𝗗𝗘𝗩𝗜𝗟 𝗦𝗜𝗗𝗘 ❙ Elizabeth Gilbert perdió a sus padres en un accidente, y debe ser fuerte por Elena, su hermana mayor y, Jeremy, su hermano menor. Y aunque traté de hacer que todo vuelva a ser como antes los hermanos Salvatore irrumpen en su vi...
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ELIZABETH
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LA NOCHE SE ARRASTRÓ LENTAMENTE, una tortura interminable de imágenes grotescas y terrores sin fin. Cada vez que cerraba los ojos, las sombras danzaban a su alrededor, transformándose en figuras espeluznantes. Vampiros de colmillos largos y ojos vacíos se lanzaban sobre mí, sus garras afiladas buscaban mi carne. En otras visiones, brujas decrépitas con sonrisas siniestras murmuraban conjuros oscuros, sus dedos huesudos extendiéndose hacia mí.
Cada vez que intentaba encontrar refugio en el sueño, era arrancada de vuelta por los gritos de seres sobrenaturales. Lobos de pelaje negro y ojos brillantes aullaban a la luna, su aliento cálido y fétido acariciando mi rostro mientras sus mandíbulas se cerraban peligrosamente cerca. Las paredes de mi mente estaban cubiertas de visiones de espíritus que susurraban secretos antiguos, sus voces un murmullo constante que no podía comprender pero que me llenaba de un miedo indescriptible.
El sudor frío cubría mi piel, empapando las sábanas a mi alrededor. Cada giro y vuelta en la cama parecía llevarme más profundamente en un abismo de pesadillas interminables. Sentía el peso de estos seres sobre mí, sofocándome, impidiéndome encontrar paz. Los minutos se estiraban en horas, y el alivio del amanecer parecía un sueño lejano.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, noté un cambio en la habitación. Una tenue luz comenzó a filtrarse a través de las cortinas de color rojo, bañando la habitación en un resplandor cálido y familiar. Observé cómo los primeros rayos de sol se deslizaban lentamente por las telas, creando patrones de luz y sombra que bailaban suavemente en las paredes.
Me quedé inmóvil por un momento, simplemente mirando cómo la luz crecía en intensidad, apartando las sombras que habían dominado la noche. Mis músculos estaban tensos, y un cansancio profundo pesaba sobre mí, pero el amanecer traía consigo una promesa de alivio. El mundo exterior comenzaba a despertar, y con él, mi deseo de dejar atrás los horrores nocturnos.
Al contemplar la luz del amanecer filtrándose por la ventana, mis pensamientos se deslizaron hacia un pasado distante, a esos días de mi infancia cuando las pesadillas eran un visitante habitual en las noches. Recordé con claridad cómo los gritos desesperados rompían el silencio nocturno, despertando a mis padres de su sueño. La puerta de mi habitación se abría de golpe y ellos entraban apresurados, sus rostros reflejando la preocupación y el amor incondicional que siempre me ofrecieron.
Mi padre era el primero en llegar a mi lado. Lo veía cruzar la habitación con pasos rápidos y decididos, su figura alta y protectora se abalanzaba sobre mí con urgencia. Me envolvía en sus brazos fuertes y cálidos, acunándome contra su pecho. Podía sentir el ritmo constante de su corazón bajo mi mejilla, un sonido reconfortante que comenzaba a apaciguar mis temblores. Sus manos grandes acariciaban mi cabello con ternura, mientras me susurraba palabras tranquilizadoras al oído, prometiéndome que todo estaría bien, que los monstruos eran solo sombras pasajeras.
