Capítulo 7

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Ignorancia

Es de conocimiento general una sola cosa; el mejor alumno en Hogwarts es Tom Riddle.

Provoca sentimientos negativos a su paso en personas comunes como lo es—por decir un ejemplo—, Hermione Granger.

Tom siempre ha sido minucioso en lo que hace, dedicando esfuerzo y tiempo para no solo memorizar—cosa que nada le cuesta—, sino también en comprender el trasfondo de cada encantamiento pues su increíble memoria se vería obsoleta en medio de un duelo si tal fuese el caso.

Para ser tan sólo un alumno de primer grado se ganó su fama con una rapidez envidiable, al principio fue por su angelical apariencia y las amistades que frecuenta con asombrosa regularidad sin problemas de promedio.

Después—para disgusto de varios—, las habilidades de Tom dejan de que hablar. Son excepcionales y él mismo se desenvuelve de tal manera que es imposible el quedarse hipnotizado viéndole revolver hasta un simple caldero.  

El colegio entero gira en su órbita, todos bajo el efecto Riddle.

Existe el firme rumor de que si Tom se acerca al calamar gigante en el lago negro, este probablemente le salude y ofrezca bañarse ahí.

Un rumor desmentido pues cuando le cuestionan acerca de ello, Tom sonríe y niega al respecto con tal diplomacia que te deja un agradable sabor en el paladar.

Tom nota entonces, las frecuentes miradas de Granger cada que visita la biblioteca para llevarse algunos cuantos libros. Siempre diferentes, siempre empolvados. Aunque, desde luego, no es nada digno de mención; una de las características de Ravenclaw son los gustos excéntricos que poseen sus miembros.

En el perfecto plan de Riddle no puede permitirse un descuido, por lo que traga se acercase la manera más inocente posible con su andar confiado a la fémina sentada con lápiz en la boca.

—Granger—formula, obteniendo un sobresalto como respuesta—. ¿Sucede algo? Últimamente he notado tus insistentes miradas en mi espalda.

Ella tiene la decencia de sonrojarse. Pero Tom solo puede concentrarse en verificar si sus amigos hicieron bien el trabajo de aquel día.

Es la última vez que se verán antes de iniciar las vacaciones previas al siguiente ciclo y no puede poner en duda a las personas cercanas a su amado Harry.

—No—responde de inmediato, superando la vergüenza inicial. Demasiado veloz para su gusto—, no ocurre nada.

La chica rehuye a su mirada, concentrándose en el libro frente a ella como si con ello diera por zanjado el tema.

—¡Tom!—canturrean a su espalda, un chico de túnica con detalles amarillos siendo seguido por otra cara conocida para él—. Ten, en agradecimiento por las asesorías.

Tom muestra aquella perfecta dentadura en una amable y compresiva sonrisa aceptando el obsequio fingiendo vergüenza al negar merecer algo por un compañero.

Un movimiento a su lado le advierte de los pensamientos de la chica, quién mira el regalo y a él con visible envidia.

Oh, eso era.

La chica quería ser quien fuese buscada por su conocimiento en lugar de alguien como él. La envidia es desde luego un sentimiento corrosivo, lo sabe de primera mano.

Mini Señor OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora