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La noticia al azabache le había caído de lo más bien, no se la esperaba pero ni por ello había tratado mal a su novia, de hecho, le abrazó con amor, dándole un abrazo con cariño, besando su rostro.

Meg seguía teniendo algo de miedo sobre lo que estaba pasando y lo que podría llegar a pasar con su embarazo, tenía miedo, temblaba y lloraba aferrándose al azabache, escuchando como este le daba palabras de animo.

Sonrió, le hacía sentir feliz al oírle decir aquellas cosas, sus palabras lograban hacerla tener un poco más de confianza.

Aún así, era difícil para ambos, debido a la enfermedad del mayor de ambos. Había que ser realistas, no era del todo seguro si saldría con vida de aquello, un día podría volver a recaer y no volver a abrir sus ojos nunca más.

Meg suspiró, sintiendo como melosamente el azabache le daba caricias en el vientre, junto a besos y palabras de apoyo, nunca creyó que un chico como él pudiera emocionarse tanto por aquella noticia, Fred de verdad parecía emocionado por ser padre, pese a que recién era mayor de edad, de verdad parecía gustarle demasiado la idea de tener una familia.

A la albina le gustaba eso, ella perdió a su familia siendo demasiado pequeña, tener una con el chico que amaba y apoyaba en todo no sonaba nada mal, era lo que quería en esos momentos. No le importaba ni estaba pensando en lo que podría suceder en un futuro.

—Fred... te amo...—Susurró la chica de mechón rosa, ruborizada de manera leve.

—Y yo a ti preciosa, mi damisela—Decía el azabache riendo, acercándose para darle un cariñoso beso en los labios.

Pese al peligro, la negatividad y todas las consecuencias de sus actos, ellos estaban felices con la noticia de que en unos cuantos meses serían padres. Fred ahora si se sentía con ganas de luchar por su vida, no quería dejar a esa pequeña futura vida que su novia estaba desarrollando.

Freddy y la madre de los gemelos estaban detrás de la puerta, ambos se cubrían las bocas mirándose a los ojos. Freddy tenía miedo de que algo saliese mal, pero su madre se veía realmente feliz y emocionada por la noticia.

Meg era una buena chica pese a su actitud algunas veces, y admitía que su hijo había cambiado para bien luego de haberla conocido. No tendría quejas si querían tener a ese bebé.

Era su vida después de todo, y sus decisiones, ni ella ni Freddy podían hacer algo más que aconsejar o apoyar.

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