Capitulo 12.

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P.o.v Dimitri

Rose vaciló, luego abrió la boca para hablar.

Pero fue interrumpida
por una voz que gritaba mi nombre.

—¡Dimitri! ¡Hijo!

Los dos nos volvimos para mirar.

Mi padre me llamó por segunda vez.

Me saludó con la mano y dijo—: Ven aquí por un segundo.

Suspiré.

—Tienes que ir —aseguró mamá—. Sabes que no lo va a dejarhasta que lo hagas.

—Me va a arrastrar en alguna conversación acerca de negocios. No quiero someterme a eso, y ciertamente, no quiero someter a Rose a
eso.

—Entonces déjala conmigo.
Traté de no lucir demasiado alarmado por ello. —¡Oh, no, mamá!

Eso está bien.

Rose y yo preferimos estar juntos, ya que es nuestra fiesta de compromiso.

—Tonterías. Estoy segura de que a Rose le vendría bien un descanso, de todos modos. Si te pareces en algo a tu padre, eres
asquerosamente alegre. —Eso podría ser una de las cosas más bonitas
que alguna vez le había escuchado decir de él—. Además, si me estás
dando una semana con mi futura nuera, voy a necesitar todo el tiempo que pueda conseguir con ella.

Habló como un domador tratando de amansar un caballo, o un interrogador tratando de hacer confesar a un testigo.

Y a partir de la expresión en el rostro de Rose, podría pensarse que iba a ser torturada en lugar de sometida a una conversación con mi madre.

Miré fijamente a los grandes ojos de Rose.

No quería dejarla sola
con mi madre, pero ella se había estado sosteniendo por su cuenta desde que bajamos.

Además, mamá tenía su sonrisa de negocios, y
sabía que no iba a ganar este reto.

A decir verdad, no había ninguna discusión con ninguno de mis padres.

Si mi padre quería que fuera a hablar con él, tenía que hacerlo.

Y si mamá quería que Rose se quedara con ella, se saldría con la suya.

Es por eso que no me había molestado en decirles cuando decidí dejar Londres.

Dios sabe que habíamos
pasado suficiente tiempo discutiendo sobre mil cosas más.

Como un péndulo, mientras más crecí, más me alejé de las creencias y costumbres de mis padres en todos los aspectos.

Así que había esperado hasta encontrarme en los Estados Unidos para decirles que
me iba.

Los llamé desde un teléfono público.

Mi último año antes de la universidad, la vida comenzó a moverse muy rápido.

Las cosas se desentrañaron más rápido de lo que podía
asimilarlas, y se sentía como tratar de detener una roca redondeada de caer por la pendiente de una colina.

Mi vida caía en estas rutas
predeterminadas, y ni siquiera se sentía como si estuviera viviendo, sino
reaccionando.

Lo odiaba, pero no sabía cómo detenerlo, aparte de
irme.

Borrón y cuenta nueva.

Mi padre me llamó de nuevo, y suspiré.

—Está bien. Pero no voy a
pasar toda la noche hablando con los clientes, perspectivas de negocios, o con quien sea que él esté jugando esta noche. Voy a ser rápido —le prometí a Rose.

Su expresión estaba en blanco, y ahora no
podía decir cómo se sentía, pero su piel enrojecida con frecuencia se veía un poquito pálida.

Besé su frente y luego hice lo mismo con mi madre—. Sé buena —murmuré.

Mamá me dio una risa simple y solitaria.

Eso era, o una señal muy
buena, o una muy mala.

Dos minutos.

Manteniendo Su AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora