Capítulo 20: Una reunión incómoda

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Decidí ser franca y directa. Era absurdo ocultarlo y más si pensaba reunirse con él. Ese andrajoso podría mencionar nuestro altercado y a saber en qué situación embarazosa podría involucrarme esa vez. No estaba de más cubrirse las espaldas.

—Al venir a tu encuentro tuve, digamos que una mala experiencia con ese hombre en el aeropuerto. Se chocó y manchó mi blusa con su té. Acabó siendo insultante conmigo y desagradable. Su comportamiento dejó mucho que desear. Quizás, soy una tonta y lo mal juzgo, pero no me gusta ese hombre. ¿No has pensado que por algo se está haciendo rico tan rápido?

—Amalia, mujer, ¡qué desconfiada eres! —se rio estruendosamente y no me tomó en serio.

No pareció darle importancia y, en su lugar, me pasó los datos financieros que le habían facilitado para cerrar el trato. Me dispuse a estudiar toda aquella información con mucho detenimiento y todo parecía estar en regla. Tenía que darle la razón, no se veía nada raro. Al contrario, los beneficios eran muy golosos.

—¿Y por qué quieres asociarte con él? ¿Qué es lo que tú le vas aportar a él?

—Mi intención es expandirme por esta isla. Yo le aportaré el prestigio que le falta y ciertos ingresos extras para ayudarlo a realizar las obras. Debemos cambiar el nombre. Asociándome con él, me aseguro de que se encargue de esta parte del mundo sin necesidad de supervisión. Solo le veo ventajas y los dos ganamos más dinero.

No sé por qué me daba que había gato encerrado. Todo parecía muy bonito, pero si tanto dinero tenía aquel andrajoso y solo le ofrecía ventajas ¿por qué me daba que había algo oscuro y sucio detrás?

—Escucha, voy a contactar con mis colegas y les voy a pasar la información. No obstante, déjame que haga, antes de que cierres el trato, unas averiguaciones acerca de su persona. Quiero asegurarme que todo lo tiene en regla. No sea que le falte algún papeleo que retrase tu fusión. —Sellé mi última frase con una sonrisa falsa para disimular la desconfianza que sentía en aquel momento.

Alejandro no pareció percatarse de nada. Lo tomó como una función más de mi trabajo.

—De acuerdo, ¿eso te llevará mucho? —su seductora voz me invitaba a hacer locuras con él.

—Me temo que sí, será mejor que llevemos toda la documentación revisada. Anda, déjame que haga mi trabajo —repliqué con un mohín de disgusto.

—Está bien, aprovecharé para darme unos largos en la piscina. Así haré un poco de deporte para hacer hambre.

Yo suspiré al imaginarme ese cuerpo tan tonificado al contacto con el agua. Bellas imágenes de él en la cama venían a mi mente, me hacían odiar mi responsabilidad en ese momento. Cuando salió del cuarto de baño en albornoz, me dio un apasionado beso. Las mariposas revoloteaban alrededor de mi estómago. Era tan varonil y atractivo, que me hacía desearlo a cada minuto. No pude apartar mis ojos de él hasta que cerró la puerta tras de sí.

Deseché mis deseos calenturientos y abrí mi ordenador. Me puse a teclear como una loca para averiguar sobre su pasado y he aquí mi primer obstáculo. No encontraba nada. Era como si hubiese nacido hacía diez años. Cogí mi móvil y llamé al contacto que tenía dentro de la policía. Era muy útil para obtener información confidencial.

—¿Aló, Jenn? ¿Cómo estás, nena? Bien también. No, ahora no estoy en la ciudad. Me encuentro bastante lejos... Sí, ya te contaré. Oye, no quiero entretenerte, necesito que me busques toda la información acerca de un tal Julián Castillos, el dueño de la cadena hotelera Paradisus Punta Cana. Sí, es por trabajo, ya sabes. Es como si este hombre no tuviese familia ni pasado... Ok. Espero tu llamada. Te debo una invitación a la vuelta.

Por otro lado, les pasé los datos a mis colegas y me aseguraron que no había nada turbio ni tenían noticias de malversación de bienes. Estaba todo demasiado limpio. Mis colegas tenían solo buenas referencias de él. Ningún impago, ni ningún escándalo. Alejandro subió para cambiarse. Habíamos de irnos para almorzar con el tipejo. Al llegar al restaurante, la sorpresa de volver a verme se reflejó en su rostro.

—Vaya, no esperaba verla de nuevo —me trató con discreción.

En cambio, su actitud con Alejandro fue totalmente cordial. Hablaron de las condiciones que ponía cada uno y se dispusieron a firmar el contrato. Yo quería evitar aquello a toda costa. Con la disculpa de volver a redactarlo, traté de posponer la firma de un preacuerdo para otro día. Pero el tipo se resistía. Con la excusa de irme al baño, me decidí a llamar a Jenn para ver si sabía algo nuevo.

—Escucha, Amalia, descubrí que había firmado un contrato para ocultar su verdadera identidad. Es algo así como un protegido por el gobierno. La verdad es que me intrigó y me decidí a ahondar un poco más en el asunto. Al ir al archivo, se cayó una caja y encontré información sobre un tal Luis González. Recordé que fue un caso muy sonado y que me habían encargado que destruyera toda esa información. Debí de olvidarlo. Se operó la cara y todo. Creo que estás tratando con un peligroso terrorista. Te cuento, este tipo pactó con el gobierno americano para que denunciara a toda la cúpula de narcotraficantes de droga. Es capaz de vender hasta su propia madre. Debes andar con mucho cuidado. Ese tío es muy peligroso.

—¿Qué me dices?... Vale sí, descuida. —Colgué con las manos temblorosas.

Un escalofrío asoló todo mi cuerpo. De pronto sentí algo metálico y frío cerca de mi cara. Al girarme vi cómo aquel tipejo me apuntaba con una pistola.

—¿Crees que me vas a chafar la operación? No. Sabía que me darías problemas desde el primer momento que te vi. No me das otra alternativa. Tendré que matarte.

—Alejandro vendrá por mí en breve, se preguntará que por qué no regreso del cuarto de baño y se preocupará. Querrá saber si me encuentro bien —dije tratando de mostrarme segura y no aterrada como en realidad estaba. Rezaba para que Alejandro se diera cuenta de lo que pasaba y viniese a por mí.

Mientras tanto, debía maquinar alguna forma de distraerlo de su objetivo.

—Lo siento, pero me temo que no lo entiendes, digamos que tu acompañante se encuentra indispuesto —rio con una risa que me congeló el cuerpo—. Ahora está dormido encima de la mesa. No me has dado otra alternativa que drogarlo, querida. Cuando despierte, le diré que has dejado una nota y que le esperas en el hotel. Cosas de trabajos, tú ya me entiendes. No le sonará raro. Pero tú nunca regresarás. Nadie sabrá nunca dónde hallarte. Tu cuerpo lo voy a descuartizar y me voy a deshacer de él en la selva. Alejandro se pensará que te han raptado y te buscará, hasta que se aburra y se olvide de ti. Ya me encargaré yo de consolarlo.

Comencé a suplicarle pero su mirada siniestra no daba lugar a equívocos, lo tenía todo planeado desde el principio. Iba a morir. Las lágrimas escurrieron por mis mejillas, sollocé al darme cuenta que mi futuro junto a Alejandro se había truncado al chocarme con aquel desquiciado. Oí un "CLICK" y comencé a desvanecerme del mundo de los vivos. Mis últimos minutos fueron aterradores, sentí como se acercaba hasta mí y me observaba con alevosía mientras la vida se me escapaba. Le oí coger algo metálico y como comenzaba a trajinar con mi cuerpo. ¡Dios mío! Me iba a descuartizar aún viva.

¿Problemas en el Paraíso? (Historia interactiva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora