¡De ninguna manera, me iría así como así a la habitación! Esperé que Alejandro regresara a la mesa para seguirlo, y pocos segundos después, me encontraba parada frente a ambos hombres que me miraron extrañados.
—¿Qué haces aquí? —me preguntó Alejandro con enojo en su voz.
—Me pediste que revisara los papeles de la negociación, y es lo que haré.
—Estoy de acuerdo con que la señorita revise todos los papeles. Entre más claridad haya en los aspectos legales, más rápido podremos llegar a una decisión —afirmó el hippie-adonis con una media sonrisa en su expresión.
Pasamos unas dos horas revisando y modificando los acuerdos según las necesidades de ambas partes. En todo momento, Julián intercalaba su mirada entre mis ojos y la nueva blusa que estaba usando. Cada vez que lo hacía, me molestaba, pero confieso que me agradaba a partes iguales. Su mirada era penetrante y seductora.
Alejandro también alternaba la mirada entre Julián y yo. Sabía que estaba muy molesto por toda la escena, y más aún porque no había regresado a la habitación como él dijo. Pero si una de las razones por las que me citó aquí fue porque requería mi asesoría legal, le iba a demostrar lo capaz que era. Además, no era mi pareja como para tener algún derecho de celarme. Menos, cuando no tenía por qué.
—Bueno —dijo Alejandro levantándose de repente de su asiento—, me tengo que ir. Creo que ya todo ha quedado aclarado. Julián, contáctate con Amalia para cerrar los últimos detalles legales. Adiós.
Julián se levantó igualmente y le estrechó la mano. Alejandro empezó a caminar y yo estaba muy confundida. ¿Esto era todo? ¿Me había citado aquí con una nota romántica solo para hablar de trabajo?
Molesta y sorprendida, me puse de pie y miré un poco apenada a Julián, quien asintió con su cabeza como sugiriéndome que fuera tras él.
Me levanté y fui tras Alejandro, quien caminaba tan rápido que solo pude alcanzarlo cuando había atravesado la mayor parte del hotel.
—¡Alejandro, espera! —Tuve que gritar para llamar su atención y detenerlo— ¿Qué te pasa? ¿Por qué te vas así? Pensé que pasaríamos el fin de semana juntos.
—Ese era el plan, pero ya me tengo que ir.
—¿Qué? ¿Por qué? —Cada vez entendía menos lo que estaba pasando.
—Porque había olvidado lo coqueta que puedes ser. Estar en tus brazos y tu cama me encantó, pero definitivamente esto nunca va a funcionar. Lo mejor es que ninguno de los dos pierda el tiempo.
—¿¡Qué!? —Estaba esperando que la cámara escondida hiciera su aparición, pero recordé que él nunca se prestaría para eso— Deja la inmadurez, Alejandro. Yo no coqueteé con nadie ¿Por qué lo dices? ¿Por Julián Castillos?
—No creas que no me di cuenta de cómo se miraban.
—Él me miraba a mí, querrás decir, y de eso yo no tengo la culpa. Además, tú me conoces y sabes que no soy de las que coquetea con todo el mundo, no si vengo a verte a ti.
—¿Quién sabe? El tiempo pudo haberte cambiado.
Sentía que la cabeza me herviría en cualquier momento. Quería pegarle, pero no quería ser sacada del hotel por los de seguridad, así que me limité a tomar aire.
—¿Sabes qué? Si te quieres largar, ¡hazlo! Vete a buscar otra rubia como la anterior, que te abra las piernas y haga lo que tú le digas. Pero a mí no me hagas perder el tiempo.
Me di la vuelta y lo dejé ahí llamándome. Si algo no tenía ganas de hacer en ese preciso momento, era discutir con alguien, mucho menos con él. Sabía cómo terminaban esas peleas.
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¿Problemas en el Paraíso? (Historia interactiva)
RomanceAmalia, una exitosa abogada de Nueva York, regresa a la isla que la vio nacer persiguiendo un sueño. Una vez allí, cada decisión que tome la llevará un poco más cerca de un antiguo amor o le permitirá conocer a un nuevo e intrigante hombre. Se encue...