Observé alejarse a aquél hombre que me había causado un vaivén de sentimientos en tan solo unos minutos. Mis piernas me suplicaban que lo siguiera, mas mi mente traicionera y ordenada me recordó una y mil veces más que ese no era el plan.
Suspiré derrotada y comencé a escribir un mensaje de respuesta para tratar de justificar mi ausencia.
«Hay tráfico, dame diez minutos», tecleé desganada.
Increíblemente, mi corazón ya no se aceleraba al pensar en aquel hombre que me esperaba.
«El destino» ¿Quién carajos inventó al destino?
¿Acaso hay alguien jalando todos los hilos de nuestras vidas y decidiendo cuando creemos decidir?
Salí del hotel con un corazón lleno de pesadez y abordé un taxi que me llevaría a "mi destino". Una vez más, esa maldita palabra...
—¿De nuevo, usted? —una voz masculina me dijo con asombro.
Levanté mi rostro y observé al conductor, era el mismo que me había traído, arqueé una ceja en señal de sorpresa.
—Vaya, se ve mejor, ¿a dónde la llevo ahora?
—Al hotel Dreamcatcher —contesté con un ligero sonrojo de vergüenza, ir de hotel en hotel no debe dejar muy buena impresión.
El conductor hizo un sonido con su garganta, uno que me hizo tener ganas de tomar uno de sus absurdos tirantes para ahorcarlo.
«Vamos, Amalia, no viniste hasta aquí para hacerte asesina», pensé tratando de controlar mis impulsos.
Miré casas, tiendas y calles pasar ante mis ojos. Sin embargo, mi mente no dejaba de pensar en él... En ese hippie, intento de Bob Marley, que al parecer estaba destinado a conocer.
—Debería regresar —me dije a mí misma una vez que el taxi se detuvo en la puerta del hotel dónde me esperaba Alejandro.
—El destino es un niño latoso y curioso que cambia nuestros caminos a diestra y siniestra —el conductor me dijo mirándome por el retrovisor.
Lo miré pasmada, mi voz escapó y los vellos de mi cuerpo se erizaron... ¿Qué demonios?
—¿Cuánto le debo? —pregunté con la voz ahogada.
El curioso hombre hizo un ademán con la mano.
—Estaré aquí diez minutos, si no vuelve, el viaje será cortesía de la casa —respondió con la mano en la radio, se dispuso a escoger una estación.
Abrí y cerré mi boca varias veces, vaya que era un día bastante extraño.
Inhalé aire como si me fuera a sumergir en una profunda alberca y salí del vehículo. Me detuve por unos momentos en la puerta del hotel y observé a varias personas entrar y salir.
Por Dios, llevaba tiempo esperando ese momento y mi cuerpo no parecía querer responder... Mi corazón se había quedado cautivo de ojos verdes, rastas y té importado.
Obligué mi cuerpo a moverse y entrar a aquél lugar, sabía perfectamente bien dónde encontrarlo: el bar.
Al acercarme, lo vi de espaldas en la barra, tomaba lo que indudablemente era un whisky. Incluso desde este ángulo, podía vislumbrar lo atractivo que se veía.
Caminé hacia él con pasos lentos, toqué su hombro y él volteó con sorpresa. Sus ojos se abrieron un tanto al notarme, luego su mirada recorrió mi cuerpo, podía sentirlo desnudarme en su mente. ¿Lo extraño? Mi latido, mi respiración y mis sentimientos no se estremecieron ni un poco.
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¿Problemas en el Paraíso? (Historia interactiva)
RomanceAmalia, una exitosa abogada de Nueva York, regresa a la isla que la vio nacer persiguiendo un sueño. Una vez allí, cada decisión que tome la llevará un poco más cerca de un antiguo amor o le permitirá conocer a un nuevo e intrigante hombre. Se encue...