Capítulo 14

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La ira recorría cada centímetro de su ser. Su instinto más salvaje le demandaba descuartizar con sus garras aquel que atacó a su compañero; y sinceramente, estaba considerando esa opción. No le importaba irse a una guerra, con tal de que Andrea pagara todo el dolor y lágrimas derramadas provocados a Noah.

A pasos pesados se acerca al menor, alejando con una escalofriante mirada a Héctor. Se agacha a su altura, observando detenidamente su rostro magullado, los arañazos en sus brazos, la herida en la cabeza y las marcas rojizas que rodeaban el delgado cuello; todo eso y más, ocasionó el enfurecimiento de Jonathan que, gruñó amenazadoramente, provocando un estremecimiento a todos los presentes.

- Jeremy -mira de reojo hacia la entrada, apareciendo de esta el Beta - Busca al médico de la familia y encierra a esta mujer en los calabozos. Quiero que la vigilen las veinticuatro horas del día hasta que se decida su castigo.

- Si, Alfa -con un movimiento de cabeza, el joven azabache ordena a los guardias llevar de inmediato a la mujer a su celda.

Reacia a ser tratada de esa forma, Andrea intenta soltarse del agarre de esos hombres.

- ¡Soltadme, infelices! -se sacude- ¡Jonathan! ¡No puedes permitir que me traten de esta manera! -mira desesperada hacia el de ojos verdes.

- Te arrepentirás por lo que has hecho, Andrea -la mira colérico, utilizando inconscientemente su voz de mando.

Los gritos se escuchaban por todo el pasillo. Héctor miraba acongojado por donde se fue su hermana menor. Él, como hermano y heredero al puesto de Alfa en su manada, no podía ayudarla. Conocía perfectamente las leyes y sabía que Andrea había cometido una falta grave.

- Héctor -habla, sin siquiera mirarlo- Busca a tu padre y a los consejeros de tu manada. Abra una reunión urgente para decidir el destino de tu hermana.

Héctor tan solo afirma con un movimiento de cabeza, echando un último vistazo al chico de vista azulina, para luego retirarse de la habitación.

- Hey -murmura una vez que se encontró solo él y el joven en la recámara. Con sus dedos acaricia suavemente el labio maltratado del menor.

Noah, intenta enfocar la mirada en los pozos verdosos de su compañero. Con esfuerzo, alza la mano hacia el rostro masculino, tocándolo débilmente.

- Ya estoy aquí -lo abraza con delicadeza Jonathan.

Poco a poco los ojos color zafiro se cierran lentamente, hasta caer en un sueño profundo en donde tenía la certeza de que ya nada le podría pasar. Jonathan estaba allí y él velaría por su bienestar.

***

El amanecer llegó acompañado por la apacible llovizna. El otoño había acabado para dar inicio a la helada estación de invierno. Pronto las casas, calles y bosques se tiñeran de la blanca nieve. La temperatura bajaría considerablemente obligando a los lugareños a resguardarse y buscar algún método para combatir el frío y, sobre todo, proteger a los cachorros, ya que estos eran los más perjudicados a ese clima.

En la habitación principal en donde la chimenea proporcionaba el calor necesario para evitar que el aire del exterior ingresara al lugar, Jonathan mira seriamente al anciano sanador.

- ¿Por qué aun no despierta?

El médico suspira, a la vez que se masajea el puente de la nariz.

- El uso de magia en exceso produjo que su consorte se sumergiera en un sueño reparador, por así decirlo. Es por eso, que a las hechiceras no se les recomienda utilizar constantemente su magia cuando están en estado, ya que el feto absorbe esa fuente de poder. Si la madre le quita esa fuente de poder, debilita tanto a la criatura como a ella. Puede correr el riesgo de perder al bebe o morir los dos.

Bajo la luz de la luna. (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora