Capítulo 1

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—No—contesta tajante el profesor y responsable de Tom—. El señor Potter no es un objeto.

—No quiero al adulto, profesor Snape—replica, chasqueando la lengua y preguntándose si no fue claro. Tom odia repetir las cosas pero Severus Snape le agrada así que considera poder hacerlo solo una vez más, apretando al pequeño cuerpo entre sus brazos aclara—: Me refiero al niño.

—La respuesta no cambia, Riddle.

—Bien.

¿Qué hago? ¿Qué hago? No puede dejarle ir.
Pero debe hacerlo. Es una molestia, una capaz de provocarle jaqueca y dolor al no tenerlo. Es la segunda vez que tal impulso se dispara ante otro ser vivo. La primera fue su única amiga, ahora es el niño con lentes. ¿Debe considerar esto como alguna señal?

—Corre—indica, sujetando la morena mano para hacer lo propio tirando del cuerpo más pequeño como un muñeco de trapo. Potter Jr. demasiado confundido como para oponer resistencia. Tom se mueve esquivando cuerpos con gracilidad, señoras y señores, algunas criaturas mágicas y, en especial, niños revoltosos pues tal parece que el Callejón Diagon siempre está vivo.

—No soy un objeto—pronuncia en un hilo Potter, armándose de valor para tirar de su mano y zafarse del agarre contrario, después Tom le mira de reojo para observar al azabache decir casi soñador—. ¿Me llevarás a tocar el cielo?

—¿Disculpa?—trastabilla, disminuyendo la velocidad cuando los gritos son solo un sonido lejano.

—Sirius lo dijo—¿qué? ¿De qué habla? Le mira interrogante pero Potter le distrae tomando de nueva cuenta su mano brindándole una corriente de energía donde la piel se junta. Bien, este es, quizás, un gran impulso—. ¿A dónde vamos?—escucha el tintinar de la voz más dulce que sus oídos han percibido. Ahora con el aire recuperado puede apreciarla en su totalidad—. ¿Es un secuestro?

—Quizás—sopesa la probabilidad. Digo, quiere al niño para sí. Puede obligarlo, llevárselo, ¿desmayarlo? Todas las opciones son buenas—. No grites.

Mira con el entrecejo fruncido al chico de lentes y ojos verdes abrir la boca tomando aire. Una reacción común y repetitiva para alguien acostumbrado a escuchar las pedidas de auxilio.

—¿Es una broma?—parpadea, mirándole a través del abanico que son sus pestañas de una forma que Tom desvía la vista sintiendo un tirón en su estómago.

—Ven—alude, tirando y expectante a una réplica. Potter solo suspira observándolo con sospecha antes de seguirlo y caminar a su par.

—Si haces algo raro—empieza el de lentes con suavidad—, llamaré a los Aurores.

Él ignora la amenaza, no siente deseos de pelear con el contrario, al menos no cuando el dolor de cabeza comienza a volverle irritable a tal punto de querer desquitarse con lo que sea. Pero no planea hacerlo con él, no con su nueva adquisición.

Divisa una puerta vieja y una tienda algo polvorosa aparece en su campo de visión antes de empujar la puerta ocasionando el tintinear que anuncia su llegada al local.

—¿Buscas tu varita?—cuestiona el azabache, recargando su peso en la pierna izquierda y mordiendo levemente su labio inferior—. Eh, ¿cuál es tu nombre?

Se queda viéndole un rato antes de estirar lentamente su mano esperando el rechazo, pero éste nunca llega, en su lugar el azabache ríe bajo alzando ambas manos unidas y liberando su extremidad para aceptar el saludo.

Mini Señor OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora