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Un nuevo día llegó, la albina se despertó bostezando y estirándose, otra vez se había pasado la noche en medio del frío mirando aquella oscuridad.

¿Oh? Sus mejillas habían tomado unas mejillas rojizas al recordar el cabello azabache de aquel chico, tragó saliva y se cubrió con las sábanas hasta la cabeza, cubriéndose la boca mientras reía un poco. Le gustaba la sensación en su pecho pero...

-¡Ahg! ¡No me gusta ese tipo, es raro, es pervertido y huele feo!-gritó lanzando la almohada a la pared.

Rodó los ojos por aquel pequeño arrebato, se levantó, se dio una ducha mientras silbaba y cantaba, al terminar de vestirse se acomodo el cabello como usualmente lo hacía, tomó una manzana y comenzó a comer mientras comenzaba a caminar hacia la escuela.

Por el camino se topó con la pianista de cabellos rubios, rodó los para reír un poco, esperándola para caminar juntas hacia la escuela. Mientras lo hacía, la de ojos azules iba hablándole sobre aquel extraño chico se cabellos oscuros.

Pero, nada más detalló mejor la personalidad que notó en él y su físico la de mechón rosa dejó de caminar soltando gruñidos, apretando sus manos con fuerzas.

-¡Quiero que te alejes de él! ¡¿Oiste?! ¡Sólo será una perdida total de tiempo para ti, así que deja de andar de estúpida sonriendo así! -gritó y sin importarle si dejaba a la rubia llorando o no, entró y se perdió por los pasillos.

Mordía sus labios, manteniendo el ceño fruncido y sus brazos cruzados mientras caminaba, aunque se relajó cuando llegó al salón,se sentó en su lugar y cerró los ojos dando un profundo suspiro. Al relajarse pudo sentir un suave aroma a chocolate, cuando abrió los ojos frente a ella estaba una pequeña caja de chocolate. Lo que la hizo sonrojar no fue el gesto, sino la carta oscura que acompañaba la caja negra de chocolates, todo era de colores grises y negros.

Desde la puerta del salón, escondido debajo de una de las mesas y con la silla molestando su cuerpo, el azabache estaba mirándola, queriendo ver si funcionaba o no lo que había conseguido saber de ella. Chocolates y mucho negro, debía ser suficiente ¿No?

¡Error! La albina se levantó y le ofreció los chocolates a Foxy, quien asintió levantándose de hombros y se fue de allí para darle a sus amigos. Gracias a eso, Bonnie, Chica y Foxy faltaron a esa hora de clases y el pobre azabache tuvo que ver como "disimuladamente" en una esquina del salón el castaño y el rubio que para nada le caía bien bajaban los efectos del afrodisíaco.

🌙Nictofilia🌙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora