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  Ya era sábado, el gran día había llegado, mi jornada de trabajo había terminado y yo me encontraba en mi departamento preparándome para la gran fiesta en la casa del lago, aún no entendía como Kelly había conseguido convencerme para  quedarme en Nueva York, y lo peor, es que también me había convencido para ir a la fiesta de Dianh, la cual sería ''discretita''.

Un vez vestida con unos jeans pitillo negros, una camisa blanca, una chaqueta de cuero y mis converse blancas, salí de casa rumbo al almacén, necesitaba una cosa de ahí antes de ir a por Kelly, así que tome un taxi y le di la dirección, 25 minutos después estaba en casa de Kelly esperando a que ella saliese.

- ¿De donde has sacado semejante coche? - pregunto cuando salía del portal - ¿los has robado?

- No, no lo he robado, es mío - respondí de forma cortante, ya que lo que menos quería en ese momento era explicarle de dónde había salido el coche.

- Ajá, haré como que te creo - por fin se iba a callar - ahora dime la verdad - o tal vez no, podría callarme o ignorarla, pero es persistente y llegaré a la fiesta con dolor de cabeza, así que responderé.

- Era el coche de mi hermano, cuando murió en el accidente el coche quedó destrozado y mi padre lo llevo a un desguace como si no tuviese ningún valor, así que yo fui a recuperarlo y compre el garaje para poder guardarlo, allí fue donde lo arreglé poco a poco hasta reconvertirlo en la preciosidad que es - respondí recordando lo difícil que fue para mí restaurar el coche, y más cuando, cada vez que lo intentaba en mi cabeza solo aparecían distintas escenas de como habían matado a mi hermano.

- ¿Quiero ir a ese garaje? - eso ya era inadmisible, allí estaban escondidos los recuerdos de mi pasado, y no dejaré que nadie los vea.

- No, ni loca, debemos ir a la fiesta - respondí pero Kelly no se conformaría con eso.

- Ni si quiera quieres ir a la fiesta, además durara toda la noche, y la gente importante debe llegar tarde - dije señalandonos a ambas  - así que deja de temerle a tu pasado y llevame al garaje.

Era mi amiga, o al menos ya la empezaba a considerar mi amiga, incluso le tenía cierto apreció, pero detestaba que fuese tan pesada y que siempre consiguiese lo que quería, y a pesar de que no dejaría entrar a nadie, ahí me encontraba yo, entrando al maldito garaje junto a la morena.

Sería una visita rápida y no dejaría que viese mucha cosa, o eso quería pensar, este lugar era como mi memoria, en el se encontraba hasta el detalle más insignificante que un día me hizo sentir algo. Conservaba desde el encendedor con el que prendí mi primer cigarrillo, hasta la pelota con la que jugaba mi perro. Para mucha gente podrían parecer tonterías, objetos sin importancia que solo acumulan polvo, pero para mí, iba más allá de eso, conservaba las insignias de guerra de mi abuelo, las agujas con las que mi abuela hacía ganchillo, las mismas con las que me cosió miles de suéters cuando era pequeña, hasta conservaba una rueda de la primera bicicleta que me regalaron mis padres.

A los ojos de esta sociedad, todo era una tontería, a los ojos de una persona como yo, eran recuerdos, cosas que un día formaron parte de tu pasado, que te hicieron sentir especial, diferente, o simplemente que te sacaron una sonrisa en tiempos difíciles, todo eso lo aprendí de mi abuelo, el cuál tenía una sala repleta de cosas que un día lo hicieron sentir algo.

Una hora después salimos de aquel establecimiento y nos dirigimos hacía la casa del lago donde se realizaría la fiesta, Kelly me había preguntado todo lo que pudo sobre cada cosa que vio en aquel lugar, por eso ahora iba muy calladita y así seguiría todo el camino, supongo que estará estará asimilando toda la información. Entre nosotras se había formado un silencio muy agradable, pero a pesar de todo decidí poner algo de música, ya que sería un trayecto largo. El motor rugió y yo emprendí la marcha por aquéllas oscuras carreteras, no había nada más bonito que la noche, era ese momento en el que la gente se deshacía de su máscara y se volvían sinceras, pero ese mismo motivo la mayoría de la gente dormía o salía a emborracharse para desconectar de la realidad.

Después de 45 minutos de camino, llegamos a la casa, desde afuera se podía escuchar la música a todo volumen, y como el gran parking de la casa estaba repleto de coches, encontré un sitio libre y aparqué el vehículo. Todos eran superdeportivos de último modelo, pero mi pequeño Dodge Charger del 70, no tenía nada que envidiarles, lo mío era un motor de verdad que rugía cada vez que acelerabas.

Cuando salimos del coche, Kelly me miró con compasión, ya que sabía lo que me esperaba una vez atravesara aquellas puertas, ambas nos encontrábamos frente a la puerta, respiré profundamente y toqué con dos golpes fuertes. Rápidamente esta se abrió, dejandonos ver a una resplandeciente Dinah, que para mi sorpresas, aún no iba pasada de copas.

- Bienvenidas chicas - dijo dejandonos entrar - agarrar cualquier bebida, no estaremos aquí mucho tiempo, se que te molesta estar rodeado de esta gente - habló refiriéndose a mí - así que las chicas nos están esperando en la azotea, allí estaremos lejos de la música y podremos hablar tranquilas.

Yo agarré una botella de agua y Kelly algún tipo de bebida alcohólica que desconocía, a pesar de que en mi adolescencia bebía alcohol como si fuese agua, a día de hoy, desconocía cualquier tipo de bebida alcohólica nueva. Tras eso Dinah nos guío hasta la azotea, mi mente todavía no estaba preparada para esto, pero ya no había marcha atrás, cuando menos me lo esperé Dinah , ya había abierto aquella puerta y....

Messenger (Lauren Jauregui y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora