Capítulo 3

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Cuando anuncian el retiro de los recién ingresados, Tom es el primero en estar de pie, intrigado por lo que será su nuevo hogar.

Claro que, su magia tiene planes diferentes. Y se lo demuestra al momento de doblar una esquina en vez de seguir a su propia casa. Los colores azules se ven reemplazos por rojos. El oro se convierte en el nuevo bronce mientras camina pasos atrás cuestionándose qué demonios está haciendo.

—Hey—emite una voz en un tono grueso, por suerte puede controlar cualquier reacción antes de girar mostrándose tan culpable como puede verse un niño—. No eres de Gryffindor.

—Me extravié, señor.

Y es una vil mentira.

—Me sucedió igual—admite él de lentes a modo de hacerle sentir menos idiota, o eso piensa Tom.

—¿Perderse?

—Exactamente—los ojos avellanas brillan cuando su portador ríe. Una risa que le sabe casi tan falsa como su sonrisa—. James Potter, profesor de Defensa Contra Las Artes Oscuras.

—Tom Riddle—ahí está. La sentencia en forma de su nombre pero James Potter le desconoce o finge no hacerlo.

Solo le indica el camino. Uno que Tom ya ha memorizado con solo pasar una vez.

—¿Cómo te perdiste?

—Necesitaba ir al baño.

—Oh—James aprieta los labios, concentrado—. ¿Por qué no preguntaste a tus prefectos?

—Los cuadros se mueven, es fácil distraerse cuando eres nuevo, ¿no cree?—es una respuesta que puede ser tomada mal, pero el tono empleado le da un nuevo significado.

Como Harry.

Ahí va de nuevo, sus pensamientos se agravian cuando está cerca del ojiverde, el deseo insano por quererlo para él se apaga significativamente al saberlo cercano pero Tom se conoce, sabe que necesita volver a verlo. Hablarle.

No es una necesidad, es más un placer que se permite para calmar su agudo ingenio.

—...entonces Snivellus estaba tan rojo de la ira, ¡fue tan gracioso!—James ríe, y no es un sonido delicado ante los espasmos del cuerpo. El profesor Potter no es un maestro normal, su ropa no es impecable, el tono es jovial y luce extremadamente feliz de volver a aquel sitio. Como dije: no es un profesor normal—. Se veía adorable con el ceño fruncido y...

—¿Profesor?—el sonrojo naciente bajo la morena piel le hace observarle con extrañeza.

—Llegamos—James Potter anuncia, deteniéndose frente a otra de las torres del castillo. Parece dispuesto a irse pero se queda parado, balanceándose en sus pies como niño pequeño—. Eres muy agradable, Tom.

—Gracias—suena seco a sus oídos por lo que agrega una sonrisa acompañando sus palabras.

—Nos veremos en clase—anonado, le observa dar una voltereta, sí, una jodida voltereta de niño pequeño para alejarse y gritar a medio pasillo—. ¡Casi lo olvido! Procura no llevarte a menores sin el permiso de los padres.

Desaparece girando al final del pasillo con el sonido de sus pasos perdiéndose en la lejanía.

Por el rabillo del ojo un peculiar fantasma desaparece en un as de luz  y aparece en otro pasillo. Es diferente a los que presenció en el Banquete de Bienvenida.

La fantasma voltea, ojos tristes y enojados al ser observada le devuelven la mirada. Tom le dedica una sonrisa. Y eso es todo.

¿Quién será aquella fantasma? No lo sabe, pero algo le dice que es importante.

Mini Señor OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora