|20: "Damisela en apuros."|

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Tomaron un descanso ya en la noche, la última de su viaje. 

- ¿Y si vamos a comprar algo primero? - dijo Louis mientras bajaban del auto. -  Podríamos hacer una noche de películas o algo por el estilo.

Harry asintió a lo dicho. - Hay que preguntarle a alguien sobre una tienda - volteó buscando hacia los lados hasta que vio a una dulce señora en una esquina. -¡Oh! Déjame preguntarle a ella, Lou. 

El rizado se acercó y vio cómo la anciana llevaba unas bolsas, al parecer estaba esperando un autobús. No pudo evitar que sus grandes ojos grises le llamaran la atención. Se aclaró la garganta para llamar la atención. 

La señora lo miró con una pizca de ternura. - Disculpe, ¿de casualidad no conoce alguna tienda cerca de aquí? - Ella asintió a lo dicho y apuntó hacia su lado derecho. 

- En la esquina que ves allá, das vuelta a la izquierda y en esa calle la encontrarás. Apresúrate si no quieres que cierren, dulzura - habló con esa voz rasposa y linda a la vez.

Harry le agradeció y regresó a donde Louis. Le dio las misma indicaciones que le había dado la anciana y se dirigieron a su destino.

Justo como les indicaron la pequeña tienda se encontraba entre dos locales cerrados, lo cual Louis no dejó pasar ya que eran alrededor de las doce de la noche y no cualquier tienda estaría abierta a esa hora. Tal vez sólo es suerte, pensó.

Entraron al lugar y se dieron cuenta que no era tan pequeño como pensaban, sino que se expandía a lo largo. 

- Para no quedarnos tanto tiempo aquí yo voy por algunos refrescos y tú eliges las frituras, ¿bien? - Louis asintió a lo que Harry dijo. El rizado se encaminó hasta la otra esquina de la tienda haciendo que desapareciera de la vista de Louis.

El ojiazul tomó algunas bolsas rápidamente, estando muy cerca decidió ya pagarlas y tan sólo esperaría a Harry. 

Al llegar a la caja se encontró con una delgada joven, le impresionaron el extraño tono de gris que tenían sus ojos, decidió no tomarle importancia ya que la chica se podría incomodar.

Dejó las cosas en la mesa que los separaba. - Serían tres libras - habló casi entre dientes. Escuchó cómo el teléfono que estaba a un lado de la chica sonaba y ella contestaba. - ¿Qué pasó?

Habría sacado su billetera si no fuera por el grito que pegó la joven. Louis abrió los ojos de golpe al escuchar tal alarido. La chica lanzó el aparato hacia algún lado y miró a Louis con nerviosismo.

- ¡Tienes que ayudarme! ¡Ayúdame! - rodeó casi corriendo la pequeña mesa y tomó a Louis del brazo un poco fuerte. - ¡Vamos, no te quedes ahí!

- P-ero...Harry - habló siendo ignorado por la joven que lo arrastraba a la salida del lugar. - ¡Harry! - alcanzó a decir antes de estar en la oscura calle.

Trató de soltarse de la mano de la chica pero ésta lo apretaba aún más. Se asustó al ver cómo las perfectas y delicadas manos de la mujer comenzaban a tornarse de un pálido color y esas uñas que antes eran cortas,  crecían exageradamente rápido y lograban un aspecto pútrido.

- ¿Qué demonios? - exclamó el ojiazul. Usó toda su fuerza para escapar pero la criatura se giró hacia él con una cara que expresaba maldad pura. 

- ¡No irás a ningún lado, idiota! - los gritos de esa cosa tan sólo eran eso, sonidos incomprensibles, pero por alguna razón su mente entendía perfectamente lo que bramaba.

Oyó la puerta de la tienda se azotada y giró viendo a Harry salir corriendo. 

- ¡Harry! - llamó extendiendo su mano al chico. El rizado se apresuró a tomarla pero los casi blancos brazos de la criatura rodearon a Louis privándolo de cualquier movimiento. Siguió alejándose de Harry con el muchacho en brazos.

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⏰ Last updated: Mar 25, 2018 ⏰

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Imaginary Cupids | Larry StylinsonWhere stories live. Discover now