Quiero robarme a la novia

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Mi mente estaba confusa, aún no entendía como las cosas se habían ido al carajo en una hora.

Un tipo muy enfadado quería golpearme, una chica furiosa quería romperme la cara y un puñado de chicos parecían conformes con el hecho de enterrar mi cadáver.

Pero bueno, tal vez debería empezar desde el principio antes del atentado contra mi vida.

**dos horas antes**

Me hallaba trabajando como siempre en la floristería «Belladonna», no era un trabajo que me dejará mucho dinero pero era algo que disfrutaba, mi jefa, Calipso, me había hecho trabajar especialmente en unos centros de mesa, Danna, mi compañera en turno sospechaba que nuestra jefa iba a casarse pronto y por ello, la atención especial a esos arreglos.

-Quizá alguien cercano a ella, Danna no precisamente tiene que ser la jefa-

-¿No será más bien que quieres algo con la jefa?- ahí si que solté una carcajada.

-¿Con Calipso? Para nada, es linda pero no, no es mi tipo de chica- le dije mientras dejaba otro ramo de rosas azules con pequeñas ramificaciones artificiales en plateado, no era muy extravagante pero tampoco sencillo, era extraño encontrar un balance entre algunos arreglos pero mi jefa siempre lo hacía funcionar. Supongo que era un talento innato de ella.

¡Por fin! Después de veinticuatro horas de arduo trabajo teníamos los treinta centros de mesa, no eran grandes, algo medianos, por lo que serían fáciles de transportar, según nos explicó Caly, la boda era hoy, la novia queria que fueran lo más frescos posibles, supongo que el ponernos a terminarlos el mismo día y terminar dos horas antes de entregarlos era lo que frescura significaba para mi jefa.

Unos diez minutos después entran dos chicas al establecimiento, una rubia con un porte típico californiano y una morena con aspecto latino, ambas eran increíblemente hermosas, creo que parpadee lo suficiente para creer que el trabajo en exceso me hacia alucinar, me convencí de que no era una alucinación cuando mi adorada compañera chasqueo los dedos frente a mí.

-Vamos respira te estás poniendo azul- me dijo con fastidio. Eso me hizo reaccionar y enojarme.

-¿En que puedo ayudarles?- me voltee a las chicas ignorando por completo a mi compañera, ella le resto importancia y se dirigió a la parte de atrás.

-Uh, si, venimos por unos arreglos que deje encargados- me respondió la chica del aspecto latino.

Oh, así que ella era la de la boda, le sonreí y fui haciendo el recibo, en realidad le habían pagado ya a mi jefa sólo era para garantizar la entrega.

-¿A nombre de quién pongo el recibo?- ellas se miraron entre sí, la latina con diversión y la rubia con aburrimiento.

-Annabeth Jackson- asentí mientras colocaba el nombre, no me pasó desapercibido el ligero sonrojo de la rubia, le pedí que firmara asumiendo que era ella la del nombre, mientras iba por los arreglos, los teníamos en una carretilla especial que había hecho el novio de mi jefa, era una maravilla, cargaba perfectamente todos los arreglos y distribuía el peso de forma que era bastante ligero.

En el mostrador estaba el recibo ya firmado con una letra cursiva elegante y pulcra, casi solté un silbido de admiración, mi letra se veía muy sosa y simple en comparación.

-¿En donde los colocó?- la chica rubia tenía unas llaves con un pequeño control, apretó un botón y una alarma sonó fuera del local, me dirigí para allá con la carretilla, y mi mandíbula cayó directamente al suelo, sino fuera por el pavimento seguro se habría ido a visitar a Hades. Frente a mí había un Maserati azul totalmente nuevo y con su pintura brillando al sol, el novio de mi jefa salió debajo de el auto.

Percabeth One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora