hace mucho que no los veo, mi amor.

- ¡Juana! – dijo Mauro entrando al living – hacia micho que no venias a visitarnos. ¿Se quedan a comer? – Alex odio a su padre en ese momento.

- Estaba tratando de convencerlo en este momento. ¿Nos quedamos mi amor?

- Si no queda otra – respondió Alex, de mala manera.

- ¿Por qué no vamos todos juntos afuera? Hay mucho que festejar. Acabo de hacer una operación que duro seis horas, y ha salido perfecta. Además, hoy le dimos el alta a Luna, hijo. – dijo Mauro, amablemente – ese es tu logro. Tenemos que festejarlo.

- ¡Perfecto! Nosotros vamos. – dijo Juana.

- Bien, yo voy a avisarle a las mujeres de la casa que saldremos fuera.

- ¿Quién es Luna, mi amor? – pregunto Juana, parecía que lo único que captó de todo lo que dijo su padre es a una tal Luna.

- Es un caso, que atendí yo. Y mis padres le tomaron cariño a la mujer, por eso... – le iba a contar que Luna estaba viviendo en la casa, cuando Lucia bajó.

- Alex, me dijo papá que... – Lucia odiaba a Juana, así que cuando la vio se quedó muda - ¿Vos? ¿Qué hace ella acá Alex?

- ¡Hola cuñada! ¿Cómo estás?

- Bien. – contestó secamente, dio media vuelta y volvió a subir. Ella ya estaba cambiada para ir a comer, pero fue a ver si Luna lo estaba o si necesitaba algo. – Lunita, permiso

- Lu, pasa, pasa, ¿Necesitas algo? – Lucia la observaba, Luna estaba peinándose el largo cabello, llevaba puesto un pantalón pijama y una remera amplia.

- ¿No vienes a comer? – pregunto Lucia, sorprendida.

- No, estoy bastante cansada. Y no estoy muy segura de ir a un lugar público.

- Tienes que ir. Por Favor. Pliiiiss. Daaale Luniita. No me dejes sola, veni conmigo.

- Pe...pero no tengo nada que ponerme. - Quiso poner una excusa, pero no fue una buena ya que en ese preciso momento, Lucia la agarró del brazo y la llevo a su habitación.

- Tenemos quince minutos solamente, pero mañana o pasado, vamos a ir a un spa y te vas a hacer un cambio de look. Lo único, ese pelo, no lo vamos ni a tocar. ¡Es precioso!

Mala MemoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora