—¿Julián Castillos?
Alejandro asintió, mostrando un poco de mal humor. Puedo decir que mi lentitud le molestaba un poco. Pero es que yo no podía salir de mi asombro, el hippie mugroso no era un bicho salido de la alcantarilla más cercana, ¡qué va! Ahora resultaba ser un empresario exitoso dueño de hoteles. Seguramente, tenía el aspecto de un pez muriendo en tierra, pero no sabía ni qué decir.
—¿Es esto una broma? —pregunté mientras giraba mi cabeza buscando.
Alejandro siguió mi mirada hacia todas direcciones, su expresión era tensa.
—¿Qué es lo que buscas?
—Las cámaras, obviamente —finalicé, sin dejar de buscar.
—No es ninguna broma, te estoy hablando de un negocio de muchos millones de dólares —Alejandro se levantó de mi lado, sacudiendo ligeramente la cabeza—. Tal vez fue un error pedirte a ti que te ocuparas de este asunto. Bueno, tendré que...
—¡No! —casi grité, bueno, seguramente grité pero ¿a quién le importa?— Yo puedo ocuparme de ello, es solo que me sonaba conocido el nombre, es todo.
Alejandro arqueó una ceja.
—¿Julián Castillos?
—Claro, es un nombre de lo más común.
—Me alegra saber que mi nombre es común —escuché que alguien decía a mis espaldas.
Ciertamente, no debía darme la vuelta para saber que el hippie estaría ahí. Bueno, eso le serviría a Alejandro para darse cuenta de que definitivamente no podía hacer negocios con alguien que le daba más valor a una taza de té que a una de las blusas más lindas que hubiesen existido en el mundo.
Me giré, de a poco, para reencontrarme con el que me había hecho perder la mitad de mi día.
Al hacerlo entrecerré los ojos, ese hombre no podía ser Julián Castillos, ¿dónde mierdas estaba su aspecto desaliñado? A este tipo que tenía delante no me importaría darle la mano, mi número, un par de lengüetazos, una noche de pasión desenfrenada... Me sobresalté al ver hacia donde habían ido mis pensamientos. Sacudí la cabeza. Julián me miraba sonriendo, como si supiera lo que había pasado por mi mente.
—Le dije que no debía juzgar a nadie por su apariencia, señorita García —se notaba que hacía todo lo posible por aguantar una carcajada.
El maldito sabía qué era lo que pensaba, pude decirlo por la manera en que sus ojos brillaban. Crucé los brazos, esto hizo que su mirada se dirigiera a otra parte de mi cuerpo. Una que no tenía intención de dar a notar.
Alejandro se aclaró la garganta.
—¿Se conocen?
Ni Julián ni yo le prestamos atención, él sonreía, yo en cambio no.
—¡Ey, Amalia! —Alejandro sí gritó.
Desperté de mi letargo.
—Lo siento, nos conocimos en el aeropuerto.
—Después de que le arruiné la ropa —finalizó Julián con coquetería.
No pude evitar ponerme del color de un jitomate. Alejandro le pasó lo mismo, mismo color, diferentes razones. Yo tenía vergüenza y mi acompañante coraje.
Julián levantó las manos como rindiéndose.
—Le tiré el té encima, por eso le arruiné la ropa —declaró sin dejar de sonreír—. Eso fue todo, de verdad.
—Yo fui un poco grosera con el señor Castillos, pero tú sabes cómo soy con mi ropa —le comenté con una sonrisa algo tensa.
Alejandro respiró profundamente. Pude percatarme de que su humor había ido empeorando paulatinamente. Me tomó del brazo y después de disculparse, con una sonrisa en los labios, con Julián me alejó de ahí.
—¿Qué ocurre, Alejandro?
—Creo que es cierto lo que supuse, no debí pedirte que te encargaras de este negocio, veo que has tenido tus problemas con el señor Castillos y, honestamente, lo que necesito es tener las mejores condiciones para que todo vaya bien y, pues, pueda ganar algo de dinero.
—¿Pero qué te pasa? ¡Claro que puedo encargarme de esto!
Alejandro negó lentamente con la cabeza. Suspiró.
—Lo mejor será que regreses a la habitación mientras hablo con él y en cuanto termine te voy a buscar, ¿de acuerdo?
No esperó mi respuesta y me dejó ahí, de pie, sola.
Si crees que Amalia debería seguirlo, ve al capítulo 22.
Si crees que Amalia debería regresar a la habitación de hotel, ve al capítulo 23.
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¿Problemas en el Paraíso? (Historia interactiva)
RomanceAmalia, una exitosa abogada de Nueva York, regresa a la isla que la vio nacer persiguiendo un sueño. Una vez allí, cada decisión que tome la llevará un poco más cerca de un antiguo amor o le permitirá conocer a un nuevo e intrigante hombre. Se encue...