Capitulo 20.

527 27 7
                                    

—¿Fuiste a una entrevista de trabajo aquí en Londres sin
decírmelo?

—No he aceptado.

—Mejor para ti que no lo hayas hecho.

Yo estaba perdiendo esto completamente.

Me obligué a dejar de
pasearme y me arrodillé frente a ella en la cama.

—Sé que es mucho. Sólo te pido que pienses en ello, piensa en todos los problemas que esto podría resolver.

—¿Qué pasa con todos los problemas que esto crea? Ya estoy contratada para un espectáculo en el otoño.

—Tendrías que renunciar a ese espectáculo si estás embarazada,de todos modos. Se te estaría notando para entonces.

Se puso de pie, y luego fue ella la que empezó a caminar.

—Ni siquiera sabemos si estamos embarazados todavía. ¿Quieres arrancar de raíz toda nuestra vida por una posibilidad?

La tomé por los codos y le dije

—: No. No, por supuesto que no. Podemos esperar para responder hasta la próxima semana, hasta que
estemos seguros. Pero incluso si no estás embarazada, Rose, podrías
estarlo algún día. Este trabajo es una rara oportunidad. La mayoría de la gente tiene que trabajar por años para conseguir este tipo de empleo.

—¿Y qué tipo de empleo es?

—¿Qué quieres decir?

Ella agarró mis hombros como si quisiera sacudirme.

—¿Qué vas a
hacer? Te encanta el teatro. Dijiste que te hizo crecer. Te guió hacia mí. ¿Vas a dejar eso por qué? ¿Por un trabajo detrás de un escritorio?

—Te amo, incluso más que de lo que amo actuar.

Sacó sus codos fuera de mi alcance y levantó los brazos.

—¿Qué tiene eso que ver con todo esto?

—Rose, estoy haciendo esto por ti. Por nosotros.

—Bueno, detente.

Sacudí mi cabeza.

—¿Qué?

—Me escuchaste. Detente. No te pedí que hicieras nada de esto.

—No tiene que pedirlo. —Recorro un dedo por su mandíbula—. Creo que es hora de un poco de realismo. Sería estúpido no tomar este trabajo.

—Estoy escuchando un montón de cosas estúpidas en este momento.

De acuerdo.

Así que no estaba entusiasmada con la idea de vivir en Londres.

—Maldita sea, Rose. Lo necesitamos. Estoy tratando de crecer, consiguiendo un trabajo real, y ser un adulto sobre todo esto.

—Ser adulto no significa cambiar todo acerca de ti mismo. Ya eres un adulto sin este trabajo de lujo y el dinero.

—Pero ahora puedo ser un adulto que puede proveerte.

—Ya me proporcionas todo lo que necesito. ¿Dijiste que
necesitábamos una dosis de realismo?

—Sí. La necesitamos.
Ahora me gustaría ver eso.

—Me dijiste casi lo mismo la primera noche que nos conocimos, la noche que nos besamos. Hablábamos sobre el teatro, sobre Shakespeare.

—Rose…

—Incluso nunca me hubiese detenido en esa mesa si no hubieras estado leyendo esas obras. Nos hubiéramos conocido por primera vez
como maestro y alumna, y nada hubiera pasado entre nosotros. Tal vez podríamos no habernos enamorado si no hubieras sido el director
asistente de Phaedra. Me propusiste matrimonio en el escenario, Dimitri. El teatro es toda nuestra vida. El amor que nos tenemos es por el
teatro. Asocio todos nuestros mejores momentos con una obra de teatro. Si hubiéramos pensado en lo que era seguro o inteligente
cuando nos conocimos, no estaríamos juntos hoy. Y siempre serás el hombre que me animó a seguir adelante con mis sueños, el hombre que me enseñó a hacer las decisiones audaces y a buscar lo que quería.
Dijiste que no eras como tu padre. Supuestamente, su preocupación principal es el dinero.

—El dinero es sólo un medio para un fin. Tú y el bebé son mi prioridad.

—Si de verdad quieres hacer algo por mí, no aceptarías este trabajo.

—Rose, sólo piénsalo.

—Estoy pensándolo. Estoy pensando en cómo me enamoré de un hombre que le dijo a una sala llena de estudiantes que lo más difícil de esta vida no es obtener papeles o tener suficiente dinero. Es mantener el
espíritu y recordar por qué elegimos el teatro en primer lugar. Así que toma tu propio consejo, Dimitri. Podrías haber tenido esta vida hace
tantos años, pero no la querías. Querías algo diferente. Algo mejor.
Quieres esa otra vida, una conmigo. O no lo haces. Pero me iría antes de dejar que arruines tu propio sueño.

El silencio detonó en mis oídos.

Mi corazón estaba furioso en mi pecho, y sentía como mis costillas iban a romperse si golpeaba con más fuerza.

No podía perderla.

La quería más a ella que a cualquier otra cosa.

Ella eclipsaba cada sueño, cada deseo, cada duda.

—Rose…

—Lo digo en serio, Dimitri. Aprecio lo que estás haciendo, y lo entiendo. Te amo por estar dispuesto a hacer esto, pero no vale la
pena. No si dejas de ser tú.

Ella tomó mi mano y la apretó contra su estómago.

—Si tenemos un hijo, y le llega algo como esto, ¿podrías decirle que tome el dinero, acepte el trabajo, que no significaría nada? ¿Por qué estoy siquiera preguntando? Sé lo que dirías. Le dirías que haga lo que él ama, lo que
lo hace sentir más vivo. La vida es demasiado corta para perder el tiempo viviéndola de otra manera.

Ella tenía razón.

Maldita sea.

Ella tenía razón.

El nudo en mi estómago se aflojó, y solté un suspiro pesado.

—¿Cómo es que me conoces mejor de lo que yo lo hago?

—Porque te amo.

Mi corazón corrió, y la fuerza de cada latido me acercó más a ella.

Cada vez que decía esas palabras... cada vez se sentía como la primera vez.

Envolví mis brazos a su alrededor y tiré hasta que tuvo los pies colgando en el suelo. Besé la esquina de su mandíbula y las palabras volvieron.

—Pero si estamos embarazados… hay tantas cosas que tendremos que superar. Va a ser difícil con nuestro estilo de vida.

Ella pasó los dedos por mi cabello y dijo

—: Tu madre me llevó a
ver a un amigo suyo que es médico.

Me miró a los ojos y la puse en el suelo.

—¿Le dijiste a mi madre?
Se encogió de hombros. —Esa mujer tiene una forma de sacar mis secretos.

—¿Y?

—Y no estoy embarazada.

Tragué duro, mi estómago se retorcía con una combinación de emociones, demasiado amplias para identificarlas realmente.

—¿No lo estás?

Negó con la cabeza.

—El doctor dijo que cree que es probablemente el estrés que me ha sacado de mi ciclo. La combinación de todo el trabajo y pensar en conocer a tu familia Mi latido era lento, pero fuerte en mis oídos.

—Así que... así que no tenemos que preocuparnos por ninguna de esas cosas.

—No, por ahora no.

Por más que lo intento, no podía decir si estaba decepcionado o aliviado.

No sobre el bebé.

El trabajo sin embargo… eso se sentía como si estuviera cien veces más ligero.

—¿Estás bien? —preguntó.
Besé su frente, luego la punta de la nariz, y seguí a sus labios.

Absorbí la calma de su piel caliente, inspirado en el equilibrio de su cercanía. Le dije—: Sí. Estoy más que bien.

Asintió.

Su expresión era tan difícil de leer, y me dio la sensación de que estaba igual de confundida acerca de lo que sentía, como yo.

—¿Dimitri? Una pregunta más.

—Cualquier cosa

Su sonrisa se ensanchó, brillante y hermosa.

Toda su confusión
desapareció.

—¿Te casas conmigo?

Media docena de respuestas revoloteaban por mi mente, de lo simple a lo sarcástico.

Pero había una cosa que siempre sería cierta sobre mí.

Prefería la acción a las palabras.

Así que, la acerqué y le contesté tan profundamente como pude...

FIN...

Manteniendo Su AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora